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MOISÉS NAÍM | Uno de los principales analistas de política global, publica "Repensar el mundo"

"Los papeles de Panamá confirman el fin del poder"

"La gran amenaza es el cambio climático, que acabará con más vidas que el terrorismo fundamentalista"

El analista político Moisés Naím. robert wollemberg

Encumbrado como uno de los analistas más influyentes de la actualidad política y económica, Moisés Naím (Venezuela, 1952) dirigió durante 14 años la revista "Foreign Policy" y ahora aborda lo que ocurre en el mundo a través del programa televisivo dominical "Efecto Naím". Residente en Washington, acaba de publicar "Repensar el mundo" (Debate) para reiterar su proclama de que el poder con mayúsculas ha muerto, motivo por el que considera que cada vez es más fácil salir de la pobreza o la marginalidad en un planeta sin embargo gravemente amenazado por los efectos de un cambio climático devastador. Exministro de Fomento con Carlos Andrés Pérez y exdirector del Banco Central venezolano, se vale del ejemplo de los papeles de Panamá para ensalzar el auge de los "micropoderes" que ponen en jaque a las élites hasta ahora intocables porque las barreras que las protegían se han debilitado. En fin, su consejo para los partidos, imprescindibles en cualquier democracia, es que se encuentran en la encrucijada de tener que reinventarse para dejar de ser tóxicos y ponerse al servicio de la sociedad.

-Señor Naím, ¿qué está pasando en el siglo XXI para que tengamos que ponernos a repensar el mundo?

-Se da una convergencia de cambios a una velocidad imposible de digerir que requiere respuestas y nos plantea oportunidades y amenazas sin precedentes.

-¿Qué tipo de oportunidades?

-Vemos cómo un grupo de jóvenes puede crear una pequeña empresa que se convierte en una empresa mundial o cómo otro grupo de jóvenes derroca a una tiranía que era inamovible. El planeta cuenta ahora con la clase media más numerosa que ha habido en la historia de la humanidad y existe la oportunidad de salir de la pobreza de una forma más fácil que antes.

-Dígame cómo, por favor.

-Estamos más comunicados, más conectados y son revolucionarios los avances que se producen por ejemplo en el campo de la medicina, la biología o la física. Vivimos en un mundo de cambio, de innovación y por lo tanto de oportunidades.

-¿Cuáles son las amenazas?

-Puede parecer que la principal es la del terrorismo islamista, pero no es así, si se compara por ejemplo con la gran amenaza que supone el cambio climático, que acabará con más vidas que ese terrorismo fundamentalista. No sabemos cómo relacionarnos con la madre naturaleza a pesar de las señales que nos envía para dejarnos claro que la estamos maltratando.

-¿Cuál es la gran sorpresa que nos deparará este siglo?

-Las consecuencias precisamente de ese cambio climático que hará que algunas ciudades desaparezcan bajo el mar o que cambiará los ciclos de las cosechas agrícolas y llevará a la extinción o mutación de muchas especies de fauna y flora.

-Dice Enrique Krauze que usted siempre tiene una respuesta inteligente y original cuando analiza los grandes problemas del momento. Quizá debería preguntarle por lo que está pasando en España en estos momentos de incertidumbre política y económica.

-En el libro tengo varias columnas en las que el mensaje central es que el poder es ahora más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder. Podemos surgió de la nada en 2014 y en muy poco tiempo unos desconocidos se transforman en líderes de un partido que ha puesto en jaque a los dos grandes partidos políticos tradicionales de España. Ahora vemos que Podemos ve menoscabado su poder, se ha fragmentado porque en España hay demasiados centros de poder, de veto y de bloqueo, pero todos han perdido el poder de imponer.

-Sorprende el convencimiento con el que usted afirma que los marginados tienen tantas posibilidades de triunfar en la sociedad actual.

-Desde luego que sí. A lo mejor lo tienen más difícil en ciertos países donde las élites gobernantes aún son capaces de infringir una exclusión que los limita, pero en general hoy es más fácil triunfar en la sociedad que antes porque los gobiernos son más frágiles y efímeros y dependen además más de las minorías.

-¿Cuáles son esos micropoderes emergentes que según usted están cambiando el mundo?

-Esos micropoderes existen en todos los países del mundo y funcionan en todas las actividades existentes. Son desde empresas pequeñas que desbancan a multinacionales a activistas a favor de la democracia, pequeños partidos minoritarios, lobbies, piratas cibernéticos, delincuentes o grupos que utilizan formas alternativas de adquirir influencia y que esquivan las estructuras formales del sistema. Kodak reinaba en el mundo de la fotografía, quebró, y hoy funciona un micropoder llamado Instagram. Los micropoderes son actores inesperados que se enfrentan al poder establecido.

-¿Quiere decir que el poder ya no es lo que era, que se ha devaluado?

-Exacto, el poder se ha degradado, fragmentado y erosionado. Hay ejemplos interesantes en política. En España vemos cómo Podemos ocupó el lugar que había dejado el PSOE, pero el poder que obtenga Podemos no será nunca igual al que tuvo el PSOE en sus momentos de gloria.

