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La pesca asturiana da síntomas de agotamiento

La escasez de especies tan populares como la sardina es sólo la punta del iceberg de un problema más peliagudo: la decadencia completa del sector

Dos marineros descargan cajas de bocarte en el puerto pesquero de Gijón. Juan Plaza

Víctor, el nombre imaginario del encargado de compras de una empresa mayorista de pescado afincada en Asturias, duerme sin despertador. No lo necesita porque a las 5 de la mañana, minuto arriba o abajo, recibe todos los días una llamada de su contacto en la rula de Vigo para darle el parte de barcos que tienen previsto descargar y el tipo de pescado que traen a puerto. Mientras se asea es probable que le llame "el franchute", que es como Víctor denomina al agente comercial que le informa de la mercancía que habrá disponible ese día en los puertos de la fachada atlántica francesa. El hombre desayuna mientras conversa con los compradores a su servicio en Portugal (uno que cubre el mercado de las islas Azores y otro que se ocupa de las lonjas peninsulares), y ya en el coche de camino a la nave charla con intermediarios repartidos por toda España: "los del Sur" y "los de Levante".

Cuando se sienta en la oficina, Víctor aún tiene pendientes varias llamadas telefónicas: al comprador de Mercamadrid (que le pone al día, entre otros, de los productos pesqueros llegados de Argentina), al del País Vasco (que le abastece de producto de las lonjas de Pasajes y Ondárroa), al de La Coruña, al de Burela (Lugo), al de Cantabria, a los importadores de pescado griego y turco, al que le abastece de salmón noruego y al que controla el mercado del norte de África. Y, por supuesto, a los que le compran pescado en las rulas asturianas, entre otros.

Con toda la información recopilada en esas primeras horas de la mañana, en función de los precios estimados de venta y de las necesidades de su empresa -a su vez condicionadas por los pedidos recibidos-, Víctor da las órdenes de compra. Y así, todos los días. El teléfono de Víctor ha petado varias veces de tanta tralla que le da y en la agenda laboral de este hombre que presume de poder servir a un cliente cualquier producto de la mar "de un día para otro" constan cientos de contactos de "conseguidores" de todo tipo de pescados.

Lo único ficticio de este relato es el nombre del protagonista, reacio a desvelar su identidad para evitar suspicacias en un sector -el de la comercialización pesquera- donde, según comenta, "se toma nota de todo". La empresa de Víctor, una de las que más factura en Asturias dentro de su sector, mueve miles de toneladas de pescado cada año, pero apenas un 2 por ciento proviene de las lonjas asturianas; otras fuentes del sector elevan ese porcentaje de "pescado autóctono" hasta el 50 por ciento, inferior en todo caso al 70 por ciento que era lo normal no hace muchos años. "El pescado asturiano escasea; ésa es la cruda realidad", afirma con gesto de contrariedad Inocencio Rodríguez, el presidente de AMPPA, la asociación que agrupa a los mayoristas y distribuidores de pescado de la región. "Y lo dramático es que nadie mueve un dedo por frenar esta debacle", añade de inmediato.

El mal comienzo de año que han tenido todas las rulas asturianas ha puesto el foco en una problemática que en realidad no es nueva, pero que ahora se manifiesta con especial crudeza y con gran repercusión mediática por noticias como la veda del oricio o el derrumbe de las capturas de sardina a mínimos jamás registrados. Los datos son elocuentes: las toneladas de pescado subastadas en las lonjas de la región entre enero y mayo cayeron un 10,97 por ciento, pasando de 13,83 millones de kilos a 12,31; en correspondencia, el valor de la pesca en primera venta menguó un 9,67 por ciento: 24,11 millones de euros en los cinco primeros meses de 2015 frente a 21,78 millones en el mismo periodo de este año. No se salva ninguna especie: el pasado mes de mayo se rularon en toda Asturias 3.027 kilos de salmonetes (6.425 kilos el mismo mes del año pasado), 4.040 kilos de San Martín (6.072 hace un año), 1.439 kilos de xargo (1.800 en mayo de 2015)... y así para casi todo el pescado.

Los comercializadores asturianos de pescado alertan de que este hundimiento de la actividad comercial de las rulas tiene consecuencias económicas, y ninguna buena. La necesidad de extender la red logística a otros puertos españoles para conseguir fuera de Asturias el pescado que aquí escasea se traduce en un aumento de costes que al no poder ser repercutido íntegramente en el precio de venta reduce los márgenes de las empresas y las aboca a recortar personal o, directamente, cerrar. Un dato ilustrativo: la merluza de Gran Sol que compran los mayoristas asturianos en Burela (Lugo) cuando aquí escasea tiene un coste extra de un euro por kilo achacable al transporte y las labores de manipulación. Paradójicamente, la rula de Burela es el centro de operaciones de buena parte de la flota comunitaria asturiana, que emigró del puerto de Avilés en busca de mejores condiciones comerciales.

El presidente de AMPPA estima que "se han ido al garete un 15 por ciento de las empresas mayoristas, comercializadoras o transformadoras de pescado que había hace un lustro y otro 30 por ciento se ha visto obligado a reconvertir sus actividades y reenfocar el negocio, y todo para sobrevivir a duras penas. Por supuesto, en estas condiciones de escasez de pescado autóctono es impensable que un inversor elija Asturias para desarrollar proyectos pesqueros o que los implantados se atrevan a aumentar capacidad".

Otra expresión de este mismo declive es la fortísima crisis del sector de la conservas, antaño tradicional en las villas marineras asturianas. En la actualidad no hay ni una sola empresa de esas características en el Principado colocada entre las sesenta primeras del ranking nacional por facturación y producción de derivados del pescado, lo cual es tanto como decir que ninguna de las que quedan en la región llega a los tres millones anuales de ventas, según datos de la patronal conservera. La única expresión asturiana en el gran mercado español de la conserva son marcas que aluden a la tierra como Cabo Peñas... con fábrica en Pontevedra.

El presidente de la asociación de mayoristas urge medidas para frenar el declive pesquero de la región y apunta directamente a la cabeza de Alberto Vizcaíno, el director general de Pesca: "En los dos mandatos que lleva en el cargo no ha tenido ni una sola iniciativa para parar esta ruina; le hemos pedido en reiteradas ocasiones que convoque una mesa sectorial en la que todos los afectados podamos analizar el estado del sector y concretar un plan que lo salve, pero elude esa responsabilidad olímpicamente y sólo tiene a bien hablar con quienes le bailan el agua; tanto es así que hace unos meses boicoteó una iniciativa de la cofradía de pescadores de Avilés en ese sentido". Rodríguez alerta de que "hay una alfombra roja puesta para que se vayan de Asturias los barcos y las empresas, y mientras el Gobierno regional no cambie de actitud, ese camino va a seguir estando muy transitado".

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