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ALEJANDRO PELÁEZ | Cangas del Narcea | El prometedor futuro de una tradición

"Me encantaba ver cantar a mi madre, así que me lancé"

"La canción asturiana o tonada es una tradición que no se puede perder, porque es una parte de nuestra cultura muy bonita, es preciosa cuando se vive desde dentro". Así ve Alejandro Peláez, también conocido como Alejandro Campillo, una pasión que descubrió a los 12 años. Ahora tiene 17. Siempre había escuchado tonada en su casa en las voces de su abuelo materno y su padre. Comenzó a imitarlos cuando estaba solo. "Me daba mucha vergüenza cantar delante de ellos, pero no me importaba hacerlo en casa aunque estuviera mi madre", explica. Un día mientras cantaba la canción "Tengo de cortar un roble" entró su padre en casa y descubrió que podía tener futuro en la canción asturiana. "Me convencieron para apuntarme a clases de tonada y un año después estaba cantando por los concursos de toda Asturias", cuenta.

A los 13 ganó todos los certámenes en los que participó, hazaña que repitió un año después. En 2015 consiguió el premio "Carlos Jeannot" a la mejor voz del año, una de las distinciones a las que más cariño tiene "porque te la otorgan por los votos de los compañeros". Sus ídolos son Manuel Gandoy, José Antonio González, "El Presi", Juanín de Mieres, Jorge Tuya y Armando Montes. Pero su referente es, sin duda, su padre, Adotino González, "Tiso". "Fue el que más me enseñó y si no fuera por él no tendría los premios que tengo y ni siquiera cantaría". Asegura que la tonada supone un gran esfuerzo "es más cansado que cantar otro tipo de canciones, supone esfuerzo, gusto, torrente y potencia de voz, por eso se dice que quien canta tonada canta de todo". Ahora está probando nuevos estilos como la canción melódica. Pero nunca dejará la tonada "porque fue la que me enseñó que puedo cantar".

"El dato más importante es que hay un salto generacional tremendo en este momento. Lo que te dicen muchos de estos críos es que la influencia máxima que tienen es ver cantar a otros pequeños a través de la televisión o en los festivales. Es la repetición. Antes nosotros, de chavales, los que veíamos subidos en los escenarios tocaban rock'n'roll", dice González. El caso es que muchos de los padres de estos niños nunca cantaron tonada. "Tengo el ejemplo de algún padre al que nunca le gustó y ahora lo tiene que aguantar en casa. Y es por los abuelos. Quedan con ellos los fines de semana y ven juntos en la televisión programas de tonada". Anabel Santiago sí que dice tener algunos alumnos de esa "generación perdida".

Por mucho que a los progenitores no les guste la música popular, procuran no perderse ni una actuación de sus hijos. Ni siquiera cuando hay partido de fútbol Real Madrid-Barcelona. Una edición del concurso "Cuenca del Caudal" coincidió precisamente con un clásico. Y, aún así, el teatro estaba abarrotado.

"Esta nueva generación no sólo va a cantar tonada, van a hacer la música que les gusta, pero escuchando otros géneros. Además estudian en las escuelas un instrumento. En nada se convierten en la primera generación de cantantes que sabrán leer una partitura", dice González. La música es lo principal para los pequeños. También divertirse. "Siempre inculco la idea de que tienen que ser buenas compañeras entre ellas y entre alumnas de otras escuelas", dice Anabel Santiago. La competitividad en los certámenes es cosa de adultos. "Cada cosa a su tiempo", añade Santiago.

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