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Asturies ye nación a su manera

La historia y la cultura, la estructura social y económica y la reticencia del poder han forjado un asturianismo emocional sin cristalización política

El exciclista Chechu Rubiera se ha acordado del Tour de Georgia, en Estados Unidos. De aquella "carne de gallina" al ver una bandera de Asturias en la carretera. La inevitable omnipresencia de los símbolos sigue aquí, constatando que el vínculo se mantiene fuerte. Permanecen el apego a lo propio, la "patria querida" y el himno a la gaita, Pelayo y Covadonga, la flor en el balcón y la "reina de nuestra montaña". Está el alboroto intermitente alrededor de la ofensa de Camilo José Cela a la Santina, y está el Ayuntamiento de Cangas de Onís negándose todavía este año, quince después de muerto, a dejar de considerar "persona non grata" al Nobel de Literatura. Todo eso sigue aquí, no hay fisuras en la estima, en la devoción hacia "la tierra", pero la sobreabundancia de gestos y el chaparrón de lágrimas de emoción contrasta con la sequía política del regionalismo asturiano residual. De la innegable ligazón emocional con la patria al asturianismo político media un abismo que aquí apenas nadie ha recorrido con éxito. En tiempos oscuros de impulsos secesionistas, la pregunta por los motivos se responde con razones históricas, con peculiaridades sociales, culturales y hasta económicas, con la actitud de un poder reacio y al final con cierta impresión colectiva de que tal vez acierte el viejo lema asturianista. "Asturies ye nación", vale, sí, nación a su manera.

Hurgando en la polisemia del concepto, sería una nación de sentimiento sin aspiración política cristalizada, nación de emoción ajena a la búsqueda de una identidad diferenciada. ¿Por qué? Planteada la cuestión a personalidades de extracción profesional e ideológica divergentes también afloran los mitos fundacionales de la identidad astur, el himno a la patrona que canta que "tiene por trono la cuna de España", el viejo aforismo que celebra que España es esto "y el resto tierra conquistada" y la convicción consecuente de que si España viene de aquí la rebelión y la diferenciación contra ella están desactivadas de antemano. Tampoco ayuda demasiado el localismo, o la reproducción del nacionalismo sentimental en la escala municipal, o el descubrimiento de rasgos diferenciales en la parroquia, en el barrio. Puede que sea todavía aquello que escribió Víctor Manuel y cantó "Nuberu": "Yo nun maldigo les coses / que nos faen ser como somos, / pero fai falta dicilo / qu´arimamos pocu l´hombru. / Siempre tamos dividíos / caún tira pal so sitiu / pa facer Asturies grande / vamos trabayar uníos".

Xuan Xosé Sánchez Vicente | Fundador del Partíu Asturianista

"Aquí no hay patria"

Aquí "no hay patria". Xuan Xosé Sánchez Vicente, escritor, fundador del PAS y como tal del primer proyecto asturianista que alcanzó la Junta General del Principado, empezará sentenciando con contundencia que en Asturias "no existe esa acepción de la patria en el sentido de colectividad que tiene intereses", o que el nacionalismo aquí es otra cosa, "cierta manifestación emocional de ligazón a Asturias con David Villa, con Fernando Alonso o la bandera en el Angliru", pero sin capacidad o ganas de traducir el gesto en acción. Por eso viene una pregunta con respuesta, hablando ya de política: "¿Por qué Ciudadanos o Podemos han conseguido representación parlamentaria en Asturias sin caras conocidas en la cabeza de cartel? Porque se vota la imagen de Madrid. Porque de lo de aquí no hay percepción".

El nacionalismo político asturiano quiso existir, bien lo sabe Sánchez Vicente, y buscando su sitio cambió políticamente de acera, identificándose con la izquierda antes de ser patrimonializado por las derechas de URAS y Foro y de terminar tal vez en mitad de ninguna parte sin llegar nunca al arraigo. Él duda seriamente, eso sí, que se pueda atribuir un verdadero pedigrí "nacionalista o regionalista" a aquellas escisiones del PP que a su juicio "no encuentran el asiento fundamentalmente en las señas de identidad, sino en otras circunstancias".

El PAS, el único proyecto con un mínimo éxito electoral en los noventa, se quedó, después de detenerse a ochocientos votos del escaño en 1999, "como aquella actriz francesa que al cumplir cuarenta años descubrió que era invisible". El regionalismo asturiano volvió a replegarse por falta de respaldo y también, interpreta Sánchez Vicente, porque "la gente nos penalizó" por pactar unos Presupuestos a cambio de "la ley de uso del asturiano o la creación de 20.000 empleos. Para algunos dejamos de ser la esencia del rojerío. Pagamos lo que hicimos".

PedroDe Silva | Expresidente del Principado

"Muchos concejos de Asturias tienen bastante de naciones"

La teoría de Pedro de Silva, escritor, expresidente del Principado, es un desmenuzado del ser asturiano, empezando por la sospecha de que "a lo mejor, igual que el burgués gentilhombre hablaba en prosa sin saberlo, muchos asturianos son nacionalistas sin saberlo. Lo que no son es independentistas, entre otras cosas porque consideran que España es cosa de Asturias, invocando en serio o en broma la historia, esa historia en la que Asturias es la primera España, o su madre", y que "formaría parte de la identidad nacional asturiana".