-Pero en América Latina hemos asistido recientemente a varios intentos de hacerse con el control absoluto del poder y de perpetuarse en él.

-Lo hemos visto y estamos viendo ahora sus resultados. Asistimos a la caída de Dilma Rousseff en Brasil, al declive de Nicolás Maduro en Venezuela, a la salida de Kirchner de la Presidencia argentina y a la debilidad de Correa en Ecuador. Vemos que ya nada es como era. El pasado domingo asistimos a tres acontecimientos que evidencian que el poder ya no es lo que era: se reunieron los países de la OPEP apoyados por Rusia y el mundo no tembló, tan sólo bostezó; vimos cómo el Congreso de Brasil debatía la posible destitución de Rousseff y asistimos a la renuncia del ministro Soria por su relación con los papeles de Panamá. Tres sucesos importantes que apenas importaron al mundo y que demuestran que las barreras que protegen a los más poderosos se han debilitado.

-Pero se dice que mandan los de siempre. El Club Bilderberg, por ejemplo. ¿Es así?

-Hay que acabar con la premisa de que hoy en día existen grandes centros de poder en el mundo y hay que olvidarse de las teorías conspiratorias que suelen circular para demostrar que existe alguien que guía los destinos de la humanidad. Es un cuento pensar que mandan los de siempre, pero es también muy angustiante vivir sin pensar que estamos en las manos de alguien, a cargo de alguien o de algo. Nadie está a cargo y eso provoca ansiedad.

-¿Por qué la democracia se ha desprestigiado tanto?

-No sé si se ha desprestigiado porque ¿prefiere la gente una dictadura?

-Pero lo cierto es que los partidos políticos son vistos como antros de corrupción.

-Sí, pero las democracias no pueden ser ONG, sino que tienen que estar basadas en partidos políticos. Hay que rescatar los partidos políticos como lugares naturales de los idealistas que quieren mejorar su país, su ciudad o su barrio. Los partidos políticos son vistos hoy como espacios tóxicos en los que los jóvenes no quieren estar porque los ven como lugares a los que van los arribistas, oportunistas y corruptos. Tenemos que reinventar los partidos políticos.

-La gente parece cada vez más decidida a expresarse en la calle. ¿Por qué?

-Porque los partidos políticos no les abren canales de participación y los gobiernos no les escuchan. Los ciudadanos han encontrado por lo tanto en la calle el lugar para gritar sus exigencias.

-O sea, que limitarse a votar para elegir a los gobernantes ya no es suficiente.

-Exacto y además descubrimos que la democracia no es lo que sucede el día de las elecciones, sino lo que pasa entre elecciones.

-¿Tienen capacidad para gobernar movimientos nacidos de la indignación de la calle como Podemos?

-Sí, claro, pero ajustando y revisando sus ideas. Podemos ya está dándose cuenta de que es más fácil denunciar y criticar que gobernar.

-¿Cómo hay que interpretar el fenómeno Trump en Estados Unidos?

-Es la manifestación extrema de lo limitado que está el poder hoy en día. Su candidatura salió en 2015 y nadie se imaginó que iba a llegar donde ha llegado. La única aspiración de Trump era derrocar al poder tradicional republicano.

-Así que Trump es una especie de indignado con los Bush?

-Exacto, como Podemos, y demuestra que los indignados no son sólo de izquierda. Trump es un excelente ejemplo de necrofilia ideológica.

-¿Qué es la necrofilia ideológica?

-La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas, por ideas que ya se han probado y han fracasado o la defensa de creencias cuya falsedad ha quedado demostrada con evidencias incontrovertibles.

-Señor Naím, ¿hasta cuándo podrá mantener China un régimen comunista aislada del mundo libre y con la aparición de casos de corrupción que el poder trata de ocultar con una férrea censura de los medios y las redes sociales?

-Entre los chinólogos más reputados que estudian la estructura de gobierno chino existe el consenso de que esa forma de gobernanza con un jefe supremo y un partido comunista es insostenible y desaparecerá en una o dos décadas.

-¿Por qué no hay forma de organizar en Cuba una oposición a la dictadura castrista?

-Porque Cuba es un Estado policial, represivo y autoritario que se parece mucho a Corea del Norte, y reprime sin escrúpulos a sus disidentes.

-¿Venezuela se disfraza de democracia?

-Sí. Las dictaduras del siglo XXI se disfrazan de democracias porque conocen muy bien el juego de las máscaras.

-¿Qué va a pasar en su país, Venezuela, con un Maduro tan aferrado al poder?

-Lo que sucede en Venezuela es una tragedia que no comprende el mundo y que se cuenta en titulares basados únicamente en cuestiones políticas olvidando la tragedia humana de un país en el que no hay ni medicinas ni alimentos, con la inflación más alta del mundo y con unas tasas de violencia y corrupción desorbitadas. Al hablar de Estado fallido parece que nos referimos a un pequeño país en algún punto de África, pero Venezuela es la nación con las reservas de petróleo más grandes del mundo, tiene rascacielos y todas las señales de modernidad. Chávez y ahora Maduro han convertido a ese país en un Estado que no funciona y es imprevisible lo que pueda pasar en él.

