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Cáncer de cuello de útero

Esta dolencia se puede incluir dentro de la lista de las enfermedades prevenibles: la vacuna se ofrece por sólo cinco euros en los países menos desarrollados

Cáncer de cuello de útero

Creo que se puede decir que el cáncer es una enfermedad genética. Sin embargo, pocos casos ocurren porque el individuo albergue unos genes que le hagan más susceptible o predispuesto. La gran mayoría de los casos se deben a mutaciones adquiridas a lo largo de la vida. Todas las células las experimentan. Unas veces en el proceso de mitosis, es decir, cuando se dividen en dos, otras porque su ADN sufre la agresión de sustancias genotóxicas, como el tabaco, el alcohol, los bencenos, el amianto y tantas otras. Conocemos algo más de 100 substancias o circunstancias cancerígenas. A ellas podemos atribuir un notable porcentaje de los cánceres, es decir, si lográramos evitar esas exposiciones nos ahorraríamos muchos cánceres. Pero no todos, ni siquiera la mayoría, porque ellos son resultado de mutaciones casuales, errores que casi nunca producen problemas pero que a veces dan con la diana de activar un protooncogén o desactivar otro que los frene. Nada puede hacer el que lo sufre para evitarlo. Que la mayoría de los cánceres ocurran en edades avanzadas es en buena parte debido a ello: a que el tiempo ha dado más oportunidades a las mutaciones a acertar con la que activa un proceso maligno.

Como el cáncer tiene una base, genética hace tiempo que se busca la vacuna. Ya las hay contra algunos. La primera fue la de la hepatitis B. Este virus fue el primero en asociarse con cáncer de hígado. Cuando se diseñó la vacuna hace ya muchos años, debido a que su proceso había sido muy costoso y los fabricantes tenían la oportunidad de resarcirse y hacer buena caja, era tan cara que sólo se ofrecía a los grupos altamente expuestos al virus. Hoy, gracias a que la patente está libre y se fabrica como un biosimilar, un genérico biológico, está en el calendario vacunal.

El otro virus de gran importancia en cáncer es el del papiloma humano, llamado HPV. Causa las verrugas, crecimientos tumorales no malignos. Cuando infecta la mucosa genital, son cepas diferentes de las que infectan la piel, puede producir cáncer de cuello de útero. Aunque en España, y en Occidente, este cáncer no es frecuente, en el mundo es el cuarto en mujeres, 528.000 casos al año y 266.000 muertes, el 90% en los países menos desarrollados.

Éste es el primer cáncer para el que se descubrió una forma eficaz de detección precoz: mediante la toma de células con una espátula y su examen en microscopio. Fue un patólogo griego radicado en EE UU, Papanicolau. Desde entonces muchas mujeres se hacen la prueba periódicamente. Basta cada tres años, hacerlo anualmente es inútil. De esta forma se logró disminuir la mortalidad. A finales del siglo pasado, con cierto protagonismo de la unidad de Infecciones de Transmisión Sexual del Hospital Monte Naranco, bajo la tutela del inolvidable Virgilio Palacios, se demostró que el HPV era la principal causa del cáncer. No se tardó muchos años en diseñar una vacuna que podía prevenir al infección frente a varios serotipos, en concreto, contra los más frecuentes y malignos. Su introducción produjo una polémica importante, yo entonces me pronuncié en contra por considerar que no había urgencia en nuestro medio y que apenas había estudios sobre su eficacia. Años después, cuando comprobé que donde la vacuna se administraba la incidencia de cáncer disminuía, incluso entre las que no se vacunan, el efecto rebaño, cambié de opinión. Este efecto es bien simple: si mucha gente deja de infectarse, el virus tiene menos probabilidades de reproducirse.

El cáncer de cuello de útero es una enfermedad de transmisión sexual que se evita de varias formas. En primer lugar, mediante la precaución en las relaciones sexuales. En segundo lugar, mediante la detección de la infección. Es fácil. Ya no hace falta tomar las células para examinar si están alteradas: basta con examinar si están infectadas. Finalmente, mediante la vacunación. Las pruebas sobre su eficacia son ya incontestables. Pero apenas previene el cáncer si esa persona ya estuvo o está infectada. Hay que vacunarse antes de iniciar las relaciones sexuales.

Me ha sorprendido un estudio, creo que el primero de estas características, que demuestra que casi la mitad de los americanos están infectados por el HPV, el 20% con cepas peligrosas para las que tenemos vacuna. Si en ese medio es tan alta la prevalencia, cómo será en los países menos desarrollados. He visto en urgencias en Bolivia a mujeres llegar sangrando por este cáncer. Es el más frecuente entre ellas. Hay un programa de detección con citología, funciona bastante mal a juzgar por los resultados. Un gasto inútil. Cuánto se beneficiarían de la vacuna, allí y en tantos países.

El cáncer de cuello de útero se puede incluir entre las enfermedades prevenibles con la tecnología actual. GAVI, una alianza para vacunar sufragada con fondos privados, y las farmacéuticas Glaxo Smith Kline (GSK) y Merck & Co ofrecen la vacuna por unos 5 euros en los países menos desarrollados. Los medios están ahí.

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