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Un cóctel que sienta fatal a los caladeros

"No hay una única razón que explique la escasez de pescado en nuestras rulas, si acaso un cóctel de ellas". Así, con esta consideración previa, introduce el director general de Pesca del Principado, el biólogo Alberto Vizcaíno, su discurso sobre las causas conocidas o sospechadas que tienen contra las cuerdas a algunas de las pesquerías tradicionales del Cantábrico y, en consecuencia, a la flota asturiana acogotada.

"En el caso de una especie de gran importancia como la sardina, los científicos han concluido que sufre un problema derivado de las condiciones ambientales. Se trata de un pez pelágico (que vive cerca de la superficie) que hace desoves masivos y cuando éstos se producen en condiciones favorables la especie se dispara; no obstante, cuando los desoves son fallidos ocurre lo contrario y la especie decae", explica Vizcaíno.

Cuando los ciclos reproductivos son prósperos -y en esto influyen variables como las corrientes marinas, la temperatura del agua, la abundancia de los nutrientes o la acción de los depredadores-, la acción pesquera no es necesariamente determinante sobre el stock; todo lo contrario ocurre cuando la sardina atraviesa por periodos reproductivos adversos -y los últimos años son de éstos-, pues entonces la presión de los barcos influye y además lo hace de modo crítico.

"Lo que está pasando con la sardina, hoy prácticamente inexistente en nuestras aguas, ocurrió con el bocarte hace una década y obligó a la Unión Europea a vedar la especie durante un lustro hasta que se constató su recuperación. Tanto es así que ahora podría hablarse de abundancia, como indican los buenos datos de capturas registrados el año pasado", añade el director general de Pesca.

A lo que Alberto Vizcaíno apunta con sus palabras y lo que los científicos concluyen en sus informes es lo mismo que los pescadores asturianos resumen de modo más coloquial con una expresión bien entendible: "Algunos peces tienen ciclos y ahora mismo estamos viviendo uno malo". Ciclos biológicos que, según los expertos, explican la mayor o menos abundancia de casi todas las especies pelágicas (como el bocarte) e incluso el bache que atraviesan otras dos pesquerías muy tradicionales en Asturias: el calamar y el pulpo.

Todo lo anterior no invalida fenómenos que, según Vizcaíno, juegan en contra de la sostenibilidad de los recursos pesqueros, como la sobreexplotación, los modelos de gestión y el llamado cambio climático. Al respecto de este último, el responsable pesquero regional apenas tiene ya dudas: "El calentamiento del Cantábrico ha dejado de ser una cuestión discutible para convertirse en una evidencia científica y, además, no lleva un ritmo geológico -es decir, un régimen de cambios perceptible a muy largo plazo-, sino que se manifiesta en décadas". La alarmante disminución de los campos de laminarias (un tipo de algas) en la costa asturiana es una de las evidencias de ese calentamiento de las aguas, una circunstancia que influye en los peces de doble manera: altera sus hábitats (el bonito se pesca cada vez más al Norte, en la presunción de que busca aguas frías que ya no encuentra cerca de la costa asturiana) y condiciona su alimentación al reducir, como en el caso de las algas laminarias, los menús de nutrientes.

Respecto al modelo de gestión de los recursos pesqueros, los polémicos TAC o cupos de captura que impone Bruselas y regula Madrid, la opinión de Vizcaíno es especialmente crítica: "Que el modelo es manifiestamente mejorable lo demuestra el hecho de que según los últimos datos del Ministerio, este año hay un consumo muy por debajo de lo asignado a España en especies como la merluza, el chicharro o el bocarte. Pero ese consumo no es homogéneo en todo el Cantábrico: la flota de Asturias, una comunidad a la que el Gobierno central se ha empeñado en castigar asignándole cuotas discriminatorias, tiene que hacer equilibrismo cuando faena para no agotar los cupos cuando barcos análogos de otras regiones del Norte pescan lo que quieren y ni así agotan sus derechos de pesca".

La solución a esa aparente paradoja pasaría, según el director general de Pesca, "por algo tan obvio como evaluar periódicamente el estado de las pesquerías y reasignar los sobrantes entre quienes los necesitan; claro que eso implicaría admitir que algo se ha hecho mal y de momento el Gobierno central no parece estar por la labor". Los pescadores, concluye Vizcaíno, "son capaces de plegarse a las circunstancias, de autogestionar la escasez o la abundancia de las especies; así lo llevan haciendo toda la vida, claro que lo que nunca había ocurrido es que alguien les limite, que la Administración les deje literalmente sin especies objetivo que llevar a su redes".

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