-La proporción de la pobreza extrema baja pero la gente se queja de que la desigualdad es cada día mayor. ¿Qué se puede hacer para frenar esa escalada de la desigualdad?

-La desigualdad se concentra ahora en Estados Unidos y en Europa y disminuye en el resto del mundo. En España, la brecha entre ricos y pobres es fruto de la incompetencia gubernamental al aplicar políticas sociales y de las deficiencias en el gasto público. La automatización que elimina empleos, las crisis que llevan a una caída de los salarios, sistemas de salud o educativos deficientes, la captura del Gobierno por una élite política o empresarial que se las arregla para distorsionar las políticas oficiales a su favor o, simplemente, la corrupción desenfrenada son tan sólo algunos de los factores que pueden agravar la brecha entre ricos y pobres.

-Usted fue ministro de Fomento con el presidente Carlos Andrés Pérez, que acabó de muy mala manera. ¿Qué fue lo que pasó?

-Tuvimos que aplicar unas reformas económicas que requería el país y que hubiesen requerido también de un apoyo político que no tuvieron. Cometimos una secuencia de errores al tomar esas medidas y no supimos ver las conspiraciones militares que se fraguaban. Pensamos que la democracia más longeva de América Latina era inmune a un golpe de estado y Chávez nos demostró que nos equivocábamos.

-Usted relató su experiencia en ese Gobierno en un libro titulado "Paper Tigers and Minotaurus". ¿Cuáles fueron sus conclusiones como intelectual y como periodista del ejercicio del poder en aquellas circunstancias?

-Esa experiencia en el Gobierno de Carlos Andrés Pérez sembró en mí la semilla de tratar de saber qué pasaba exactamente con el poder. Yo era un ministro económico que tenía en teoría mucho poder pero veía que al final carecía de recursos y de poder político para hacer lo que tenía que hacer.

-¿Llegó a pensar que quizás era incapaz de ejercer el poder?

-Pensaba que era culpa de mi incompetencia. Yo tenía 36 años y creía que lo que pasaba era que yo no sabía usar el poder o que era un problema del sector público venezolano. Luego me fui al Banco Mundial y me di cuenta de que otros ministros de otros países sentían lo mismo que yo y descubrí que no existe el poder. Es cierto que hay centros de poder importantes pero están limitados para usar ese poder.

-Carlos Andrés Pérez era un gran amigo de Felipe González, una amistad que al expresidente del Gobierno español le valió muchas críticas?

-Esas críticas iban dirigidas a Pérez, quien sufrió una incomprensión enorme. No hay que olvidar que durante muchos años España mostró una admiración enorme por Chávez, quien no perdía la oportunidad de tratar de destruir a cualquier coste lo que había hecho un presidente elegido democráticamente.

-Cuénteme, por favor, su experiencia con su programa de televisión "Efecto Naím".

-Es una experiencia maravillosa que comencé hace casi cinco años. El programa se emite todos los domingos en Estados Unidos y países de América Latina para fomentar un análisis que repiense lo que está pasando, cuestione lo que uno crea y vea las conexiones en apariencia inexistentes que se dan entre todo tipo de sucesos. Me ocupo de aquellos acontecimientos que afectan a todo el sistema internacional y cuyas consecuencias trascienden fronteras y continentes, por más que inicialmente sean muy locales. Y lo hago siempre con las mismas premisas que utilizo al escribir: sorprender, conectar, repensar e informar.

-¿Qué nos están descubriendo los llamados papeles de Panamá?

-Lo que ya sabíamos, que los ricos y poderosos tienen instrumentos financieros para beneficiarse que no están a disposición de los ciudadanos de a pie. Estos papeles nos enseñan también que estos ricos y poderosos están ahora en manos de micropoderes que socavan su tradicional poderío. El que sustrajo esos papeles y los entregó a los periodistas es un micropoder que está teniendo un impacto tremendo en todo el mundo y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación es una ONG que tiene la capacidad de poner en jaque a los ricos del mundo. Es otra confirmación del fin del poder.

-¿Qué es lo que más le inquieta de la incertidumbre existente en las actuales relaciones internacionales?

-La ausencia de poder, el que no haya un poder que dé respuesta a alguno de los problemas más apremiantes que requiere de respuestas colectivas. Muchas de las amenazas que se nos ciernen, el cambio climático, la proliferación nuclear, el drama de los refugiados, la estabilidad financiera, la anemia económica o el desempleo, no pueden ser resueltas por un país actuando a solas. Todos esos problemas requieren acciones colectivas y no veo que los países quieran actuar de forma conjunta para abordar esos problemas.

-¿Cómo hacer frente al llamado Estado Islámico?

-La barbarie del Estado Islámico seguirá por un tiempo entre nosotros aunque sea en otras variantes. Mientras el futuro de los jóvenes sea elegir entre la mezquita o la patera, esto no se va a resolver. El terrorismo no va a desaparecer. Lo importante es combatirlo sobre la base de la realidad y no de prejuicios. Echo de menos también una gran manifestación de los jóvenes musulmanes para denunciar a quienes pervierten su gran religión.

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