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MIGUEL SEBASTIÁN | Economista, exministro de Industria, Turismo y Comercio y autor de "La falsa bonanza"

"Si todos reconocemos que nuestro modelo económico es malo daremos un salto enorme"

"El AVE a Asturias sólo está justificado si cubre, como poco, los costes de funcionamiento al margen del altísimo gasto que supone la infraestructura"

Miguel Sebastián. Luisma Murias

"Mi puerta giratoria ha sido la Universidad", señala el economista Miguel Sebastián (Madrid, 1957) para explicar a qué se dedica después de pasar por la dirección del Servicio de Estudios del BBVA y de la Oficina Económica del Presidente durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y de ser ministro de Industria, Turismo y Comercio entre 2008 y 2011. Ahora da clases de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid y a finales del pasado año publicó "La falsa bonanza. Cómo hemos llegado hasta aquí y cómo intentar que no se repita", un análisis crítico de la época de vacas gordas que presentó esta semana en el salón de actos de UGT de Asturias. El libro tiene dedicatoria para Zapatero: "deseando que pronto resulte habitual que se le dediquen libros".

-¿No ha recibido tentadoras ofertas de empresas tras dejar el ministerio?

-No. Yo volví a la universidad, además al mismo despacho.

-¿Y la puerta de la política sigue abierta?

-Soy militante de base del PSOE y siempre estoy a disposición de mi partido.

-En su libro analiza del periodo 1998-2008, que denomina de "falsa bonanza". ¿Hay síntomas de ella en el actual crecimiento económico?

-Hay síntomas de que volvemos al viejo malo modelo productivo. Todo el mundo habla del crecimiento económico, del 3,2%, pero nadie mira el crecimiento de la productividad, que está sobre el 0,3 ó el 0,4%, muy bajo. Otro ejemplo es la temporalidad, que había caído porque buena parte de la destrucción del empleo había sido de trabajadores temporales, pero nada más recuperarse el empleo vuelve a subir la tasa. El crédito también se empieza a recuperar, pero buena parte está vinculado a hipotecas. Todos son síntomas del viejo modelo.

-¿Y cómo se cambia?

-El modelo económico que tenemos desde que entramos en el euro ha sido malo y tenemos que cambiarlo. Gobierno, fuerzas políticas, empresarios y sindicatos debe llegar a un consenso y reconocer que nos hemos equivocado, que no podemos seguir con un modelo con baja productividad, con precariedad, con desprecio por la innovación, con un tamaño empresarial muy pequeño, con un gusto excesivo por el ladrillo y el corto plazo, y que no apuesta fuertemente por la formación y la internacionalización. Podemos estar en desacuerdo sobre las medidas, pero lo que busco es un consenso en el diagnóstico, si reconocemos que el modelo es malo podemos dar un salto como país enorme.

-¿Hacia dónde?

-Debemos mirar a los países que tanto en la zona euro como fuera de ella, como es el caso de Dinamarca, tienen un crecimiento de la productividad más elevado. Eso requiere apostar por la industria, sector en el que hemos perdido peso; apostar por el crecimiento de las empresas para que puedan innovar, formar e internacionalizarse; apostar por un modelo energético más competitivo y que dependa menos del exterior, y apostar por un sistema financiero más moderno, no tan dependiente de los bancos.

-¿Financiación sin bancos?

-Se pueden buscar vías alternativas a través, por ejemplo, del capital riesgo. Cabify, que es el Uber español, ha conseguido levantar 105 millones de euros en financiación no bancaria. Es un ejemplo. No digo romper, pero sí al menos disminuir el vínculo excesivo que tenemos con los bancos, aunque sé que a ellos no les gusta nada lo que estoy diciendo.

-¿España ha salido de la crisis?

