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La bienal en el Niemeyer, el último que apague la luz

El talento de los arquitectos asturianos brilla entre lo seleccionado en el certamen, con obras como las de Luis Suárez Mansilla y Covadonga Carrasco

El centro Irazabal Matiko.

Tenemos estos días, con una puesta en escena muy singular y atractiva, la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU), lo cual es un honor y un gusto. Y digo puesta en escena porque las obras aparecen en monitores colgados de la tramoya del escenario del auditorio del Centro Niemeyer. Los proyectos premiados están a la mano de los visitantes en pequeñas maquetas, viéndose allí mismo una impresora 3D que el día de la inauguración las iba haciendo, y en su revés hay un código de barras que al pasarlo por un lector nos ofrece en los monitores la obra premiada. Pero no sólo las fotos del edificio, sino también entrevistas a la gente que los ocupa diciendo lo que piensan. La bienal, que ya cuenta con esta con trece ediciones, se hacía antes en Comillas (vamos que en la comunidad vecina están contentos?) y era una disculpa estupenda para acercarnos a la preciosa villa cántabra y ver lo bonita que es, esta vez nos viene de un marco alucinante: el Palacio de Carlos V de la Alhambra.

Nos mete un poco el dedo en el ojo, ya que los arquitectos asturianos, a primera vista, no aparecen en la selección. Lo cierto es que, por un lado somos un poco vagos en esto de concursar para que nos pongan medallas, y obras preciosas que hacen colegas de aquí no se presentan a la bienal. Y otros galardonados no sabemos ni que son de aquí, por ello vamos a hacer una búsqueda muy de LA NUEVA ESPAÑA, de arquitectos asturianos ocultos en la bienal para quitarnos este síndrome de Laura Ponte o Luz Casal que son asturianas en Asturias y gallegas fuera, porque ser gallego, no se olvide, te une a cuatro millones de paisanos en la venta de discos... Disculpas de antemano porque me faltará sin duda algún asturiano premiado, desleído en otras tierras o que yo desconozco que ha sido galardonado?

Así, por ejemplo, el premio obtenido en esta bienal por el Auzo Factory en Bilbao, de los arquitectos Suárez-Santas, que mucha gente da por vascos, tiene en su mitad al ovetense Luis Suárez Mansilla, que se fue a estudiar a Pamplona tras terminar estudios en el Loyola de Oviedo, y por lares cercanos a Iruña sigue haciendo obras tan interesantes como ésta que se premia de una contención y seriedad que se anima con la luz coloreada artificial. (Obra suya preciosa es también el Centro Sacro de Sevilla).

Otro de los premios, la Casa Chao en La Coruña, de Creus y Carrasco, también tiene en su mitad a Covadonga Carrasco, con ese nombre no habrá dudas, que aunque nació en Ribadeo vivió siempre en Tapia y estudió en su instituto hasta que se fue a Galicia para ser arquitecta, y allí yo creo que mucha gente ni sabe que es de aquí. El proyecto que les premian es de una limpieza enorme y saca, de una parcela de poco más de tres metros de ancho, una vivienda unifamiliar muy especial que parece un sueño por su abstracción.

Otro premio, la Escuela de Vela de Sotogrande, ha sido proyectada por Carlos García Fernández y Héctor F. Elorza. Carlos es de Cangas del Narcea, que es lo importante, bromeo, pero además es máster por Columbia, Nueva York, tuvo beca "Fulbright", fue becado también en la Academia de Roma y es profesor de la ETSA de Madrid donde estudió? El proyecto que ya vino a contarnos a Oviedo, al Colegio de Arquitectos, une a su limpieza, la ligereza en el uso de materiales que le hace integrarse tranquilamente en el ambiente de playa en que se ubica.

En la bienal en Comillas vimos hace años, por ejemplo, las viviendas del Nodo de Avilés de chapa roja, de Fresneda y Sanjuán, dentro de un montaje entonces también muy divertido de Efrén García (familia del recordado homónimo mierense) y Cristina Díaz, que eran como medusas que te metías debajo. De Efrén y Cristina esta bienal fue seleccionada su Fundación Giner de los Ríos de Madrid, que es sencillamente alucinante yo no entiendo por qué no fue premiada. En este prestigioso certamen fue finalista alguna edición el ovetense Andrés Diego Llaca; el cangués Chema Martínez, profesor en la Universidad de Valladolid, también lo fue. El edificio de Usos Administrativos del Principado, hermanos Sande y Enrique Perea, fue seleccionado hace muchos años cuando se llamaba Muestra de Arquitectura Española (por cierto, este edificio acaba de ser premiado por el Colegio por lo bien que aguanta el tiempo). En el certamen anterior de la BEAU fue ganador un edificio de Mieres (de Zigzag, Casino y Angelini), las viviendas negras, en la Mayacina, que me hicieron tener que explicarlas veinte mil veces, porque, así es, no coinciden a veces los intereses del gremio de arquitectos con los de la sociedad en general. En esa ocasión fueron seleccionados otros dos proyectos asturianos, el ambulatorio de Felechosa, de Miguel Pola, y las viviendas para mineros en Allande, de Zone-e (con el ovetense Nacho Ruiz Allen), que, por cierto, también en esta edición fueron seleccionados con una pasarela mirador sobre las ruinas de Rioseco y se premia además su investigación con "Aprendiendo de las Cuencas" en la que con Sara L. Arraiza hacen una radiografía singular a los valles mineros que se expuso en la Laboral. Nacho ahora es profesor en la Universidad de Aarhus en Dinamarca. También en esta convocatoria ha sido seleccionado el módulo de vivienda prefabricado de Arcelor que se produce en Avilés y diseñó el ovetense Baragaño y que, también, vive fuera en Madrid.

Dan ganas de hacer en Ranón una pintada como aquella del aeropuerto de Buenos Aires: "El último que apague la luz". Pero la luz se va apagando un poco cada de vez que uno de estos jóvenes brillantes se va para volver, pero luego no vuelve.

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