La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ MONTES, "CARSON" | Luchador y empresario

"En la lucha libre ganaba 500 pesetas por combate y muchas veces desaparecía el organizador"

"Los golpes eran de verdad y tengo dos dedos deformados y cicatrices de haber roto sillas al caer desde el ring"

José Manuel Rodríguez Montes, "Carson", en el barrio de El Llano de Gijón. Ángel González

-Nací en una casa de planta baja en la calle de la Paz, Ceares, el 14 de mayo de 1932. Mi padre era capataz de Obras Públicas del Ayuntamiento de Gijón, y mi madre, ama de casa.

-¿Tiene hermanos?

-Tuve una hermana, Consolación, tres años mayor, que murió a los 14 años de meningitis. Para mi madre fue una gran tragedia porque era su predilecta. Cuando enfermó, mi madre había ido a Palencia, a ver a un hermano que estaba preso de cuando la guerra. Yo vi cómo enfermó, cómo le ponían las sanguijuelas... murió enseguida. Cuando llegó mi madre, mi hermana estaba muy malina. Nunca lo asimiló.

-Su padre.

-Silverio Rodríguez Meana, de Caldones. Era fuerte, 105 kilos, murió de un ictus con 60 años. Buen paisano, impecable, tranquilo. Aparte de capataz era habilitado, pagador, pagaba a jardinería, a los que limpiaban los colegios, al cura de Ceares. Andaba siempre con dinero envuelto en periódicos.

-¿Se crió en Ceares?

-En 1940 fuimos a El Coto, al grupo de las "Casas Baratas", para empleados municipales, bomberos, policías, algún guardia civil. Se pagaban 49,95 pesetas al mes. A los 30 años pasaban a ser propiedad de los inquilinos, hasta los 40 eran hereditarias y a partir de ahí se podían vender. Viví ahí hasta 1996.

-Su madre.

-Palmira Montes Menéndez, de Baldornón, era bajina, como yo, y fuerte: murió con 94 años sin tomar un medicamento. Era muy recta, y yo, revoltoso. Me seguía con la escoba hasta la escuela. A los 16 años cortejaba los domingos en Baldornón y mi madre esperaba en la ventana a que llegara. Si pinchaba la bici o tardaba mandaba a mi padre a buscarme. Nunca reflejó sus sentimientos ni dijo nada de mi carrera deportiva.

-Guerra Civil con 3 años.

-Recuerdo el "Almirante Cervera" bombardeando desde la playa. Mi madre nos cogía a mi hermana y a mí y por caleyes, por la orilla del río, e íbamos hasta Baldornón. La casa vecina la cruzó un proyectil de lado a lado sin explotar.

-¿De qué eran en su casa?

-Mi madre, lo que dijera mi padre, y mi padre era de UGT, aunque lo supe 40 años después. Era de una familia de 8 hermanos. Un día estaba mi padre leyéndole el periódico a la abuela, entraron una bandera de requetés y dijeron que estaban hablando de política. Lo cogieron, lo llevaron y pasamos 5 días sin saber de él. Entonces los fusilaban por los caminos. Coincidió con un conocido y lo salvó. En El Coto escuchaba Radio Pirenaica en una galena dentro de un cuarto pequeño.

-¿Dónde estudió usted?

-En la escuela de Ceares con un maestro del régimen y de mano dura. Cuando fuimos a El Coto iba a la academia Sánchez Lorenzo, en la calle Casimiro Velasco. Don Fermín me ponía entre los primeros por la retentiva y entre los últimos por revoltoso.

-¿A qué llama ser revoltoso?

-A hacer peleas de amigos. No era alto, pero me defendía bien y podía pa otros. Venían las madres a quejarse a casa y mi madre señalaba para la explanada y decía: "Míralos ahí jugando". No era agresivo ni faltón, pero nunca admití que abusaran de mí por el tamaño. Era rápido, con genio y coraje. No dejé enemigos.

-¿Cuándo dejó de estudiar?

-Un día, con 14 años, fui a comprar ropa a Confecciones Astur, en la calle San Bernardo, 35, y me propusieron trabajar de pinche. Empecé entregando ropa, luego fui dependiente y acabé de encargado. Era de unos hermanos, buena gente, y fui su primer empleado. Lo dejé en 1959, cuando uno montó otra tienda y no daba para dos.

-Empezó en el deporte a los 16 años.

-En el gimnasio de Club Atlético Gijonés de Educación y Descanso. En un entresuelo no muy grande de la calle de la Muralla entrenábamos atletismo, boxeo, halterofilia, lucha, y Daniel daba gimnasia sueca.

-Hizo deportes de fuerza.

-Tenía aptitudes y la gimnasia me desarrolló físicamente. Torga y Julio César, que practicaban boxeo en Cimadevilla, me vieron y me convencieron para que boxeara por su barrio. Hicieron el primer campeonato Cinturón de Boxeo de Gijón, en el Cinema Asturias de El Natahoyo y quedé campeón en peso ligero. Luego gané al campeón de Oviedo. Nos metían en veladas profesionales. Hice 14 combates. No me gustó.

-¿Por qué?

