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Obama es el amo de la diplomacia digital

El presidente de EE UU, con 137 millones de admiradores en sus distintos perfiles, es de lejos el líder más activo y seguido

Obama es el amo de la diplomacia digital

Atención, pregunta: ¿cuál es la red social favorita para desarrollar la diplomacia digital? Twitter. Un total de 173 líderes políticos de todo el mundo, o sea, el 90 por ciento de los mandatarios de estados miembros de la ONU, la han elegido para dar la cara digitalmente por delante de Facebook -con páginas oficiales de 169 gobiernos-, seguida de YouTube, donde el 78 por ciento de los estados tiene canal. Así lo revela el estudio anual "Twiplomacy", de la consultora internacional Burson-Marsteller. No obstante, las páginas de Facebook tienen casi el doble de seguidores y los gobiernos ya empiezan a tender puentes con lugares donde hay más presencia de usuarios jóvenes como Snapchat. El informe buceó en 795 cuentas de Twitter de jefes de Estado y de Gobierno de 173 países con una audiencia de 324 millones de seguidores, y llegó a la conclusión (previsible, no me digan que no) de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es el gran líder mundial en diplomacia digital: 137 millones de seguidores en sus distintos perfiles sociales -74 millones sólo en el personal de Twitter-, que todos sus "colegas" juntos. Le sigue a mucha distancia el Papa Francisco.

Según el estudio, los ministerios y ministros de Exteriores de diferentes países se sirven de la red social para establecer relaciones, como sucedió cuando la cuenta de Twitter del Departamento de Estado de EE UU empezó a "seguir" a la de Cuba pocos meses antes de que las relaciones diplomáticas volvieran a su cauce.

Cambiamos de pantalla, pero seguimos enredados. Lo normal cuando se habla de influencia en las redes sociales es pensar en cantidad más que en calidad. Es decir, la tendencia es atribuir un gran peso como prescriptores a los usuarios que presumen de tener más seguidores y de ser los más citados en grandes espacios virtuales de comunicación global como Twitter. Y puede que sea la creencia en algunos casos, pero no en todos. Despidamos como se merecen a las generalizaciones porque la realidad es mucho más compleja. Un reciente informe de Emilio Serrano, de la Universidad Politécnica de Madrid, y Carlos Ángel Iglesias, del departamento de Ingeniería de Sistemas Telemáticos del mismo centro, obliga a matizar las cosas y advierte que los internautas con muchas publicaciones muy especializadas son los más influyentes.

En su trabajo, los autores apuntan además que los rumores sembrados por las redes tienen como objetivo fundamental condicionar la forma en la que se comportan los demás al margen de la información contrastada y objetiva. Veraz. Y ponen como ejemplo la labor de popularizar una marca de cualquier producto o desprestigiar a la competencia. Estrategia que se puede trasladar al territorio político, tan fértil para las polémicas y confrontaciones en distinto grado de intensidad. Rumores que empiezan siendo falsos pero terminan haciéndose reales o que sirven para aumentar el valor de determinados activos para favorecer la especulación. Emilio Serrano apuntó que el rumor es como una enfermedad infecciosa que genera tres estados: susceptible de ser infectado, infectado, y recuperado. ¿Cómo se cura esa infección? Por medio de "antirrumores" que hagan las veces de antibióticos digitales. Es decir: información veraz que alcance lo antes posible al mayor número posible de usuarios de la red.

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