-No. Somos uno de los países que más crece en Europa, pero nuestro nivel de renta, el PIB real, todavía está cuatro puntos por debajo del que había en 2018, cuando empezó la crisis. Si todo va bien, y seguimos creciendo en torno al 3% este año y al dos y pico el próximo, recuperaremos el PIB real del 2008 a mediados de 2017 y ahí podremos decir que hemos salido de la crisis. Estados Unidos lo recuperó en 2011, Alemania en 2014, la eurozona en 2015 y nosotros en 2017, por ello deberíamos ser más prudentes y modestos cuando hablamos de nuestra recuperación económica. Y qué decir del empleo. Hemos perdido 18 puntos y se han recuperado cuatro. La eurozona perdió cuatro puntos y ha recuperado dos. Ellos la mitad, nosotros la cuarta parte. En niveles de rentas y empleo aún no hemos superado la crisis, no estamos para sacar pecho.

-En su libro describe la "fiesta" que se vivió en España antes de la crisis y señala que nadie se atrevió a apagar la música. ¿Usted no pudo hacer más para corregir excesos?

-No teníamos política monetaria para subir los tipos de interés, ya estaba en manos del Banco Central Europeo, y las medidas regulatorias financieras para limitar el crédito, como por ejemplo impedir la concesión de hipotecas por encima del 50% del valor del piso, le correspondían al Banco de España. Nosotros podríamos haber eliminado la deducción por la compra de vivienda, que la quitamos, pero tarde. Nos pilló la burbuja muy inflada e hicimos cosas, como apoyar la vivienda en alquiler, pero podríamos haber hecho más. No obstante, buena parte de la responsabilidad viene de la ley del suelo de 1998 y de la ley de cajas de ahorros de 2002, que fue la que impulsó su crecimiento y abrió la guerra para ver quien daba más crédito sin importar los riesgos y las consecuencias.

-¿Cuales son las reformas económicas pendientes más urgentes ahora?

-La más urgente es la de las pensiones. El euro enmascaró el problema demográfico. Vino mucha gente de fuera que aportó mucho al sistema y cobró poco por su edad. Cuando se han ido al paro o se han ido del país ha aflorado el problema de las pensiones. Tenemos un déficit de la Seguridad Social y me juego lo que quiera que antes de que acabe el verano van a volver a sacar otros 5.000 millones de euros de la hucha, que da para un tiempo limitado de unos dos años. Por tanto hay que hacer algo con el sistema de pensiones. Y desde luego también con el mercado de trabajo porque la reforma laboral del PP ha fracasado.

-Ha creado empleo...

-La temporalidad ha vuelto a aumentar y ha salido un modelo muy precario. Yo siempre he defendido el tiempo parcial, pero no para que se convierta en un abuso. Se necesitan también reformas en materia energética para reducir la dependencia; en política industrial, que ha sido exitosa en el tema del automóvil pero hay que seguir alimentándola y ampliándola; en I+D+i, que debe ser el motor de nuestro crecimiento y no un lujo; en el modelo educativo, con un horizonte de 10 o 20 años para no cambiarlo continuamente. Pensiones, energía y educación creo que se puede sacar del debate ideológico y llegar a un acuerdo de las cuatro grandes fuerzas políticas.

-¿Espera grandes cambios en los resultados del 26-J con respecto a diciembre?

-En diciembre hubo un empate entre la derecha y la izquierda y ninguna de las dos partes podía hacer un Gobierno sin los nacionalistas e independentistas. Ahora yo creo que es imposible que haya unas terceras elecciones y creo que es posible haya un desempate. O que el PP con Ciudadanos pueda formar Gobierno o que el PSOE pueda hacerlo con Podemos.

-¿Le molesta que Podemos se presente como la "verdadera" socialdemocracia?

-Me parece que no es verdad. El PSOE siempre ha estado en la Internacional Socialista, que es donde están las raíces de la socialdemocracia. Si Podemos se apunta al campo socialdemócrata, pues estupendo, pero no pueden tener el monopolio. Cuando pienso en Podemos, más que en sus dirigentes pienso en sus cinco millones de votantes, buena parte de ellos potenciales votantes del PSOE. Por eso les tengo respeto y aprecio.

-Parece que Pablo Iglesias admira más a Zapatero que Pedro Sánchez...

