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Botellones de prau

Miles de jóvenes asturianos peregrinan en verano de una a otra, pero los organizadores empiezan a denunciar su masificación y su transformación en "macrobotellones"

Miles de jóvenes, vibrando en el Xiringüelu de Pravia de este verano, en la zona del "botellón", delante de la cabina musical con un Dj que se habilita especialmente para ese rincón de la fiesta. irma collín

Las fiestas de prau están de moda, pero el prau de la fiesta ya no es lo que era. Cada año más y más jóvenes, muchos incluso llegados de fuera de Asturias, acuden en masa a las romerías tradicionales como el Carmín, el Xiringüelu, Les Piragües o San Timoteo, pero algo ha cambiado. Muchos, sobre todo entre los organizadores, ven que se está produciendo una alarmante pérdida de la esencia tradicional de la romería asturiana en favor del "macrobotellón".

Jenaro Soto, presidente de la Sociedad de Festejos de Pola de Siero, que organiza el Carmín desde hace más de veinte años, lo tiene claro: "La esencia de fiestas de prau como el Carmín se está perdiendo porque la juventud no va con la tradición de Asturias. Los puristas quizá somos 'carrozas' que ya no vamos con los tiempos. Pero seguiremos defendiendo que el Carmín sea la típica romería familiar que ha sido toda la vida", explica Soto.

Para el organizador del Carmín el principal problema del cambio vivido por las romerías radica en el auge del "botellón". "Si de mí dependiera lo quitaría de forma radical. El 'botellón' es el principal causante del desmadre que vive el Carmín de diez años hacia aquí. Se puede ir de liberal o de moderno, pero el 'botellón' es un problema enorme. El que quiera hacerlo, que lo haga en su casa".

Desde la Sociedad de Festejos del Carmín intentan recuperar la esencia tradicional de la gran romería polesa, que según ellos se está perdiendo. "De momento nosotros alargamos la apertura del prau hasta las tres de la tarde. Y si tenemos que apretar en más temas, lo haremos", advierte Soto. "Lo ideal sería que el que quiera hacer 'botellón' monte una fiesta aparte. En el Xiringüelu hacen algo parecido", apunta.

La evolución del Carmín es muy pronunciada, el cambio es total. Hace unos diez años, la fiesta consistía en familias y grupos de amigos, mayoritariamente de Pola de Siero y alrededores, que se reunían en el prau de "La Sobatiella" para beber y comer en un ambiente sosegado y tranquilo. El presente ha cambiado. Nada de sosiego: en la edición de este verano, la organización calculó la asistencia de unas 50.000 personas. Y eso únicamente en la tarde de la romería. También ha cambiado la procedencia de los romeros y el sistema de transporte y los usos horarios: los jóvenes, llegados de localidades de toda Asturias, acuden en transportes organizados; acuden a primera hora de la tarde al prau, pasan la tarde bebiendo y por la noche salen hasta altas horas de la madrugada por Pola de Siero. "No quisiera ver en la Pola aquellos años asquerosos de Piraguas, cuando la porquería dejaba las calles en un estado lamentable", matiza Soto.

El Xiringüelu de Pravia, probablemente la romería asturiana que ha sufrido la mayor masificación en la última década, afronta un panorama distinto al del Carmín. La Cofradía del Xiringüelu se creó hace tres años precisamente con el objetivo de preservar la esencia tradicional de la fiesta, y, en la actualidad, no es aventurado decir que el Xiringüelu se ha transformado en dos celebraciones al mismo tiempo. Por un lado están los peñistas, que esperan ansiosos la llegada del primer domingo de agosto y preparan semanas antes del evento las casetas, que dan ambiente a las calles del prau Salcedo. Después están los grupos de amigos que acuden por libre al Xiringüelu y se sitúan, equipados con sus bebidas traídas de casa, en una zona separada de las casetas, donde a menudo se instalan también una barra y una cabina musical. Según muchos peñistas históricos, parte de la esencia se ha perdido, pero al menos en la zona de las casetas, aunque con cambios, sí que se respira cierto toque típico de antaño.

"El Xiringüelu actual son dos fiestas en una, eso está clarísimo. Los que van al 'botellón' lo pasan bien, pero eso no tiene nada que ver con el ambiente de las casetas, ni por asomo. Con los peñistas se vive ese ambiente del Xiringüelu: donde invitas a alguien a un culín y haces un amigo para toda la vida", explica Adolfo Marcos, presidente de la cofradía de la fiesta. "Se perdió un poco la esencia, es evidente. Es muy difícil guardarla porque la masificación es espectacular, pero tampoco creo que el Xiringüelu sea un 'botellón' ", argumenta Marcos, que sin datos oficiales calcula que más de 30.000 personas se juntaron en el prau "Salcedo" el día del último Xiringüelu.

