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Los 24 distinguidos huéspedes de la Quinta de Selgas

Trece rostros de once grandes retratistas españoles de los siglos XVI al XX componen la gran exposición del verano en Asturias

El general don Antonio Ricardos

Juan José Luna, jefe del departamento de pintura del siglo XVIII del Museo del Prado, dice que "el verdadero arte, a cargo de autores distinguidos, es perspicaz y tiene la facultad de penetrar en lo más profundo del espíritu humano y narrar al espectador que sabe ver, no solamente mirar, y desvelarle muchos aspectos íntimos que subyacen ocultos tras una densa capa de pormenores y detalles de índole sociocultural".

La exposición "El retrato en el Museo del Prado" que se exhibe este verano en la sede de la Fundación Selgas-Fagalde, en el palacio de La Quinta, El Pito (Cudillero), reúne todas esas características. Son once retratos, en los que asoman trece rostros que forman parte de la historia española, de la que se escribe con mayúsculas y de la popular, realizados por otros tantos maestros de la pintura, y que ilustran cinco siglos de la historia de la pintura española, desde el XVI al XX.

Los cuadros, firmados por artistas tan famosos como Velázquez, Goya, El Greco, Sorolla o el asturiano Carreño de Miranda, permiten acercarse a "una de las mejores tradiciones artísticas de nuestro país", en palabras de Miguel Zugaza, director del Museo del Prado. La exposición forma parte de los actos que conmemoran los 25 años de la constitución de la Fundación.

El descubrimiento, estudio y restauración de la obra "Aníbal cruzando los Alpes", realizada en su juventud por Goya, que se creía desaparecida y se custodiaba en La Quinta, está en el origen de la colaboración entre el Prado y la Fundación Selgas-Fagalde. Desde entonces, la relación ha sido estrecha.

La pintura de Goya se exhibe desde 1994 en el museo nacional de Madrid y, a cambio, el Prado restaura obras de la institución asturiana y muestra algunas de sus magníficas colecciones. La primera de las exposiciones, anterior a la actual, en el año 2012, exhibió una selección de bodegones del pintor asturiano Luis Meléndez.

Muestra de la importancia que ambas instituciones dan a su estrecha colaboración fue la asistencia a la presentación y al acto posterior -en el que, además, se estrenó la obra musical "Óleos en música", del compositor Guillermo Martínez, con textos de María Teresa Álvarez, ambos asturianos- del ya citado Zugaza y de la vicepresidenta del patronato del Prado, la asturiana Amelia Valcárcel, que acompañaron al comisario, Carlos González Navarro, especialista en pintura del siglo XIX del citado museo.

El catálogo editado con este motivo incluye un estudio sobre la pintura de retrato, realizado por Juan José Luna, y los comentarios a las obras los firman grandes especialistas del museo, como Leticia Ruiz Gómez, Javier Portús, Manuela Mena y Javier Barón, a los que se añade el nombre de José Luis Díez, director del Museo de las Colecciones Reales. Acción Cultural Española (AC/E) también ha colaborado en el proyecto.

TRECE ROSTROS

Las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela

Autor: Alonso Sánchez Coello

Año: 1575

Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela fueron las dos hijas que Felipe II tuvo con su tercera esposa, la francesa Isabel de Valois. Todo parece indicar que el monarca sentía un gran afecto por ambas, hasta el punto de que las infantas le ayudarían a fijar la influencia filipina en ámbitos tan delicados para España como los Países Bajos, de los que la primera fue soberana y posteriormente gobernadora, y el norte de Italia. Alonso Sánchez Coello (Benifayó, Valencia, 1531-Madrid, 1588), pintor de cámara de Felipe II e iniciador del género retratístico en España, pintó con frecuencia a ambas infantas. El retrato que constataba el sano crecimiento de los menores de las dinastías era un instrumento para las políticas matrimoniales y sucesorias. Éste apenas se diferencia de las características generales del retrato cortesano. Las niñas aparecen representadas de pie, en un interior indefinido en el que se atisba un bufete cubierto por un tapete verde. Leticia Ruiz Gómez, jefa del departamento de pintura española del Renacimiento del Museo del Prado, afirma: “No estamos ante un doble retrato infantil, sino ante el retrato de las hijas del rey”.

Eugenia Martínez Vallejo,

Retrato de caballero joven

Doménikos Theotokópoulos, “El Greco”

Año: 1600/05

El Greco (Candía, Creta, 1541-Toledo, 1614) es el creador del retrato civil toledano fuera del ámbito de la corte madrileña. Pese a ser el artista más sobresaliente de cuantos trabajaron en España durante el reinado de Felipe II y a tener una sólida formación artística que desarrolló entre su Creta natal y la península italiana, en España no consiguió encauzar su carrera en los dos ámbitos en los que había puesto inicialmente su objetivo: la corte y el cabildo catedralicio de Toledo. Magnífico retratista, desarrollaría su arte en iglesias y conventos de la ciudad que le adoptó. El “Retrato de caballero joven” es, según José Álvarez Lopera, uno de los mejores especialistas en el pintor, la cabeza de un desconocido -probablemente un hidalgo castellano de la España del siglo XVI-, realizada con una refinada contención expresiva y con una indudable riqueza de registros pictóricos que resultan ejemplares en su periodo final. Adquirido en 1718 por Alonso Fernández Manrique de Lara y Ribero, duque del Arco, que poseía una finca de recreo cerca del Pardo (Madrid), la obra aparecía en el inventario hecho a la muerte de Carlos III, entre 1789 y 1794.

