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Al fin del mundo con Judith Obaya

La motera maliayesa y policía local en Oviedo muestra los mejores lugares del planeta para visitar a dos ruedas

Obaya con su moto ante la gran mezquita de Estambul.

Judith Obaya es una incansable viajera a lomos de su moto en busca de aventuras por todo el mundo. Es de Villaviciosa y policía local en Oviedo. Su experiencia sobre las dos ruedas, que no conoce fronteras, la convierte en una buena guía para recomendar diez destinos del planeta que un motero con ansias de descubrir mundo no debe perderse y ha de anotar.

No cree que la condición de mujer la limite en sus expediciones. "No va con ser hombre o mujer, va con la persona, con cómo seas tú por dentro y cómo interpretes cada situación", explica. A ella no se le pone nada por delante. La prueba es que en su última aventura, en la que cruzó el desierto del Sahara de Norte a Sur y a la inversa, cuenta que el primer día se agobió pero más que por el calor por "el miedo al fracaso", que se le juntó con el hambre y el cansancio. Pero reaccionó cuando su compañero de viaje le preguntó que si quería abandonar. Su respuesta fue inmediata: "Nunca jamás dejaré algo a la mitad". Entonces empezó a rodar y no paró. Fue como la bofetada de realidad que necesitaba. Aunque físicamente fue una peripecia dura, en la inmensidad y soledad del desierto se encontró consigo misma. Fue una experiencia que le dio plenitud y paz. No le importaba que, en el caso de necesitar ayuda, tardarían en prestársela un día, hasta llegar a donde se encontraban. "Me encantaba estar allí, el día que llegué a Cabo Barbas sentí la satisfacción de haberlo logrado, pero también la tristeza de que ya quedaba poco", reflexiona.

Judith Obaya también recuerda lo duro que fue soportar el frío durante la noche dentro de la tienda de campaña en las islas Lofoten, en Noruega, por encima del Círculo Polar Ártico. Entonces viajó sola, como en la mayoría de las ocasiones. "No es dura la soledad. Yo la adoro, y sobre todo para viajar en moto porque disfruto más y vivo más intensamente el viaje", argumenta la maliayesa. Para ella, lo peor es sufrir una avería y no poder solucionarla o un accidente que obligue a suspender el viaje, "después de tanto tiempo preparándolo..." Pero por suerte, nunca le ha ocurrido. ¿Y lo mejor? "No sé... que la gente conecta contigo y se te acercan más que si vas en coche", responde. Agrega que le "preguntan en todas partes y más si eres mujer", incluso le ha pasado que los niños hagan cola para hacerse fotos con su vehículo.

"El objetivo en mi vida en moto es poder visitar todos los monumentos Patrimonio de la Humanidad", confiesa. Es un proyecto que tiene aparcado hasta que encuentre financiación. Le llevará más de dos años esta travesía porque pasan de los mil. Pero cuando le llegue la oportunidad aprovechará para grabar una serie de documentales y compartir su experiencia con el resto del mundo. Mientras espera que se le presente el momento, le va dando vueltas a su próxima aventura.

¿Cómo se prepara un equipaje para hacer un viaje largo en moto? Judith Obaya, que derrocha feminidad con su larga melena rubia y su perfecta manicura, es una experta. Recomienda llevar poco más que un cepillo de dientes. Aconseja meter un par de camisetas y mudas -como mucho tres- para facilitar el cambio y lavar "en cualquier sitio". "Cuanto más viajas, más pequeña va siendo" la maleta. También está bien echar un pantalón ligero para cuando se quite el de moto, chanclas o unos deportivos para dar una tregua de las botas a los pies. Un chubasquero es esencial "por si llueve y porque hace de cortavientos", así que "nunca puede faltar", al igual que "un par de sudaderas o camisetas térmicas por si enfría". Eso sí, en cada travesía, Judith Obaya regresa a casa con el equipaje más lleno, pero de anécdotas y vivencias que pesan poco en la moto, pero enriquecen.

LOS DESTINOS

1. Sahara

Desde 2015, ya es una rutina para esta aventurera ir cuatro veces al año al norte del Sahara. Su última hazaña ha sido la "Sahara Crossing", que consiste en cruzar el desierto, fuera de pistas, de Norte a Sur y de Sur a Norte. "Es un paraíso para los moteros amantes del off-road, pero al que no se debe ir si no es con un guía experimentado", explica Judith, argumentando que le cautivan sus "espacios infinitos de paisajes cambiantes. La soledad se vuelve belleza". Es el viaje que más le ha impresionado, a pesar de que "a otras personas les asusta mirar alrededor y no ver absolutamente nada", pero a ella le dio su "mayor tranquilidad y paz".

2. Comarca de la Sidra

"Mi tierra". Así presenta este destino, del que recomienda sus "carreteras sinuosas y poco transitadas entre manzanos, montes, molinos de agua y hórreos". Agrega que es bastante desconocido, a pesar de su encanto porque se viaja entre "pueblos ejemplares con llagares centenarios, pomaradas, minas de azabache, hórreos..." y donde "la sierra y las playas se dan la mano". También es frecuente encontrar algún peregrino camino de Santiago y recomienda aparcar la moto para disfrutar de la gastronomía.

