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Vaya pájaros que hay en Twitter

La red social, que acaba de cumplir diez años, concentra a una fauna humana de todo tipo, desde el bisoño principiante que aún tiene la imagen de un huevo como perfil hasta los incómodos "trolls" que se pasan el día molestando e insultando a los demás

Vaya pájaros que hay en Twitter

El "bot"

Es odioso, pero no se le puede ni insultar. No es una persona. No es consciente de sus actos. De hecho, ni tan siquiera existe. Los "bots" -un apócope de la palabra "robot"- son cuentas falsas creadas por empresas que venden seguidores. Sí, los venden. Si quieres que te siga más gente puedes pagar. De hecho, de eso -de sacar la chequera para aumentar su importancia en redes sociales- se ha acusado a muchos políticos en los últimos meses. Entre ellos, personalidades de primera línea como el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, o el mismísimo presidente del Gobierno -ahora en funciones-, Mariano Rajoy. Pero es que la cosa de los "bots" va mucho más allá. Se ha llegado a acusar a algunos partidos de comprar seguidores para que otro candidato suba enteros y así poder acusarle de haber comprado protagonismo en el Twitter. Todo muy lógico. A Rajoy, por ejemplo, de pronto le empezaron a seguir en plena campaña electoral cientos de personas con nombres en árabe que no habían escrito un solo "tuit" en su vida. Y todos le dieron al "botón azul" el mismo día. ¿Casualidad? ¿Trampa? Lo que parece claro es que ninguno de esos "bots" acabó votándole en las elecciones. Hubiera sacado mayoría absoluta.

El "impostor"

El Gran Wyoming lo ha dicho por activa y por pasiva en su programa. Lo ha contado en entrevistas. Sólo le falta tatuárselo en el brazo. El presentador no tiene Twitter ni lo quiere tener. Por eso todas las cuentas que dicen representarle son falsas. Pero da igual. Algunos de estos impostores cuentan con miles de seguidores. Aunque hay que reconocer que no todos los "impostores" son malos. Falete tiene un "doble" en Twitter. Y nunca mejor dicho, porque en la red no es sólo Falete. Allí es "Super Falete". Un álter ego que acumula más de 124.0000 seguidores. Pero si hay un "imitador" famoso ese es "Norcoreano", el tuitero que simula ser Kim Jong-un, el dictador que gobierna en Corea del Norte. "Me hacen gracia los que dicen que PSOE y Ciudadanos no pueden gobernar con menos de la mitad de los votos, cuando yo gobierno sin ninguno", tuiteó la pasada semana. El caso es que su medio millón de seguidores saben que la cuenta es "de risa". Pero hay otros a los que no les llega para saber que el dictador más conocido del siglo XXI no tiene cuenta en español. Malena Gracia, por ejemplo, picó cuando la invitó al "Festival del uranio". "Lo único que pedimos mi manager y yo es alojamiento y desplazamiento más mi caché", intentó negociar la "artista" creyéndose firmemente que alguien estaba interesado en ella.

El desencantado

Twitter acaba de cumplir su primera década y lo hace perdiendo usuarios por primera vez en su historia. Y no es de extrañar. Muchos han dejado atrás esa necesidad imperiosa de ganar seguidores. Las redes sociales pasan de moda. El fotolog acabó desapareciendo. Tuenti lleva días advirtiendo a sus usuarios de que guarden las fotos porque va a bajar la persiana. Los expertos en esto del 2.0 no se ponen de acuerdo en dictaminar cuándo se acaba la "vida útil" de una red social, pero ahora, a diez años de su nacimiento, Twitter entra en una encrucijada. Reinventarse o ir perdiendo apoyos hasta desaparecer.

