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Fotografías que enseñan geografía e historia

El Observatorio del Territorio de la Universidad de Oviedo compendia decenas de miles de fotos históricas capaces de explicar en un vistazo las alteraciones y la evolución del paisaje y de los comportamientos de la sociedad asturiana

Estas fotos hablan. Pueden contar sin palabras, por ejemplo, cómo cambió el rumbo de Somió de rural a residencial, colonizando con chalets en unos pocos decenios el parcelario rural canónico de la inmensa ería vacía del Piles. O explicar solas que Avilés es otra cosa completamente distinta desde que el terreno que ocupa Arcelor dejó de ser todo campo. Dejan a la vista la multiplicación del caserío de Gijón o la expulsión de la industria del casco urbano e ilustran, en la doble acepción de explicar e instruir con imágenes, cómo Oviedo conquistó el Nordeste cuando quiso hacerse más grande. Dan noticia triste, también, de que de la invasión fuera de lo urbano se sigue haciendo cargo el matorral€ La Fototeca Digital de Asturias, decenas de miles de fotografías de distintas épocas, escaneadas y georreferenciadas, custodiadas por el grupo de investigación del Observatorio del Territorio de la Universidad de Oviedo, es capaz de enseñar geografía e historia en una ojeada. Demuestra con pruebas gráficas el camino que en menos de un siglo ha tomado la región, dejando atrás el campo para amontonarse y acomodarse en el centro urbano, y ofrece una máquina del tiempo en la que retroceder y volver al presente a contar lo que ha pasado aquí, cómo hemos cambiado.

El fondo documental, recién abierto a la consulta pública digital, es el resultado de más de veinte años de compendio de casi toda la historia de la fotografía aérea de Asturias y de la identificación de la inmensidad de posibilidades que escondía su combinación con el análisis del paisaje. El rastreo nace de la constatación del valor de la imagen aérea histórica para el estudio comparado del territorio y del descubrimiento y acceso a los documentos acumulados desde las primeras décadas del siglo pasado. El archivo, del que el Observatorio del Territorio expone referencias y trabajos en su sitio web -www.observatoriodelterritorio.es-, se deja hacer virguerías con las nuevas tecnologías, del video a la realidad aumentada, de una imagen animada que recorre en segundos el extraordinario crecimiento del puerto de El Musel a la posibilidad de traslado inmediato, con el móvil, con la tableta, con unas gafas de realidad virtual, del Oviedo de hoy al de después de los estragos de la revolución de 1934.

El registro abarca también perspectiva oblicua y terrestre, pero todo esto arranca más o menos con el primer avión que despegó para fotografiar Asturias desde al aire y que viajaba muy lejos de la motivación académica. Tal y como lo repasa Felipe Fernández García, catedrático de Análisis Geográfico Regional y director del Observatorio, lo primero disponible pertenece al Ejército, vuelos tripulados por el interés militar que empiezan en 1931 con una colección de composiciones oblicuas de las rías y puertos de la región. De ahí es, por ejemplo, la fotografía de la ría de Avilés y de su puerto casi imperceptible si se le coloca en paralelo con el muy industrializado y hormigonado de hoy, al fondo el Niemeyer y esa mancha urbana recrecida que de tan pequeña casi ni se percibía en el blanco y negro de los años treinta. Unos años después, la necesidad de planificar las operaciones para reprimir la revolución de octubre de 1934 subió la cámara a un avión militar que salió del aeródromo leonés de la Virgen del Camino a tomar imágenes sobre todo oblicuas y verticales de un Oviedo distinto, con varios edificios sin techumbre en el entorno de la calle Uría y la Catedral, con el convento de las Salesas en lo que hoy es centro comercial, con el matadero en lo que hoy es centro comercial, hotelitos y chalets en el entorno del Campo San Francisco y fábricas en funcionamiento en las inmediaciones de un núcleo urbano sensiblemente disminuido.

Los vuelos fotográficos no cubrieron toda la región hasta mediados los años cuarenta y cuando lo hicieron por primera vez los aviones no eran españoles.

Entre febrero de 1945 y septiembre de 1946, el ejército estadounidense barrió el país entero en el contexto tenso de los albores de la Guerra Fría hasta componer la serie A del "vuelo americano", que tendría su secuela entre 1956 y 1957 y dejó constancia gráfica, por ejemplo, de la existencia hoy insólita de aquel Avilés preindustrial minúsculo sin rastro de la mole siderúrgica, ni de los embalses de Trasona y La Granda que le dan servicio, ni de las más recientes expansiones urbanísticas y comerciales. En 1969, el "vuelo de la Diputación" prioriza ya la finalidad geográfica y cartográfica, dando opción de descubrir a simple vista, por ejemplo, cómo Llanes también tiene su cuota de colonización urbanística residencial, la suya hacia la rasa costera del entorno del paseo de San Pedro y hacia el interior. De ahí en adelante, la aviación civil y la motivación geográfica tomaron los mandos del proceso, con alguna otra aportación significativa del Ejército del Aire, sobrevolando Asturias con esos fines de actualización cartográfica en 1984, 1994 y cada cuatro años desde 2003.

Poco a poco, por caminos diversos, los fondos resultantes de esos y otros vuelos -también los 6.406 fotogramas de Asturias de la Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos (CETFA), que trabajó de 1927 a principios de los noventa suministrando material para actuaciones territoriales de diversa índole-, fueron quedando a disposición de la Universidad de Oviedo y del grupo que junto a Felipe Fernández forman los investigadores Daniel Herrera, Cristina Fernández Bustamante y David Olay. El archivo que resulta da pie para elaboración de informes, estudios y servicios de muy diversa índole, de los atlas y las guías digitales al peritaje de lindes de fincas o trazados de caminos para resolver pleitos judiciales. La fototeca quiere ser, no obstante, algo más que un fondo documental y desviar sus aplicaciones en múltiples direcciones a partir de la convicción de que las imágenes, según la escala, hablan de modo diferente. Señala Daniel Herrera que las aéreas, con su escala menor, nos permiten analizar mayores superficies y comprender mejor el entorno". Añade que las oblicuas cierran el plano y dan información de "un ámbito más limitado" en el que "las labores de interpretación son más sencillas merced a su punto de vista mucho más fácilmente reconocible para el observador no avezado" y las terrestres acaban el descenso al detalle con los pies en el suelo, haciendo aun más fácil la identificación de los elementos del territorio en una perspectiva "habitual y cotidiana".

Todas juntas, varias decenas de miles de imágenes en un cálculo de trazo grueso, enseñan geografía e historia de la Asturias contemporánea y hacen visible en un vistazo la alteración del territorio, del poblamiento y de esta sociedad cada vez menos agraria que ahora quiere vivir en la ciudad.

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