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GENITA TORRE PATALLO | Militante comunista, viuda de Juanín

"Yo venía de la ignorancia, de ir a misa y que el cura se metiera contigo; con Juanín conocí la izquierda"

"A los 9 años me mandaron a casa de mi abuela en Treceño (Cantabria), y cuando murió, mis tíos me echaron al monte descalza a cuidar ovejas"

Genita Torre, jubilada de CC OO, viuda de Juanín, en su casa del barrio de La Arena de Gijón. Ángel González

-Soy de Noceda (Grado), de 1939, que ahora está vacío. Entonces éramos ochenta y cinco vecinos. Sólo mi tía tenía doce hijos. Se vivía del ganado y de la agricultura.

-En su casa también.

-Mi padre, Ricardo Torre García, era maderista. Era de Potes y llegó a Asturias con dos sobrinos. Trabajó con los Pires, de Pravia. Era bien parecido, enamoró a mi madre y casáronse en cuatro días.

-¿Cuántos hermanos tiene?

-Fuimos siete y vivimos cuatro, pero una ye monja, María Luisa, la primera, que está en Madrid, en el María Inmaculada, servicio doméstico, tienen más pasta que el demonio. Luego está Basilio, que fue camionero. Soy la tercera. El cuarto está soltero, jubilado del Naval y vive en Tremañes. Una nació y se asfixió en la cuna y otros dos murieron al nacer. No los conocí.

-Nació en el campo. No pasó hambre.

-No fuimos pobres, pero fuimos esclavos. Teníamos tierras y vacas y llevábamos prados a medias. En Navidad matábamos gochos.

-¿Cómo les afectó la guerra?

-A mi madre le cortaron el pelo, por revolucionaria. Mi padre fue al frente, hacia Pinos, con Julio, hijo de Rosalía, hermana de mi madre. Lo mataron delante de mi padre. Mi tía Rosalía se volvió loca de aquello y la metieron en La Cadellada de Oviedo. Eso trae la guerra. Cuidado con Trump.

-¿Pasó cárcel su padre?

-No. Hubo mucha represión. Hubo denuncias y en Villaldín mataron a dos mozas que eran como dos pinos, las violaron, les cortaron el pecho y las tiraron al reguero.

-Fue a la escuela.

-Sí, mixta, en una casa guapa arriba del pueblo. Seríamos cuarenta. Me tocó Carmen de maestra. Aprendí más en Oviedo.

-¿Cómo era su padre?

-No trataba muy bien a mi madre. Le pegaba, era muy celoso. Para nosotros era bueno. A veces nos pegaba con el cinturón porque hacíamos travesuras. Era muy bruto.

-¿Su madre cómo era?

-Muy inteligente y capaz... Si hubiera tenido principios... Mi madre, María Soledad Patallo López, era de negocios. Llevó un comercio en el pueblo, pero al morir mi abuela y casarse mi madre y mi tía tuvieron tiranteces y cerró. No le sonrió la vida. Era muy buena madre y nos daba mucho cariño. Nos levantaba los domingos, aunque estábamos cansados de andar a la hierba, para llevarnos a misa. Más que religiosidad era ignorancia. Fue muy buena mujer.

-¿Qué rapacina era usted?

-Decíanme que era muy guapa y salada. Dispuesta y sana. A los 9 años me mandaron a casa de mi abuela en Treceño (Cantabria). Mi abuela tenía un pañuelo en la cabeza y me hacía unos tortos calientes. La quise y dormía con ella. Una vez que murió, joven, de 60 años o así, me echaron al monte descalza a cuidar ovejas. No me trataron bien.

-¿Quiénes?

-Una tía mía soltera que no me quería y se metía conmigo y otro tío que tenía hijos. Me parece que mi tía le escribió a mi padre para que me fuera a buscar. Estuve un año. Volví al cariño, a la escuela, a jugar, a ir a romerías.

-Decía que fue poco a la escuela.

-Enseguida, a los 12 años, marché para Rañeces, con mi hermana. Llevábamos leche de la casa de Ramón, en Rañeces, a Grado, en burro. Mi hermana estuvo haciendo eso dos años y de allí marchó monja. También me daban un barcal de ropa que llevaba en la cabeza e iba a lavar al río la ropa de otra señora por una comida o una merienda. Luego serví en Grado, en La Barraca, en casa de los Pinelas, un par de años. Me fue bien. Después marché a Oviedo.

-¿Por qué?

-Mi prima Andreína servía en Oviedo, en casa de un señor de Noceda, y cuando se casó fui a sustituirla. Era 1959 o 1960. La señora, Otilia, ya viuda, era de Cudillero. Su hijo, José Ramón, fue el primer representante de Cola-Cao en Asturias. Lo había conseguido por un medio hermano que tenía en Mataró. Vivían en una casa antigua a mitad de la calle Rosal, un piso muy bueno, un tercero, sin ascensor y con galería. Yo tenía una habitación pequeña que daba a la escalera.

-¿Qué tal la trataban?

-Como a una hija. Me levantaba a las ocho, hacía la limpieza, la compra, lavaba a mano y cocinaba algo. Oviedo era una ciudad maravillosa. De siete a nueve de la noche estudiaba cultura general y labores en la Inmaculada, calle San Vicente. Libraba los jueves por la tarde y los domingos. En Grado bailaba en el Mayjeco.