La gran afluencia de gente, según admiten en la cofradía praviana, es un problema para la organización de la romería. Hace falta más despliegue de seguridad. Para el día del Xiringüelu se creó un seguro propio de responsabilidad civil para el prau y un dispositivo de seguridad especial con la Delegación de Gobierno, además de contar con la presencia de servicios de ambulancia, varias unidades de la Policía Local y Guardia Civil, e incluso antidisturbios, algo totalmente impensable para una romería de prau hace unos hace veinte años. "No es ninguna broma, cambió todo mucho. Antes, el 'Xirin' eran los vecinos de Pravia y una o dos charangas", recuerda Adolfo Marcos.

Una de las cosas que más ha cambiado, y ha contribuido de forma directa a masificar las fiestas de prau asturianas es el transporte. Hace cinco o seis años, muchos jóvenes tenían serios problemas para acudir a las grandes romerías si no se celebraban en su entorno más inmediato. Las opciones estaban limitadas: ir en coche (con el consiguiente riesgo de conducir bajo los efectos del alcohol), depender de los horarios del transporte público (poco ajustado al horario de la fiesta) o pagar un taxi. Hoy ya hay varias empresas que supieron ver ese nicho de mercado y ofrecen rutas de autobuses a la carta para estos nómadas de la romería estival.

La primera en surgir fue la agencia de viajes Versity, que al finalizar este verano habrá llevado a cerca de 5.000 jóvenes a diferentes romerías de todo el Principado. "El crecimiento de las fiestas de prau es exponencial al del transporte, cada vez hay más demanda y por lo tanto más oferta", explica Laura Peña, directora de operaciones de Versity. Argumenta que ellos intentan "mantener la esencia de las fiestas de prau, por ejemplo en el Xiringüelu organizamos una caseta". La directiva de Versity cree que los cambios en las fiestas de prau "son algo que no podemos evitar. Nosotros únicamente somos una agencia de viajes que cubrimos un hueco que antes no había".

Versity existe desde el verano de 2011. Sus responsables han sido testigos directos del gran crecimiento de la afluencia a las fiestas de prau en los últimos años. "Las cosas cambian, es ley de vida. Hay fiestas que han perdido un poco de su espíritu tradicional, pero otras como el Xiringüelu, aún guardan su esencia porque tienen una personalidad muy marcada", observa Laura Peña.

En el occidente de Asturias, en lo que a fiestas de prau se refiere, en agosto reina San Timoteo, en Luarca, que celebra su víspera en la madrugada de hoy, y mañana tendrá su día grande de fiesta. San Timoteo es otra de las romerías más populares de toda la región y como el Xiringüelu y el Carmín de la Pola. Moviliza a más jóvenes año a año. El verano pasado se contaron unos 30.000 asistentes. Antonio Álvarez, "Tono", lleva más de treinta años en la Cofradía de San Timoteo, como presidente desde el año 1995. No es de los que opina que se haya perdido la esencia de su fiesta fetiche. "El espíritu de San Timoteo es el mismo desde que se fundó. La fiesta cada vez se masifica más, pero la esencia es igual, la romería es un río de sidra. Al prau siguen yendo las familias como toda la vida hicieron", detalla. Tono le quita importancia al auge del "botellón" en San Timoteo: "Las cosas cambian y tenemos que adaptarnos, a mí personalmente no me gusta, pero hay que amoldarse a los tiempos. No nos vamos a tirar los trastos a la cabeza porque un chaval quiera beber cuatro cacharros".

La masificación de San Timoteo se nota especialmente en la actividad que registran esos días los supermercados de Luarca. "Desde hace unos cinco años es una verdadera avalancha, una exageración", dice la encargada de uno de los de la villa luarquesa.

La fiesta de Les Piragües de Ribadesella no es una romería de prau al uso y tiene su propio aquél. Ninguna celebración en toda Asturias tiene la mezcla entre deporte y folclore que reúne Les Piragües. A diferencia de las anteriores romerías, dura unos cinco días y está enmarcada en el Descenso Internacional del Sella. La masificación se centra en las noches de los días grandes, el viernes y el sábado. "Como todas las fiestas, cambió mucho con el paso de los años. Hay una masificación clara los días potentes, pero por lo que nos dicen muchos vecinos este año recuperamos algo del espíritu tradicional sellero", dice Pablo García, concejal de Festejos de Ribadesella. En la edición de Les Piragües de este año se calcula que pasaron por Ribadesella más de 140.000 personas sumando todos los días de celebraciones. Además, se recogieron unas 185 toneladas de basura, veinte más que el verano pasado.

La asociación Entaina Ribadesella se creó hace dos años para intentar salvaguardar el espíritu clásico de Les Piragües. "Este año ha habido una recuperación de la esencia, se vuelve a respirar. El espíritu de Les Piragües no se ha perdido", comenta Carmen Codesal, miembro de Entaina, que destaca como un acierto la separación de fechas de Les Piragües del festival de música electrónica Aquasella, que se celebra en Arriondas. "La coincidencia de las dos fechas desvirtuaba mucho todo. Al final era un maremágnum de gente que no estaba a lo que es el Descenso del Sella y eso espantaba mucho. No era compatible.

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