"Coge cualquier obra de Shakespeare o de Cervantes, léetela y luego sal a la calle a ver qué ves. Y tú verás lo que ellos vieron y ven, sea la época que sea". Carmen Blasco, alumna de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias (ESAD), resume de esta forma magistral la vigencia de los dos clásicos cuyo aniversario de sus muertes conmemoran, respectivamente, este año España y el Reino Unido. Esta joven promesa de actriz se ha enfrentado con textos de los dos clásicos y ha llegado a una conclusión: "Se escribía antes de que ellos existiesen, pero a partir de ellos los escritos fuimos el resto de nosotros". Buena teoría esa de que los auténticos guionistas de la existencia humana sean dos plumas fallecidas en el siglo XVII.

Los jóvenes talentos de la ESAD -que han colaborado con LA NUEVA ESPAÑA en un proyecto audiovisual de monólogos teatrales, que podrá verse en la edición digital del diario- se han adentrado en el alma de Cervantes y Shakespeare durante su formación. Han vestido la piel de sus personajes y a la hora de quedarse con uno de los dos autores hay quien bromea: "Eso es una pregunta trampa, como elegir entre papá y mamá". Pero hay quien aprovecha la cuestión para deslizar una crítica sobre el escaso aprecio que los españoles sentimos por el autor del "Quijote" en relación a la adoración que se rinde al autor de "Hamlet". Así se expresa Olaya López Muñiz: "Por decir uno podría quedarme con Shakespeare, pero por algo tan sencillo como decepcionante, en España, según mi percepción, se divulga y se engrandece más la literatura extranjera que la nacional. Es una lástima, pero a lo largo de muchos años que llevo estudiando literatura siempre percibí a Shakespeare como un autor mucho más accesible, más popular. Pocos fueron los profesores que me dijeron 'mira, aquí tienes un entremés de Cervantes, vamos a echarle un ojo y a ver qué te parece'. Quizá así podría opinar de una forma más contundente. Ahora mismo, y por el momento, puedo decir que Shakespeare es maravilloso y que Cervantes para mí aún sigue siendo una asignatura pendiente". En el mismo sentido se expresa Paula Ruiz: "Creo que en España desdeñamos mucho de lo nuestro. Deberíamos apoyarnos más, sobre todo cuando estamos ante uno de los grandes genios de la literatura de nuestro país. Cervantes me gusta como escritor y como persona. He tenido la suerte de poder estudiarlo y de leer su biografía. Es imposible no sentir admiración por un hombre como lo fue él". Paula es una enamorada del "Quijote". Siente como "de casa" la primera novela de la historia de la literatura. "Las aventuras y desventuras de los personajes están hechas para todos los públicos, sin excepción. En ellas se mezcla perfectamente el tono trágico con el tono cómico. Es una obra tan inteligente, tan entretenida, tan bien hecha que lo convirtió en un escritor inmortal".

Pero no todos llevan a Cervantes tan incorporado en el ADN. Esto es lo que dice Íñigo Juarros: "Los jóvenes de hoy en día temen los libros de Cervantes por miedo a no entender el lenguaje de esa época, pero es porque no le han dado una oportunidad. A mí me pasaba igual, hasta que lo descubrí. Es un lenguaje muy rico y a la vez muy cercano que todos podemos disfrutar y entender. Me he dado cuenta de que tenemos muy apartado a Cervantes porque algún día alguien nos dijo que el 'Quijote' era muy tedioso. Y con eso nos hemos quedado".

