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Un museo lleno de color bajo el Cantábrico

El mar que baña las costas asturianas atesora una enorme diversidad de especies que nada tienen que envidiar en atractivo fotográfico a las de las aguas del Caribe o el Mediterráneo

Blénido.

El fondo del mar Cantábrico nada tiene que envidiar al de aguas de otras latitudes. "No podemos darle la espalda al mar, tiene una gran riqueza natural", afirma el buceador y biólogo sotobarquense Luis Ángel Díaz, que en sus inmersiones en la costa asturiana ha capturado imágenes de peces de tonos naranjas, amarillos, azules y rojos intensos.

Los gobios y los blénidos son animales multicolor. Son presumidos, juegan, se acercan a la cámara y nadan. Defienden su territorio y se esconden, aunque de vez en cuando posan para que los buceadores les hagan fotos. "El gayano macho en tiempos de reproducción tiene unos colores increíbles, azules, naranjas, es elegante", describe Díaz.

El avilesino Alejandro Guantes también es buceador y siempre que puede se sumerge. Como su compañero Díaz conoce el mar Cantábrico a la perfección. Desde Llanes, con sus aguas más claras, hasta el linde con Galicia. "Bajo el mar puedes ver de todo, desde los pescados y mariscos que encuentras en las sidrerías y pescaderías hasta otras especies raras", relata este fotógrafo submarino.

La mayoría de la flora y fauna que se halla bajo el mar está a menos de veinte metros de profundidad. Allí, los tonos verdosos generados por las partículas adosadas a las rocas y las algas lo colorean todo. El Mediterráneo cuenta con tonos más azules.

Los nudibranquios son una especie de gusanos de pequeño tamaño y de diferentes y llamativos colores que pueden pasar desapercibidos a simple vista. Los buceadores y aficionados a la fotografía submarina defienden que retratarlos no es sencillo, sobre todo en las primeras inmersiones. "Hay que educar el ojo poco a poco", afirma Guantes, que habla también de los frondosos bosques marinos. Luis Ángel Díaz concreta y apunta de los "bosques" de algas, como las laminarias, que han disminuido en los últimos años, y de ocle, cuya recogida es tradicional en buena parte de los concejos del litoral asturiano.

"Hay tanta o más biodiversidad bajo el mar como fuera de él. Uno de los problemas de la sobreexplotación pesquera es que trae consigo una disminución de especies como lubinas, xargos, doradas, que son las que menos se ven", afirma Díaz, que desde que comenzó a bucear se detiene en las rocas, donde queda fascinado por las más variadas formas de vida. Allí encuentra animales desde un milímetro a cinco centímetros. Los observa, los retrata y los estudia. "Hay infinitas especies, de miles de colores y aspectos y, según desciendes, va cambiando el tipo de vida. Si no te acercas a rebuscar, no encuentras", añade.

Guantes insiste en que la visibilidad del día en tierra marca la del fondo del mar. "Y cuando llueve, esa visibilidad se reduce aún más. Cuando las algas se descomponen, limitan mucho la visión", indica. Al tiempo, Luis Ángel Díaz habla también de las partículas de plancton que, en ocasiones, "inundan" el fondo del mar, reducen la visibilidad y a su vez dan alimento a los miles de peces que pueblan las aguas asturianas.

Díaz bucea sobre todo por la comarca avilesina, aunque ya se ha sumergido también en otras aguas. Nota las diferencias no sólo de temperatura, sino también de flora y fauna. Ha visto mucho bajo el agua y por ello puede asegurar que el litoral asturiano cuenta con una enorme riqueza natural multicolor.

El Cantábrico cuenta también con esponjas anaranjadas, amarillentas, verdosas, de tono rojo fuerte que colonizan las grietas de las rocas. Y así hasta mil y un especies que llenan de colorido las aguas y que hacen del mar que baña el litoral asturiano un auténtico museo submarino para quien busque los colores más imposibles.

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