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RICO ROCES | Impulsor de la movida ovetense en los ochenta y de los programas musicales en Radio Asturias; catedrático de Inglés jubilado, sigue vinculado al underground al frente del local autogestionado Eureka, en Santander

"Queríamos contar lo que pasaba en Londres, y en la radio nos aceptaron por Menchu del Valle"

"Tarancón quiso hacer una clase sacerdotal distinta pero fracasó; éramos sus monaguillos y le abandonamos, los curas obreros nos habían cambiado"

Rico Roces, en una de sus últimas visitas a Oviedo. Luisma Murias

Rico Roces fue una de las luces más intensas que alumbraron la movida musical asturiana, desde Oviedo, en los años ochenta. Nacido y criado en Luanco, donde sigue estando presente siempre que puede, conserva camino de los 70 años casi la misma inquietud que le llevó a revolucionar la radio musical en aquellos años. Aunque iba para cura, monaguillo de Tarancón, la salida del Seminario le llevó a Filosofía y Letras, a Londres y al mundo. Amigo cómplice de Tino Casal, su militancia constante en el underground le mantiene en cabeza de la vanguardia. Tras una larga etapa vital en Pamplona, hoy, ya jubilado de su cátedra de Inglés en el Politécnico, reside en Santander al frente del Eureka, un local autogestionado desde donde sigue descubriendo música y poniendo en marcha proyectos. En una de sus visitas a Oviedo, para ver a su hija y pasar horas con la nieta, sacó tiempo para repasar sus "Memorias" para LA NUEVA ESPAÑA, que se publican en esta primera entrega y en otra más, mañana, lunes.

De Luanco a Covadonga. "Nací en Luanco, en Gozón, en 1949. Toda mi familia es de allí. Mi padre tenía la empresa de Fresno, ahora Roces, y mi madre era ama de casa. A los cuatro que estudiábamos bien, el cura nos dijo que si nos apetecía ir a Covadonga. Yo ya había hecho un año de Bachiller y tenías que repetirlo por el Latín y el Griego. Me fui en contra de la voluntad de mis padres. Decían que perdía un año, que era muy joven, que no sabía dónde iba. Y había que pagar. Éramos una familia media, no había becas y tenías que hacer un ajuar entero: tres sotanas, seis juegos de cama, seis pijamas, todos con el número 398. Como si te casaras. Para mí era un reto. Escaparte del pueblo y estar un año fuera en un mundo desconocido. Me empeñé y fue una maravilla. Conocer Covadonga, conocer la nieve, todo el año interno. Luego me destinaron a Oviedo y estuve nueve años en el Seminario".

Monaguillo de Tarancón. "Íbamos a ser los curas de Tarancón. Él nos quitó la sotana, nos dio Teología Comparada, nos dejó ver a Bergman, leer de todo, nos trajo profesorado nuevo, nos enseñó idiomas... Pero tal vez el catolicismo esté reñido con la Cultura, y de los cuarenta que éramos los protegidos de Tarancón, nos marchamos la mayoría. Los monaguillos de Tarancón abandonamos. Yo me fui en segundo, cuando había que hacer la tonsura. Pasamos a la Facultad, Filosofía y Letras. Pero con 21 años nos encontramos en la tesitura de tener que hacer la selectividad y empezar en primero. La Iglesia no nos quiso firmar un papel. Tarancón dijo: 'A ver, Rico, yo os lo he dado todo. Todo lo que me habéis pedido. Profesores nuevos, nuevo enfoque de teología, hebreo, inglés, francés, alemán, cine, música, fuera sotana. Erais mi esperanza y me dejáis para que me coman los lobos'. Nos propuso seguir Teología en Salamanca o en Roma, con una beca, pero ya no queríamos estar en ese mundo, estábamos en el trotskismo. Habíamos estado dos veranos fregando platos en Francia, en contacto con curas obreros, y ahí fue donde empezamos a cambiar. Teníamos también unos profesores orientados a hacer una clase sacerdotal distinta, más comprometida y más cercana al pueblo. Pero el proyecto fracasó".

A palos con los grises. "Entramos con 21 años en Filosofía y Letras. Éramos los vieyos. La Facultad estaba bastante movida. Ya estaban los trotskistas, el PC, los maoístas, todas las facciones. Los primeros años fueron de concienciación, eran comunes y en tercero escogí Inglés. Pero luego vi que no estaban comprometidos. Éramos cuatro y en las huelgas seguían dando clase en casa de los profesores, así que me metí en Historia y estuvimos tres años a palos con los grises. Tuve muy buenos profesores. Alarcos, David Ruiz o Cid. La Facultad de Oviedo tenía su peso. Igual cada año teníamos la Facultad cerrada tres meses. Estudiábamos como podíamos y así nos fuimos forjando".

Se acabó "La ovejita lucera". "En 1956 vino de Cuba una pariente nuestra, Marlene. Llegó y bajó su picú, que ella decía 'pickup'. Lo abrió y nos puso Ray Charles, Elvis Presley y Little Richard y nosotros dijimos 'Se acabó la ovejita Lucera, queremos ser eso'. En Luanco, como había veraneantes, había mucha tradición, ya desde los cincuenta. Siempre hubo concurso de twist y mambo; salas que funcionaban con grupos como Valparaíso. Yo tenía mi grupo en Luanco, 'Los Tétricos', y otro en Oviedo con gente del Seminario, 'Los Trastes'. Éramos hijos de los 'Small Faces', de los 'Beatles', de los 'Kinks'. Estábamos todo el día con la música. Tocábamos en acústico, hacíamos versiones, nos dejaban los instrumentos para ir al Palacio Valdés o al Campoamor. Esas bandas funcionaron del 65 al 69. Nunca grabamos nada, pero nuestra vida era la música. Estábamos con eso en la cabeza y queriendo ir a Inglaterra".