El príncipe Felipe, futuro Felipe IV, y el enano Miguel Soplillo

Rodrigo de Villandrando

Año: 1620

Es probablemente el último retrato que se hizo a Felipe IV como príncipe de Asturias, ya que en mayo de 1621 ocuparía el trono español por espacio de 44 años. En un reinado tan largo hubo tiempo para el esplendor y para el declive. Educado por el conde duque de Olivares, aficionado desde niño a la pintura, la música y el teatro, hizo del palacio de Buen Retiro un universo a su medida. Cuando se hizo este retrato eran tiempos felices, lejos todavía el desvanecimiento de la Unión Ibérica y los problemas ¬territoriales del imperio español. En esta tela, realizada por Rodrigo de Villandrando (Madrid, 1588-1662), pintor del rey Felipe III y predecesor en el cargo de Velázquez, el príncipe aparece de pie, ligeramente girado hacia un lateral; lleva la mano izquierda a la empuñadura de la espada mientras que la derecha la apoya en la cabeza de Miguelito, “el Soplillo”, un enano que procedía de la corte de Flandes y que había sido un regalo de la infanta Isabel Clara Eugenia, su tía. Hay quien ve en la inclusión de Soplillo en el cuadro un gesto de protección del monarca hacia el servidor o bien un signo de agradecimiento a su tía.

Doña María de Austria, reina de Hungría

Diego Velázquez

Año: 1628/1630

María de Austria (1606-1646), hija de Felipe III y hermana de Felipe IV, fue como infanta y mujer casadera una pieza más del juego político de alianzas matrimoniales. Se casó por poderes en Madrid con su primo Fernando de Habsburgo, por entonces rey de Hungría y más tarde soberano del Sacro Imperio Romano Germánico. Cuatro años después dio a luz a una niña, Mariana de Austria, que acabaría casándose con su tío Felipe IV, y de cuyo matrimonio nacería Carlos II. Hay dudas sobre la fecha de realización de esta obra. Velázquez, pintor de la corte de Felipe IV y figura fundamental de la historia de la pintura europea, pudo pintarlo, del natural, durante un viaje a Italia en 1630, pero también pudo hacerlo por encargo del rey en 1628. El tratamiento del rostro, cercano al método empleado para las efigies de Felipe IV y del infante Carlos, la sitúan, al decir de algunos especialistas, en 1628, pero otros consideran que el modo de trabajar los cabellos en toques nerviosos y abreviados exigen mantener la fecha de 1630.

Eugenia Martínez Vallejo, “la Monstrua”, vestida

Juan Carreño de Miranda

Año: 1680

En la corte española del siglo XVII había un gusto por las rarezas naturales, por personas con anomalías físicas o psíquicas. Eugenia, una niña de 6 años que pesaba cerca de 70 kilos y que causó sensación en el Madrid de la época -aunque hoy puede parecer cruel, entonces formaba parte de los comportamientos hacia los diferentes-, fue retratada por el asturiano Juan Carreño de Miranda (Avilés, 1614-Madrid, 1685) por orden de Carlos II. Debía retratarla vestida y desnuda. La versión que se exhibe en la Fundación Selgas-Fagalde, la niña vestida con un espléndido ropaje, contrasta deliberadamente, al decir de los expertos, con la niña desnuda que sostiene en su mano racimos de uva. Profundamente influido por la técnica veneciana y las composiciones flamencas, Carreño de Miranda, pintor de frescos, de temas religiosos y magnífico retratista, supo desarrollar una carrera admirable y original con sutiles aportaciones, tanto desde el punto de vista iconográfico como estilístico.

El infante don Gabriel de Borbón

Autor: Anton Raphael Mengs

Año: 1765/67

Gabriel de Borbón (Portici, Nápoles, 1752-Madrid, 1788), hijo de Carlos III y de María Amalia de Sajonia, fue un príncipe humanista y mecenas, con grandes conocimientos de latín -tradujo a Salustio-, música, dibujo y pintura. Fue gran prior del hospital de San Juan de Jerusalén (Malta) en Castilla y ¬León; contrajo matrimonio por poderes en Lisboa con la infanta de Portugal María Victoria de Braganza, pero la unión sólo duraría tres años, ya que el infante falleció prematuramente en El Escorial. Retratado de más de medio cuerpo, en ese momento tendría entre 14 y 16 años y puede verse a una figura de serena seguridad, sobria y vital. Soberbiamente ejecutado, Anton Raphael Mengs (Aussig, Bohemia, 1728-Roma, 1779), prototipo de artista internacional del siglo XVIII y abanderado del nuevo estilo neoclásico, combina una técnica irreprochable con un cierto grado de análisis de la personalidad del infante de España.