-¿Dónde conoció a Juan Muñiz Zapico, "Juanín"?

-Una vez que mi madre y yo fuimos a ver a mi hermana monja a Valladolid. Mi primo Tino, que vivía en La Frecha (Lena), estaba haciendo la mili allí y se acercó al colegio de María Inmaculada para ver a mi madre. Vino con él Juanín, que era de La Frecha. No sé por qué ni por qué no, empezamos a charlar, tomamos un café y nos despedimos tan amigos. A la semana me llegó una carta suya. ¡Menudas cartas, compañeru!

-¿Qué hizo usted?

-Al principio no le contestaba porque no tenía argumento. Creí que se estaba riendo de mí. Mi primo Tino me dijo: "Síguele la corriente que es un chico muy bueno".

-¿Cuándo lo vio?

-Al acabar la mili vino a verme a Oviedo y nos hicimos novios. Cortejábamos en el Campo San Francisco y donde fuera. Venía a verme los domingos por la tarde. No bailaba, pero íbamos al cine y a ver al Real Oviedo, que estaba en Primera División. Nunca se propasó. Ahora no hay más que sexo. Siempre me respetó y no me engañó. Era un par de años más joven que yo. Era muy atractivo. Cualquiera que lo conociera se enamoraba. Me enamoré mucho.

-¿Qué hacía él entonces?

-Trabajaba en Aguinaco y hacía Maestría Industrial en Mieres. Corría en bicicleta y lo llamaban Loroño. Lo vi subir un puerto.

-¿Cuándo supo usted que tenía actividad sindical?

-Siempre tuvo vida sindical y humanidad. Llevaba amigos probes a comer a casa de su madre, de tres en tres.

-¿Cuándo se casaron?

-El 11 de enero de 1964, en la iglesia de Grado, después de cuatro años de novios. Como era hijo único, fuimos a vivir a casa de sus padres, a La Frecha, y yo dejé de trabajar.

-¿Cómo le fue en casa de los suegros?

-Hoy no haría eso. Nunca hubo ningún problema, pero yo a veces pasaba lo mío. Mi suegra, Ángeles Zapico Soto, era de Urbiés y una gran cocinera que ganaba dinero haciendo bodas en las casas y en restaurantes de Vega del Ciego y de Pola de Lena. Mi suegro, Eloy Muñiz, de Llanos de Soberón, era minero de exterior en La Cobertoria y había tenido comercio. Eran muy buenos paisanos. Juan traíalo en la raza. Quedé embarazada enseguida y nació Yolanda. Bordaba y criaba.

-¿Cuándo empezó a tener problemas sindicales Juanín?

-Enseguida. Cuando lo despidieron de Aguinaco, junto a 5 más, se lanzó a la lucha.

-¿Cómo lo llevó usted?

-En casa no tuvo ningún obstáculo. Había huerta y el sueldo del suegro para aguantar la lucha. Mis suegros eran de izquierdas. Mi suegra era de izquierdas muy cerrada y muy, muy católica.

-Usted no venía de ese entorno.

-No, venía de la ignorancia, de no saber nada de los derechos del trabajador. Estaba igual que un cesto, de ir a misa, confesar, comulgar y que el cura se metiera contigo. Aprendí. Cuando quieres tanto a una persona...

-¿Cuándo fue la primera detención?

-En 1966. Registraron la casa buscando propaganda y no encontraron nada porque la tenía guardada en un pajar de mis padres, que se habían ido a vivir de alquiler en La Frecha. Juanín estaba muy vigilado. Cuando trabajaba íbamos a buscarlo a la estación mi suegra y yo porque casi siempre estaban los guardias esperándolo. Una vez que lo detuvieron en casa lo llevaron a Campomanes. Yo fui detrás de él. Me dijo que no le habían pegado, pero que lo iban a llevar a la cárcel de Pola de Lena. Fue una procesión de gente de Oviedo, de Mieres, de Villallana, para entrar a verlo. Lo tenían en un camastro.

-¿Por qué lo habían detenido?

-Por propaganda. No era "Mundo Obrero", que estaba muy perseguida. Lo que le encontraron no era para juzgarlo, pero se declaró comunista. Para que saliera tuvimos que pagar 2.500 pesetas de fianza.

-¿Pagó el Partido Comunista?

-No, mi suegro. Luego nos las devolvieron. Al poco volvió a caer en Oviedo y lo juzgaron, condena de tres años.

-¿Cómo lo llevó usted?

-Fuimos a Jaén muchas veces. La madre de Prisciliano, un estudiante de Mieres que estaba allí preso, contrataba un autocar para familiares. Salíamos a las seis de la mañana y llegábamos otro día a las diez de la mañana. Cuando fueron soltaron presos, la familia de Berto Barredo, otra y yo cogíamos el Alsa a Madrid y después autobús a Jaén.

-¿Cómo fueron los 18 meses en Jaén?

-Al principio, horrible. La cárcel estaba en la calle principal y nos dejaban a la entrada a veinte o treinta mujeres con los paquetes. Mi hija Yolanda estaba muy desarrollada a los 10 años y era muy reservada. Un día de la Merced intentaron registrarla y se resistió, se tiró en el suelo y no fueron capaces de quitarle las bragas. No pudo ver a su padre. Acabó la condena en Segovia, ya mejor. Allí había ETA y los guardias tenían miedo.

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