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Salud

Los misterios del sexo

La reproducción sexual es costosa e injusta pero, al cabo, una bendición

Los misterios del sexo

Todo consiste en procrear. Creced y multiplicaos. Y eso hizo "Homo sapiens". Supongo que era más prolífico que neandertal, ellos no pudieron sobrevivir en el mismo nicho ecológico. Sin embargo eran más fuertes. Pero "Homo sapiens" tenía un arma: la organización social. Crearon comunidades más grandes y capaces y echaron a los otros homos de la vida.

Las bacterias mantienen el método de multiplicación más elemental y primario: la división. Tiene muchas ventajas, entre otras la economía. La multiplicación sexual es más complicada. Todo parece estar enfocado a mezclar genes del padre y la madre. Los genes están en los cromosomas. Éstos son parejas: uno del padre y otro de la madre. Cuando se divide una célula somática, por ejemplo, la piel, todos los cromosomas del padre y de la madre pasan a la hija. No así en la formación de óvulos y espermatozoides: sólo tienen la mitad de los cromosomas, o del padre o de la madre. Previamente habían barajado algo sus genes, así que algunos de los que estaban en el cromosoma del padre pasaron al de la madre y a la inversa. Este primer intercambio de genes asegura que si en el espermatozoide, u óvulo, viaja el cromosoma del abuelo recibe también algo del de la abuela. De manera que hay una primera mezcla en la llamada meiosis. La mayor cuando el nuevo ser se forma con la mitad de genes del óvulo y la mitad del espermatozoide. Eso parece que tiene la ventaja de producir variedad, de manera que da más oportunidades a la adaptación. Todos los seres pluricelulares se reproducen sexualmente, quizá porque su complejidad y tamaño obligan a más ajustes con el medio. No estoy muy seguro. Las bacterias tienen gran capacidad de mutar y de incorporar partículas con ADN que les sirven para enfrentarse a amenazas. Es lo que hacen frente a los antibióticos. Por tanto, no es totalmente cierto que la reproducción sexual sea un seguro contra los cambios del entorno. Es una solución en el caso de seres pluricelulares, pues para ellos resulta imposible la estrategia de adaptación de las bacterias. Las modificaciones genéticas en vida si tienen éxito dan lugar al cáncer. Y si se ocurren en los gametos y se trasmiten con éxito son la base para la evolución.

El sexo, o género como se prefiere ahora, de los seres es una de las consecuencias, o requisitos, de la reproducción sexual tal como la "diseñó" la evolución. Hay un cromosoma dedicado a este fin. En la hembra los dos pares son iguales, XX, en el varón uno de ellos es Y, un cromosoma más pequeño. Por tanto, el óvulo fecundado tendrá siempre un cromosoma X de la madre y el azar dictará si hereda el Y o el X del padre. Así que el sexo lo define el varón, la avidez por el óvulo que tenga ese espermatozoide. ¿O será el óvulo quien elige al espermatozoide? La naturaleza ha depositado la mayor carga de la reproducción en la hembra: en sus entrañas crece alimentado con su sangre el hijo de ambos y entre los mamíferos esa labor se prolonga meses incluso años. Sin embargo, lo más común es que el esfuerzo de apareamiento recaiga sobre el macho. En casi todas las especies para lograrlo el macho primero tiene que luchar contra otros y después conseguir el favor de la hembra mediante costosos requiebros y exhibiciones. Algunos invierten mucho en ello, como el pavo real, un ave que gasta enormes cantidades de energía en mantener una cola espléndida que con no poco esfuerzo despliega ante la hembra en celo con la esperanza de que lo elija. Porque ella al parecer se fía de los excesos: cuanto más derroche en plumas y colores, más apetecible. Decimos que así muestra su fortaleza, la bondad de sus genes, porque es capaz de sobrevivir y además ser pródigo en el gasto.

Darwin ya se había dado cuenta de que los pinzones adaptaban su pico al tipo de dieta disponible. Esa observación fue una de las bases para construir su teoría de la selección natural. Es decir, es el medio el que selecciona. También las hembras. El caso de los capuchinos es muy interesante. Hay siete diferentes especies distinguidas sólo por su plumaje. Y no es porque sobrevivan mejor en ese medio: es la preferencia local de las hembras, que, por cierto, no tuvieron que esforzarse en complacer a los machos, son todas iguales.

El gusto de las hembras por alguna característica obliga a grandes esfuerzos a los machos que quieren reproducirse. Por ejemplo, los patos de patas azules las exhiben como reclamo y es la densidad y cantidad de color lo que les hace triunfar. Tienes que comer mucho marisco. Pero, ay, si después de copular se hacen perezosos, la hembra descubre sus patas desvaídas y rechaza el huevo. Porque aquí está en juego su capacidad de colaborar en la crianza. Interpretan que son unos donjuanes poco comprometidos con la paternidad.

La orden de multiplicarse las bacterias la tienen más fácil y parece más igualitaria. No cabe duda, la reproducción sexual es costosa e injusta. Y una bendición.

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