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Los 100.000 veinteañeros asturianos, formados y adaptados al cambio, que no tienen dinero para irse de casa

Los veinteañeros asturianos bregan con la incertidumbre social y el paro

Los 100.000 veinteañeros asturianos, formados y adaptados al cambio, que no tienen dinero para irse de casa

Todo lo que era sólido se volvió líquido y entonces el mundo comenzó a ser de los "Millenials", esa generación que heredó un mundo extraordinariamente cambiante, ella misma de límites algo imprecisos, la generación de los veinteañeros o muy incipientes treintañeros. La generación de la juventud española, la que se hizo mayor durante la crisis y trató de salir (la mitad de ella sin éxito) al mercado de trabajo. En números redondos, unos 100.000 asturianos. Dicen que son la generación del siglo XXI, los primeros nativos tecnológicos que tiene España. "Pero somos, de alguna manera, la generación de la ansiedad por no poder controlar el contexto, los mil contextos que hay", apunta Soraya Calvo, pedagoga, sexóloga, juez y parte en este análisis pues tiene 29 años y está ultimando su tesis sobre cómo construyen los jóvenes asturianos su identidad a través del mundo digital, de las redes sociales. Soraya dice que los de su edad se enfrentan a una sociedad sin estabilidad, sin promesas de trabajo para toda la vida, sin familias estables y todo ello les genera una identidad que no es única, que es cambiante. No saben muy bien lo que son porque no saben lo que el futuro les depara. Liquidez pura. A cambio, añade esta experta, son extraordinariamente adaptativos a los cambios, muy empáticos y tolerantes, no están apegados al consumo material, se centran en las personas, optan por el ser en vez de afanarse en tener, son más sensibles a las desigualdades. Eso sí, viven un poco "infoxicados", intoxicados por tanta información que muchas veces consumen de manera superficial. Como no hay grandes relatos con los que identificarse, buscan referentes individuales. Youtubers, por ejemplo.

Jacobo Blanco, decano del Colegio de Oficial de Ciencias Políticas y Sociología, elige una palabra ("batiburrillo") para agrupar las características que tiene esta generación "muy cívica" y muy tolerante en todo, pero que al tiempo puede respaldar la pena de muerte o tener ramalazos xenófobos, o repetir comportamientos machistas que se creían erradicados. Están apegados a los valores tradicionales, al terruño, pero son muy liberales en sus relaciones sexuales. Tienen una ideología transversal, son totalmente relativistas, ha desaparecido la izquierda y la derecha. También el país: existe lo más cercano y luego el mundo. No hay escala intermedia institucional. Esta generación que tiene el teléfono móvil como auténtica "prótesis intelectiva" está contra el sistema. Pero así, en general, no articula medidas concretas de acción. Batiburrillo, cierta incoherencia y, según observa Blanco, choque con la realidad a la vista.

¿Qué hacer con esta generación extraordinariamente formada, que por fin ha normalizado los usos tecnológicos en una España a pedales, esta generación que saber cambiar cada día pero a la que, por contra, se le ha puesto encima la losa del paro juvenil, más del 50% entre esta población? Condenados a seguir en la casa paterna. Es lo que le preocupa a Miguel Arenas, profesor de Sociología en la Universidad de Oviedo, especialista en políticas del bienestar. Indica que no es que estén sobrecualificados, es que el sistema productivo español no tiene puestos de trabajo para su nivel formativo. Es que todas las expectativas que se ponían en ellos no se pueden cumplir. "Hay que actuar ya para darles la oportunidad de que tengan una vida suficientemente buena", reclama. Para que, por vez primera en muchos años, no se conviertan en la primera generación que viva peor que sus padres. Hay que articular políticas de empleo, reclama Arenas, para que puedan insertarse en la sociedad con plena autonomía. De lo contrario, no sólo perderán ellos. Perderá el país, España. "No habrá renovación de la vida social".

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