-Iba a la tienda con la cabeza como un bombo. A mi padre no le gustaba que boxeara y cuando llegaba a casa marcado él pensaba que no iba a volver, pero luego leía en el periódico que había ganado. Yo era fajador. Luchaba con gente más grande y recibía 50 puñetazos para dar uno, pero el que daba era más efectivo. No era muy fino, pero era galletero. Llegué a romper los guantes dándole tortazos al contrario.

-¿Por qué se llama Carson?

-Liomi, periodista de "Voluntad", me puso el nombre de un forzudo americano que arrastraba tranvías, Carson, que había venido por Gijón. Torga y Julio César estaban con él y quedó. A mí y a mi hijo nos conocen más por Carson que por el nombre.

-¿Cómo pasó a la lucha libre?

-En 1949 llegó al gimnasio Peltop, que venía del Sur. Me dijo que mi físico no era bueno para el boxeo, pero sí para lucha libre, y empecé a practicar. Para ser luchador había que pasar por tres años de lucha grecorromana. En Asturias no había habido luchadores. Vinieron de Madrid Legido, exmasajista del Real Madrid, y otros más a hacernos una prueba para la categoría y la pasamos sin formarnos. Tuve licencia de 1950 a 1960.

-¿Cuánto había de realidad?

-Los promotores buscaban compaginar a los técnicos con un marrullero para dar espectáculo porque, si no, la gente no quedaba satisfecha. Los primeros combates eran de principiantes; luego, otros algo mejores y luego el marrullero, un buen luchador que recurría a eso para enervar a la gente. Lo que es hoy el "pressing catch".

-¿Se sabía quién iba a ganar?

-Según donde fueras a luchar, la Policía tenía que saber quién iba a ganar, pero luego podía ganar otro. Las primeras filas alrededor del ring eran todo policías.

-¿Se luchaba de verdad?

-Sí. Los golpes eran de verdad y había que saber caer. Tengo cicatrices de haber roto sillas al caer del ring. Y dos dedos deformados. Tengo más lesiones por la halterofilia, de la que fui pionero. Me interesó cuando vino Jesús Rodríguez de la Fuente, levantador de peso del País Vasco. Hice unas pesas de hormigón que son ejemplo en los gimnasios. Fui campeón en peso semipesado en 1958, en el primer campeonato oficial de Asturias. Yo era peso medio, pero por un kilo entré en la siguiente categoría. Levanté lo mismo que otro y le gané porque pesaba 5 kilos menos.

-¿La lucha le gustó?

-Era ágil. El ambiente me gustaba. Se llenaban la plaza de toros, el Continental y el Japonés. Tenía aptitudes y disputé el Campeonato nacional un día antes de marchar al servicio militar. Hicimos combate nulo.

-¿Gustaban los luchadores a las chicas?

-No quiero ser pedante, pero andaban detrás de uno. No es por presumir, pero físicamente era un "Tarzán" pequeño. Me casé con 20 años. Ella hizo 17 años al mes de casarnos. Éramos unos críos: vino para casa.

-Practicó piragüismo.

-Con el Grupo Covadonga. Ángel Varela padre llevaba el patrocinio y no podías perder un remo. Teníamos una piragua de lona y entrenábamos en la mar. A la sexta ola tenías que salir porque estaba llena de agua. Íbamos hasta Candás. Luego nos dejaron entrenar en el muelle de Fomento, entre barcos. La mili rompió mi pareja de piragua.

-¿Cuándo hizo la mili?

-Con 21 años. Iba a librar por pies planos. Al tallarme tenía más de un metro de caja torácica y cuando alegué los pies planos me dijeron: "A ti te voy a mandar a artillería para cargar obuses". Pensé que era broma, pero aquel jodío me dio apto. Los dueños de la tienda tenían amañado que hiciera el campamento en Valladolid y luego viniera a artillería de costa en el cerro de Santa Catalina. Salvo que me tocara África por sorteo.

-Y le tocó.

-Ceuta. Mi mujer estaba embarazada y al mes y pico de llegar nació un hijo. Traía el cordón umbilical muy corto, y el médico forense, un borrego, no le hizo caso a sus síntomas porque era primeriza. Dio a luz un chiquillo que llevaba una semana muerto. Me mandaron un telegrama y me dieron permiso para venir. Pasé mes y pico en Gijón. Me reincorporé en Monte Ingenieros, por error, que tendría que haber ido a Ceuta, un sargento asturiano me preguntó si quería ser ayudante suyo, acepté y podía vestir de paisano. Un brigada me dijo que me esperaban en Ceuta, pero como era aficionado a pescar en el Estrecho me dejó que quedara si remaba cuando él saliera a pescar. Salíamos cada dos días. Pillaba unos mareos mientras él pescaba. El teniente coronel del regimiento, que era muy aficionado a la lucha, me llamó, charlamos y todo el mundo creía que tenía mucha influencia con él.

-Regresa de la mili y...

-Volví a remar con Vitín que no competía tan bien. En 1955 nació una hija. En la tienda ganaba 250 pesetas y en un combate, 500. Lo más que me pagaron fueron 3.000 pesetas. La mitad de las veces no cobrábamos porque los que organizaban desaparecían. Cada 15 días luchaba en el cine Lemi, de León, donde tenía cartel.

Compartir el artículo

stats