El principiante

Usuario nuevo. Acaba de abrir una cuenta en Twitter. Ni tan siquiera tiene foto de perfil. No ha salido del huevo (los que se hayan registrado en esta red social entenderán esta broma típica hace por lo menos cuatro años). A estos usuarios se les puede reconocer fácilmente con sólo leer sus mensajes. "Hola Twitter ya estoy aquí", dicen algunos intuyendo que desde Silicon Valley están pendientes de su saludo. "Mi primer tuit", ponen otros en un alarde de sinceridad. El caso es que, una vez completado el registro, muchos de los tuiteros deciden descansar. Nadie sabe por qué, pero el caso es que los internautas ven "complicada" la red social del pajarito y optan dejarla descansar. El "enganche" llega mucho después. Un día de pronto el usuario se acuerda de que se abrió la cuenta y ya no puede parar de tuitear. A todos nos ha pasado. Lo que hay que tener muy presente desde un primer momento es que todos los mensajes quedan en el ciberespacio pase el tiempo que pase. Sino que se lo digan a Zapata, el archiconocido concejal podemista de Madrid que publicó "tuits" de escaso gusto. O a Pedro Sánchez. Uno de los "hobbies" tuiteros de los últimos meses ha sido "rescatar" los mensajes que escribió hace meses el secretario general del PSOE. "Este solecito y yo entre cuatro paredes", tuiteó el socialista en marzo de 2011. Volver a sacar el mensaje esta semana, en plenas negociaciones para la investidura, tenía su gracia. Eso es innegable.

El "hater"

Twitter es una herramienta democrática. Como todas las redes sociales. Puedes tuitear lo que quieras y seguir a quién te dé la gana. Pero hay personas que incumplen esa norma. Son los denominados "haters". Gente que no sigue a las personalidades que admira o que le interesan. Más bien al contrario. Sólo controlan a las personas que odian, a las que no pueden ver ni en pintura. El rencor los alimenta. Son peores que el doctor House sin morfina. Ante este tipo de personas sólo existen dos respuestas posibles: ignorarlos o seguirles el juego. "No sé si son peores los anuncios de Media Markt o su Community Manager, tendrá a la gente atenta pero poco Roi va a tener", criticó una usuaria hace algunos meses a través de Twitter. "No lo hacemos por el Roi lo hacemos por el flow", le contestó el encargado de las redes sociales de la marca, uno de los más conocidos del ciberespacio. El clásico de responder con una sonrisa sigue vigente.

El "troll"

Si hay una cuenta famosa en la red de microblogin ésa es, sin duda, la de @policia. El encargado de redes sociales del Cuerpo Nacional -ahora fichado por una multinacional- consiguió en su día un hito histórico: superar al FBI en número de seguidores. Y si hay un consejo que @policia repite hasta la saciedad es el de ignorar por completo a los "trolls". En la vida y en la red, al enemigo ni agua. Eso es tan sabido como que el naranja es el nuevo negro (chiste explicado: "Organge is the new black", serie de televisión). Y es que este tipo de usuarios no busca dialogar, sólo quiere protagonismo. Ganar seguidores insultando y faltando. Tranquilos, primerizos, este tipo de internautas son fáciles de identificar. Al entrar en su perfil veréis que sólo tuitean insultos a gente más o menos famosa o conocida. Pongamos por ejemplo el caso de Iker Casillas. "¿Qué te pasó ayer con la falta? ¿Por qué te quedaste parado y luego te enfadaste?", le preguntó una usuaria del Twitter al portero hace meses después de un partido en el que el madrileño había estado, digámoslo así, poco afortunado. El deportista no se cortó. "Que a veces, querida, te la comes con patatas, y así me pasó: que me la comí", contestó Casillas.

Twitter tiene actualmente 320 millones de usuarios activos en todo el mundo. El pajarito azul acumula más registros que el padrón de habitantes de los Estados Unidos. Y eso cuando sólo tiene diez añitos. Ésta es la razón principal por la que, como en toda gran comunidad, en esta red social hay tantos tipos de usuarios como de personas. Algunos no son recomendables. Como aquellos Gremlins, a muchos no hay que mojarlos ni darles de comer después de las doce de la noche. A otros -unos pocos- es conveniente seguirlos. Hay de todo, pero en este "mar de personalidades" es bueno contar con una guía muy básica para no perderse ni dar con la "tecla equivocada".

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