3. Castillo del Loira

Este castillo francés se puede visitar tras realizar "una ruta muy fácil" entre Angers y Orleans, que, según Judith Obaya, está "al alcance de cualquier piloto por poca experiencia que tenga en viajes". El aventurero también disfrutará de pequeñas ciudades "muy cuidadas y cargadas de flores que conservan su encanto medieval". Mención a parte merecen sus "grandiosos castillos rodeados de jardines", como los de Chambord o Villandry.

4. Cabo Norte

Este destino de Noruega es conocido como la "Meca de los moteros", por ser uno de esos lugares a los que todo viajero en moto desea ir una vez en la vida, explica Obaya. Llaman la atención los túneles en "V" bajo los fiordos y los puentes curvos, destaca. Nord Kap es el punto más septentrional de Europa, un acantilado de 307 metros sobre el nivel del mar. Nadie se va sin hacer la fotografía de la moto al lado de la bola del mundo de hierro, que corona el acantilado, "es la más deseada", resalta. Otras visitas obligadas cuando se escoge Cabo Norte como destino motero es la popular carretera Trollstigen ("Escalera de los Troles"), la Atlantic Road y las Islas Lofoten.

5. Elbrus

El paso de Estepasminda (entre Georgia y Rusia) y el Elbrus (Rusia) es otro de los destinos favoritos de esta aventurera maliayesa. Lo describe como "uno de esos puertos que nos gustan a todos los moteros" y añade que resulta más atractivo porque el paso de Estepasminda es el puerto de montaña que comunica Georgia con Rusia. "La diferencia cultural que lo envuelve y el paisaje son sus mayores atractivos". La aventura puede ser aún más interesante al recorrer unos kilómetros más hasta el Elbrus, que es el pico más alto de Europa. Judith Obaya lo recomienda sin ninguna duda. Agrega que "la estación invernal del Elbrus te hace revivir las antiguas películas de James Bond". Por lo que éste es un destino que no debe pasar desapercibido para los amantes de las dos ¬ruedas.

6. Frisia

Para la maliayesa, las islas Frisias (Países Bajos, Alemania y Dinamarca) son la combinación perfecta de viajar en moto y disfrutar del sol y de la playa. Explica que son "pequeñas islas e islotes paralelos a la costa occidental de Europa". Al igual que sucede con Mont Saint-Michel, en Francia, las mareas tienen un papel importante "uniendo, sumergiendo, descubriendo los islotes y haciéndolos cambiar constantemente". Por lo que la región cercana al mar de Frisia "parece de cuento, con sus casas de madera, canales con puentes que se abren para el paso a los barcos, molinos de viento...", explica.

7. Los Alpes

Los enamorados de las "carreteras reviradas con bonitos paisajes" no deben perderse este destino que recomienda Judith Obaya. No importa entrar por Suiza, Francia o Italia porque subir y bajar sus puertos sorprenderán al viajero, ya que "cada uno es más espectacular que el anterior". Aunque los más conocidos son La Bonette, en los Alpes franceses, con 2.715 metros de altitud, y el Estelvio, en los Alpes italianos, con 2.757 metros. "Recuerdo el día que subí La Bonette, la niebla no dejaba ver más allá de la rueda delantera. En la carretera había piedras y barro de desprendimientos, subí tan despacio que me pareció una eternidad", recuerda esta viajera incansable de otro de los destinos del mundo que no hay que perderse viajando en moto.

8. El Atlas

Para Judith Obaya, las montañas del Atlas, en Marruecos, son un lugar "espectacular" para rodar tanto por carretera como por pistas. Sus paisajes de montaña, "muy salvajes, tanto que, salvo lugares muy concretos, no están explotados turísticamente", son los que han conquistado a la maliayesa. Explica que llama la atención los pequeños pueblos escondidos en lugares recónditos, con casas de adobe y las jaimas de los pastores nómadas. "Sus gentes son entrañables y hospitalarias y, tras una retahíla de preguntas encadenadas para interesarse por tu salud, familia, incluso tu estado de ánimo, te invitarán a tomar té o a comer", comenta. Por lo que con estos anfitriones, el Atlas es otro lugar indispensable para la motera.

9. Estambul

Para los amantes de las grandes rutas, donde el camino es lo que importa y el final también, Estambul es su destino. Esta ciudad turca es "bulliciosa y colorida" y "acoge con simpatía al viajero". Para Judith Obaya conducir por sus calles, "atestadas de peatones que corren de un lado a otro y de coches tocando la bocina puede impactar al principio, pero poco a poco te vas adaptando a su ritmo y llega a gustar". Muy recomendable.

10. Porcaro

Ésta es una macroconcentración motera poco usual, destaca, aunque considera que es "el lugar perfecto para ver todo tipo de motocicletas, la mayoría con sidecar". En Francia la pasión por el motor de las dos ruedas se vive en familia. Obaya comenta que "los padres van en la moto, los hijos en el sidecar, y la moto del niño y el equipaje en un remolque. Es otra forma de vivir la moto". Los asiduos que van en grupo suelen llevar una furgoneta de apoyo con todo el material de acampada, carpa y barbacoa. El día 15 de agosto, por la mañana, las motos hacen caravana para ser bendecidas por un sacerdote motero. En Porcaro, el santuario de la Madone des Motards, que es la Virgen de los de los motociclistas, puede ser visitado todo el año. Fue construido en 1987. Es un lugar de peregrinación habitual para los motoristas.

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