María Pilar de la Cerda y Marín de Resende, duquesa de Nájer

Vicente López Portaña

Año: 1795

La valenciana María Pilar de la Cerda y Marín de Resende Cernesio y Fernández de Heredia tendría alrededor de 20 años cuando Vicente López la retrató. Probablemente, el retrato se encargó con motivo de sus esponsales con Diego Isidro Guzmán y de la Cerda Fernández de Córdoba y Guzmán, primo segundo suyo. La joven, que fue dama de honor de la reina María Luisa, está sentada junto a un velador, en el que se ven varios medallones y un libro, y sobre el que descansa el codo izquierdo. La blancura de su piel y la finura de su talle le infunden una fragilidad delicada y elegante. En el rostro resaltan sus grandes ojos. El lienzo puede considerarse la obra maestra de la primera producción retratística de Vicente López (Valencia, 1772- Madrid, 1850), discípulo de Mariano Salvador Maella, primer pintor de cámara de Fernando VII tras la Guerra de la Independencia y uno de los artistas más solicitados de la corte de entonces. El historiador Xavier de Salas afirma que “si no tratamos de los retratos de Goya, es éste, sin duda, uno de los más hermosos retratos setecentistas que hoy atesora el Museo del Prado”.

El general don Antonio Ricardos

Francisco de Goya

Año: 1794

Antonio Ricardos (Barbastro, Huesca, 1727-Madrid, 1794), militar valeroso, culto e inteligente, fue perseguido por la Inquisición por sus ideas progresistas. En Cádiz aprendió latín e italiano, entró en el Ejército a los 14 años y combatió en Italia, Portugal y en la expedición de Argel. En 1764 fue destinado a Veracruz para reformar el Ejército de Nueva España y en 1768 formó parte de la comisión hispano-francesa para delimitar las fronteras con Francia. En 1793 recibió el mando del Ejército de Cataluña al comenzar la guerra del Rosellón. El retrato fue regalado por la viuda del general a Godoy. “Goya ha sabido trasladar no solamente sus facciones, sino la expresión de su alma”, decía en la carta que le envió. Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos, 1828), gran nombre de la pintura europea de todos los tiempos, pintor, dibujante, grabador, primer pintor de cámara del rey Fernando VII, fue profesor de pintura de la Academia de San Fernando y retratista de prestigio de la aristocracia. Murió en el exilio por sus ideas avanzadas y liberales.

Saturnina Canaleta de Girona y Jaime Girona

Federico de Madrazo y Kuntz

Año: 1856

Jaime Girona y Agrafel (1826-1907) fue un financiero catalán de éxito, propietario de una pequeña casa de banca y fundador de la Sociedad de Diligencias y Mensajerías de Barcelona. La firma Girona Hermanos, Clavé y Vidal participó como financiera del Canal de Urgell y la construcción del ferrocarril entre Barcelona y Zaragoza. Junto al marqués de Vinent y Rafael Cabezas creó el Banco de Castilla. Formó parte del denominado “grupo parlamentario catalán”, que intervino decisivamente en la industrialización de Cataluña y en grandes empresas ultramarinas como el Banco Hispano Colonial y la Compañía General de Tabacos de Filipinas. Federico de Madrazo (Roma, 1815-Madrid, 1894), retratista oficial de la corte isabelina y la alta burguesía de la capital, realizó por separado los retratos de Jaime Girona y de su esposa, Saturnina Canaleta. Ambos cuadros obedecen a un tipo de retrato que el artista frecuentó durante esa década. En ellos, el artista presenta las figuras de pie, en un interior con muy pocos detalles, de manera que son los propios personajes el único foco de atención. En el del financiero -retratado poco antes de cumplir los 30 años- trabajó un mínimo de once sesiones. El de Saturnina Canaleta está considerado como uno de los más elegantes retratos femeninos del artista. Cobró por ambos dieciséis mil reales. Enmarcó ambos retratos en una rica moldura de esquinas redondeadas, que conservan.

La niña María Figueroa vestida de menina

Joaquín Sorolla y Bastida

Año: 1901

El retrato de María Figueroa y Bermejillo (San Sebastián, 1893-Oujda, Marruecos, 1954), hija de Rodrigo de Figueroa y Torres, marqués de Gauna y luego duque de Tovar, y de Emilia Bermejillo y Martínez Negrete, dama de la reina y de la Maestranza de Granada, es un claro homenaje a “La infanta doña Margarita de Austria” , cuadro inicialmente considerado de Velázquez y más tarde de su yerno, Juan Bautista Martínez del Mazo, que Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, Madrid, 1923) admiró en el Prado. Considerado el pintor más dotado de su generación, Sorolla destacó en el retrato, género en el que mostró la influencia de Velázquez. Los retratos inspirados en personajes del Siglo de Oro fueron frecuentes en la España del siglo XIX y éste constituye uno de los más explícitos homenajes de su tiempo a esa brillante etapa de la historia española.

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