"Papeles de Son Armadans", la revista fundada y dirigida por Camilo José Cela -de cuyo nacimiento se cumplen ahora cien años-, dedicó un número al pintor Joan Miró que comenzaba con una entrevista que es un pequeño tesoro dentro de la obra del Nobel. Su valor estriba en que la entrevista fue "inventada". Es decir, ante la casi nula capacidad comunicativa del artista plástico, el escritor gallego se puso manos a la obra. Y el resultado fue tan bueno que se la mostró a Miró -con el que mantenía una intensa relación de admiración y respeto mutuos- y el artista mallorquín le pidió ayuda para los próximos lances que tuviera que mantener con entrevistadores de todo el mundo. En estas dos páginas se rescata esa entrevista de la mano de Camilo José Cela Conde, hijo del escritor y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. Cela Conde explica que al plantearse que el número de "Papeles" dedicado a Miró debía comenzar con una entrevista se toparon con que el artista "era el paradigma perfecto del personaje al que no se puede en forma alguna entrevistar. Ante cualquier pregunta, fuera la que fuese, se quedaba pensativo un buen rato y luego contestaba con un monosílabo, más bien inconcreto por lo general (¿Sí?, ¡Ah!, Uf...). A veces soltaba una palabra entera (¡Caray!), pero poco más. Y añade: "Cualquiera que lea la entrevista que le hizo CJC a Joan Miró en el número de homenaje de 'Papeles' pensará que miento. Miró se muestra en ella comunicativo, ingenioso y hasta brillante. Cuando CJC le enseñó las pruebas de imprenta, el pintor se quedó maravillado y contentísimo. Es una entrevista excelente. Y puede serlo porque tanto las preguntas como las respuestas son del propio CJC. Mi padre le interrogaba, esperaba un rato, le sugería por dónde salir, y Miró, muy aliviado, decía que sí afirmando de manera vehemente con la cabeza".

Cela Conde revela que la relación entre su padre y Miró "no fue cotidiana, pero sí mucho más intensa de lo que cabría suponer. Se trataba de un caso de admiración y respeto mutuos. En lo tocante a mi padre, había influido en él no poco el aprecio enorme que tenía Picasso por Miró; y por lo que hace a éste, debía de proceder de una cierta envidia ante la manera temeraria de mi padre de enfrentarse a la vida. Porque Joan Miró mostraba un candor infantil a todas horas, ligado a su timidez omnipresente. Apenas era capaz de contradecir a nadie y sólo en muy concretas situaciones se animaba a enrojecer y mirar con gesto ceñudo al impertinente, que era la manera suya de mostrarse enfadado". Cela, en cambio, caminaba por el mundo "con la seguridad de un rompehielos durante la primavera boreal".