Sonido de festivales

Hubo un tiempo en que era tiempo de festivales. Ahora, gran parte del año es festivalero. Son otros modelos, en algunos casos por estilos; en otros, por "tribus" urbanas (que todavía quedan, aunque se nombran menos) y, de un tiempo a esta parte, con una mezcla absoluta e impensable en épocas más cercanas que lejanas. En su día hubo una bronca en internet porque Julieta Vengas estaba en el cartel de FIB, el festival de Benicasim; pero, poco tiempo después, se aplaudió la presencia de Raphael como líder de los indies en el festival Sonorama Ribera de Aranda del Duero. Allí estaba "la voz" de Linares compartiendo cartel con distintos símbolos del mundo indie. Ese vaivén de protestas o aceptaciones dio, en cierto modo, normalidad a estos eventos festivaleros que tienen un referente universal en el de Woodstock de 1969. Bien, cierto que el Woodstock fue un homenaje al rock en todas su variantes, pero, en realidad, era una mezcla de muchas cosas, de muchas tribus. Por eso no extrañó que se descubriera para el "gran público a "Ten Years Afters", con Alvin Lee poniendo sus dedos a doscientos por hora en el mástil de la guitarra, o que el mundo viera ejercer a la canción protesta, la poética, la lisérgica (sobre todo ésta) y, en fin, un conglomerado que, con el tiempo, se iría viendo en festivales benéficos, o así, que tienen su referente en "El concierto para Bangladesh", de George Harrison, y Ravi Shankar, el padre de Norah Jones. Y así infinidad de estilos y modelos, con especial mención a los heavys, que siempre concentran grandes masas de fieles y siempre dan luz a algún nuevo grupo o sonido dentro de las variantes del rock en sus estados más duros. Y añádanse a la lista todos los clásicos y contemporáneos internacionales o nacionales: Isla de Wight , al extinto Doctor Music o el Viña Rock, por citar unos cuantos de aquí y de allá, de un tiempo y otro...