Londres, Bowie y "Jesucristo Superstar". "En el Seminario, en séptimo, con Tarancón, conseguimos que nos despertaran con los 'Beatles' y los 'Rolling'. La primera vez que fuimos a Inglaterra no sabíamos mucho inglés, pero sabíamos más de mil títulos que juntándolos y pronunciados a nuestra manera daban para mucho. Fue el verano que dejé el Seminario, en 1970. Allí descubrimos los musicales, compramos discos, trabajamos y estudiamos. Era nuestro mundo, donde queríamos estar. Nos dedicamos a recorrer todos los sitios. Era como si lo conociéramos de toda la vida. Las salas donde habían tocado los grupos, sus barrios... En aquel verano vi a 'Slade', 'Sweet', 'Roxy Music', todo aquel glamour que estaba empezando. Lo que más me impresionó fueron Bowie y 'Jesucristo Superstar'. No me esperaba ni aquel montaje ni aquella orquesta. Teníamos para contar ya todo el año".

Noventa kilos de discos. "Luego volví siempre a Londres. Tres veces al año, por lo menos. Con dos maletas de discos. Lo mejor era ir en Alsa desde Oviedo a Victoria Station. En el Alsa podías meter de todo, no había problema. La maleta de los discos debía pesar 90 kilos. No se podía ni levantar. Pero también traías ropa, cazadoras para los amigos".

La oportunidad de Menchu. "Entre 1978 y 1981 empecé otras cosas. Acabas la carrera, te casas, buscas trabajo. Yo estaba en Avilés, en el Politécnico y luego saqué la oposición en Oviedo. Estuve diez años en el Dr. Fleming. En Oviedo nació mi hija. Vivíamos en plan comuna en un piso de Muñoz Degraín. Éramos como doce personas. Un día, mi amigo Baltasar, que era psicólogo, me propuso bajar a la emisora. En los setenta había pocos programas potables de música avanzada. Estaba Serna y otro chico. Nosotros habíamos empezado a contactar con grupos incipientes: 'Salón Dadá', 'Murciélagos', 'Modas Clandestinas', 'Crimen Perfecto'... Radio 3 estaba empezando y fuimos a Radio Asturias a proponerles que cuando acabara '40 Principales', a las nueve, nos dejaran hacer unos programas musicales sin anuncios con las nuevas tendencias de Asturias y el extranjero. Estaban Javier Asenjo, Alberto Toyos muy jovencito, otra gente y Menchu Álvarez del Valle. Nos dijeron que hiciéramos una prueba con los discos que traíamos. Eran los 'Clash', 'Siouxsie and the Banshees', 'Sex Pistols', y Baltasar y yo nos pusimos con un técnico. Contábamos lo que estaba pasando en Londres y cosas de gente de aquí. Queríamos que pudiera haber un programa dedicado a los nuevos valores artísticos. Hicimos el programa. Les gustó pero decían que no le veían futuro, que esos discos no se editaban en España. Y entonces, me dirán que lo invento pero así lo recuerdo, fue la abuela, Menchu, la que dijo 'Hay que darles confianza a esta gente'. Y nos admitieron a regañadientes".

Vinilo de colores. "Empezamos a hacer el programa en septiembre del 80. Al poco murió John Lennon y ahí nos dimos cuenta de la repercusión que tenían dos programas semanales de una hora. Y se empezó a juntar una nueva generación con nosotros: Bueres, Marta Reyero, Julio César Iglesias... Ya no era de nueve a diez. A las doce venía Julio César, luego otro, y así hasta las cuatro de la mañana. Mi programa era 'Vinilo de colores', y a partir del 85-86 fue 'Reacción psicótica'. Poníamos vinilos y hacíamos entrevistas. Lo que no entraba iba para el programa de Bueres, empezó el concurso de maquetas, aquello fue creciendo y en año y pico, aunque no nos pagaban casi nada, nos respetaban, teníamos plena libertad. Me acuerdo, incluso, de un programa que estaba poniendo a 'Pere Ubu', a 'Throbbing Gristle', 'Residents' y me llamó el jefe de la emisora para ver si estaba mal algo. Le expliqué que no, que sonaba así. Y no entendía que nadie protestara. Pero nos toleraban".

Años dorados. "Fue una época guapa. Hacíamos de todo. Festivales en el Filarmónica, muchas cosas con Camilo López en la Cuenca, como los 'Fleshtones' en La Felguera. Ciclos, películas. Todos los martes, cuando salía del programa, había 4 o 5 personas que estaban estudiando en Oviedo y nos querían conocer. Estaban Jorge Explosion, Luis Mayo, Nacho Vegas, Cienfuegos... Luego estaban los de Modas, los Dadás, Valentín. Sobran los nombres. Pero no era Rico y su programa. Era que gracias al programa teníamos un gran pandillón, y fueron años dorados para la música.

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