Todos saben que están ante literatura de alto voltaje, palabras mayores. Así se enfrenta a los textos de los dos genios Ana Belén Arango, otra alumna: "Lo que me resulta más atractivo desde el punto de vista actoral es la profundidad psicológica de los personajes, no hay palabra ni expresión que sobre o que falte. Todas aportan información sobre el carácter complejo de los personajes, cargados de dobles intenciones. Como dicen nuestros profesores de la ESAD, no sin razón, son necesarios muchos años de experiencia y trabajo para poder acercarse a rascar la superficie de la enorme dimensión de los personajes de estos dos grandes autores". De esa capacidad de profundizar en el alma humana también dan cuenta los docentes del centro, como es el caso de Begoña Quirós, profesora de voz de la escuela, que se ha metido en el papel de lady Ana de "Ricardo III", de Shakespeare. Habla de todo lo que puso en este personaje el autor de Stratford: "Me fascinan los calificativos, el ritmo, la sonoridad, el contraste fuerza-vulnerabilidad, osadía-dolor, odio-atracción. Me envuelven y traspasan el poder de sus palabras, el desgarro con que las espeta y su quebradiza exaltación. Como actriz resulta inquietante tratar de comprender a una mujer que es capaz de doblegarse a los encantos del asesino de su esposo y su suegro, de rendirse ante un ser al que califica de odioso, despreciable, monstruoso... Es en el clímax del dolor donde el áspid de Ricardo abre brecha". Por lo que dice, le entusiasma Shakespeare. "Pero unos días me levanto más cervantina y otros más shakesperiana... como la vida misma", matiza.

Esa intensa emoción que el escritor inglés desata en la actriz asturiana también se repite cuando el texto a interpretar es, por ejemplo, un fragmento de "La Gitanilla" de Cervantes. "Cuando lo leí, me enamoró. Es un texto que, además de parecerme precioso, me gusta porque reivindica el papel de la mujer como algo más que una persona ligada a un hombre. Esta chica habla de que su cuerpo puede ser vendido a su marido, pero su alma no. Habla de que ella es libre para decidir sobre su propia vida. Eso me gustó porque en los momentos que se están viviendo con la violencia de género es un gran texto para apoyar a las mujeres". Es lo que opina Ana Pérez, quien se promete leer más del autor del "Quijote".

Paco Pardo, profesor de interpretación, se ha metido en personajes tan torturados (y torturadores) como el Ricardo III de Shakespeare. "Como dramaturgo" se queda con el autor británico "sin desmerecer en absoluto a Cervantes como narrador. En ese caso me quedaría con Cervantes claramente. Otra cuestión sería comparar a Calderón con Shakespeare, ahí tendría mis serias dudas", añade. Es una opinión -dar a cada uno lo suyo- que comparte una de las alumnas del centro, Icíar Díaz, y que resume así: "Me quedo con la emoción de Shakespeare y con la pluma ágil de Cervantes. ¡Hay tanta luz y energía en cada uno! Brillan".

Es la misma energía, la misma pasión que esta promesa de actriz ve en ella y en todos su compañeros de la escuela, ubicada en la Laboral de Gijón. "Pero creo que en la mayoría de nosotros existe un mismo miedo: ¿existe vida después de la ESAD? Hay poco trabajo, apenas apoyo externo. Somos energía y transmitimos energía. Somos entusiasmo. Pero estamos infravalorados. Ser actor o actriz para muchas personas sigue sin ser considerada una profesión. Al menos, no una profesión seria. Hay que empezar por cambiar esa opinión".

Posibilidades, muchas. Miedo al futuro, también. En eso, casi todos coinciden. Y en lo que están unánimemente de acuerdo es en valorar muy positivamente la enseñanza que están recibiendo y en pedir más medios y apoyos. Del público y la administración. Como corresponde a su papel de director del centro, Joaquín Amores opta por la mesura: "Los estudios de Arte Dramático en Asturias están progresando muy bien. Tenemos una escuela, ESAD, que va poco apoco encontrando la calidad y el equilibrio entre lo docente y lo profesional. Las salidas para el futuro profesional son todavía un tanto grises, hay veces que la luz se hace y otras que tarda... pero ¿cuándo no ha estado en crisis el teatro?". Eso sí, también pide cambios: "Me gustaría que toda la normativa obsoleta en materia laboral comenzara a tener un muevo rumbo, un futuro esperanzador dentro del Espacio Europeo de Educación Superior".