-Pablo Iglesias es un maestro del marketing y del show político. Ese aprecio luego se tiene que demostrar tratando con respeto a los socialistas. Muchos, empezando por Zapatero, nos sentimos molestos cuando se refieren a nuestros líderes del pasado, como Felipe González, de forma hiriente.

-La parálisis política de los últimos meses y la incertidumbre, ¿ha tenido coste económico?

-Aparentemente no, porque todas las previsiones de crecimiento se están desbordando al alza y a fin de año estaremos más cerca de un crecimiento del 3% que del 2,6% previsto. De todas formas sí habrá efectos porque el nuevo Gobierno va a tener 15 días para ajustar el presupuesto de 2016 y hacer un presupuesto de 2017 con unos objetivos ambiciosos. Si no lo hace puede haber problemas con la Comisión Europea, con el Banco Central Europeo y con los mercados.

-¿Qué se juega Europa y España en la votación sobre el "brexit"?

-Yo espero que ganen los partidarios de quedarse. Los ingleses son tremendamente pragmáticos y no les ha ido mal en la Unión Europea, porque tienen el cheque británico (un descuento en la contribución del Reino Unido al presupuesto de la UE) y a pesar de su renta per cápita alta han sido receptores netos.

-¿Y si se van?

-Tendremos un lío a corto plazo, pero las instituciones europeas tendrán que reaccionar y reforzar la unión de los que nos quedemos. Si eso sirve para acelerar la unión política y fiscal de los 27 restantes será una buena reacción ante una mala noticia. Si nos quedamos de brazos cruzados y cada uno a lo suyo, será muy malo.

-Asturias aún vive pendiente del carbón, ¿debe pasar página?

-Cuando estábamos en el Gobierno tuvimos una fuerte tensión con la Comisión Europea. Siempre defendimos el argumento de la seguridad del suministro. Somos un país muy dependiente energéticamente y Europa también, por lo tanto hay que darle una dimensión europea al problema. Yo soy partidario de que haya una reserva de carbón autóctono, porque una vez que cierras la mina es muy difícil reabrirla, pero otra cosa es la dimensión y su sostenibilidad. A mí me parece injusto que se apliquen a rajatabla los criterios de eficiencia económica con el carbón y no con muchas otras cosas de las administraciones públicas. Hay otras bolsas de ineficiencia en la economía que no despiertan tantos odios.

-En su libro incluye el AVE a Asturias y la ampliación del puerto de El Musel en el capítulo de excesos y despilfarros. ¿Por qué?

-Una infraestructura está justificada si luego cubre, al menos, los costes variables. Lo que hay que pedir al AVE, como poco, es que los ingresos por los viajeros sean capaces de cubrir el coste del funcionamiento, al margen del altísimo coste de la infraestructura. ¿En cuántas de las líneas operativas eso ocurre?. ¿Lo hará en la del Norte?. Si la respuesta es no, el AVE provocará, además del alto coste de la infraestructura, un agujero permanente.

-¿Y el puerto?

-Pasa lo mismo. Debe haber mayor coordinación para mejorar la eficiencia de los puertos. Hay muchísima oferta portuaria ociosa.

-¿No debería haberse construido el AVE de Asturias ni ampliado el puerto?

-Se debería haber pensado con criterios de largo plazo. Ahora bien, una vez hechas las obras lo que hay que buscar son fórmulas para mejorar su utilización.

-¿El precio de la electricidad es un factor de deslocalización industrial en España vistas las amenazas de Alcoa y los cierres de Arcelor-Mittal en País Vasco?

-El precio de la electricidad es un factor muy relevante para la competitividad. Para muchas industrias, como las que usted menciona, incluso es más relevante que el propio coste laboral. Yo soy partidario de que los llamados costes regulados, es decir las primas a las renovables o los costes extrapeninsulares, pasen al presupuesto y eso permitiría bajar el coste de la electricidad. Además habría que animar a las empresas eléctricas a que lleguen a acuerdos a largo plazo con estas industrias tan intensivas en energía para que tengan un suministro a un precio razonable.

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