Nace justo de ahí, al decir del expresidente, "el sentimiento de agravio frecuente en Asturias, que vendría de pensar que, siendo tan importante en la historia originaria de la actual España, esta hija suya no se porta con su madre todo lo bien que ésta se merece". Hay aquí, por lo demás, "un sentimiento de pertenencia a Asturias" que se define como "propiamente nacional por su intensidad, por su identificación vehemente con la historia, la cultura, los símbolos y la naturaleza, y por el dolor casi físico que muchas veces causa el extrañamiento", y a su lado una convicción paralela de que "buena parte de las élites nunca se ha enterado bien de este asunto, y sigue sin hacerlo".

Ha arraigado un apego nacional que puede ser ajeno "a la idea de ´nación moderna´, que suele aparejar un Estado o el deseo de tenerlo", pero que a cambio tiene otra peculiaridad localista muy de la idiosincrasia asturiana: "Es un sentimiento de carácter fractal, que se reproduce", sigue De Silva. "Siempre he pensado que muchos concejos de Asturias tienen bastante de naciones. E incluso algunas parroquias, y estoy pensando ahora Caleao, que visitaba con frecuencia en otro tiempo y donde cuando hablaba con el alcalde Juan Manuel me sentía delante de un venerable monarca que practicaba el Conceyu Abiertu en su hermosa nación".

Juan Carlos de la Madrid | Historiador

"Ser asturiano ha sido siempre ser más y mejor español que nadie"

Preguntándole al pasado, el historiador y escritor Juan Carlos de La Madrid responde a la cuestión de la falta de arraigo nacionalista con un motivo sacado de la historia antigua y una explicación contemporánea. Tiene Asturias "un fuerte sentimiento de pertenencia con raíces históricas", aceptará para empezar, pero se parecen éstas muy poco a las que han hecho arraigar el secesionismo en Cataluña. "Los mitos fundacionales de Asturias como comunidad son los mismos que los de España, el mítico 718, la supuesta rebelión de Pelayo, todo eso es el nervio y el troquel en el que se forja el nacionalismo español". Cataluña, desde su lugar del mapa menos al alcance del influjo castellano, "en el territorio de la corona de Aragón", "saca a pasear en el XIX unos mitos que nada tienen que ver con los asturianos".

Justo ahí, en la España decimonónica, en el instante de la forja de este nacionalismo de corte secesionista, está la otra razón que identifica el historiador, la más próxima. En ese momento "Cataluña es la región más avanzada de España económica e industrialmente y tiene una burguesía muy potente que sustenta ese movimiento de diferenciación. Asturias tenía también avanzado su propio proceso de industrialización, pero no surgió aquí una burguesía comparable que sustentase esa idea. La más dinámica había venido desde el exterior y cuando prenden las primeras ideas regionalistas, después de la Primera Guerra Mundial, esa clase social está ya controlada por el reformismo y los trabajadores imbuidos de un internacionalismo" poco compatible con la exacerbación nacionalista.

Consecuencia evidente, conclusión palmaria: "Ser asturiano ha sido siempre una forma especial de ser español. No un español distinto, sino más y mejor español que nadie". Mide De La Madrid la distancia entre la acepción cultural y la política del concepto de nación y concluye que "los catalanes aspiran a que su nación cultural tenga una dimensión política propia; para el asturiano, las dos son la misma, España. No quiere eso decir que no sienta su pasado y lo valore, pero la referencia a España puede con todo".

Pedro Luis Fernández | Empresario, presidente de FADE

"No creo que lo que ocurre en Cataluña sea distinto de otros populismos"

En la jerga del gremio, el empresario y presidente de la patronal Pedro Luis Fernández destaca que Asturias se ha ganado "una imagen de marca muy potente fuera de la región" mediante la defensa de "sus signos de identidad con un orgullo de pertenencia claro pero integrador, nunca excluyente". Ahí fuera, dice su olfato de emprendedor, "todo el mundo valora y aprecia que estemos orgullosos de lo nuestro y lo defendamos sin excluir a nadie" frente a las pulsiones de otras regiones "que se han dejado manejar por determinados populismos".

Enfatiza Fernández esta convicción de que "no creo que lo que está ocurriendo en Cataluña sea muy diferente de la ola a la que asistimos en España y en muchas partes del mundo, del populismo que se agarra a la bandera más cómoda o al eslogan más fácil posible. No me parece que haya mucho más trasfondo", subraya. Celebra que a este lado de la frontera sean indiscutibles la convicción de que "la nación es un sentimiento, pero ningún sentimiento justifica la ruptura" y la forma de entender la "patria común como un instrumento que ayuda a disponer de una estructura de convivencia".

SERVANDO CANO | Sociólogo

"No ha habido un proyecto pedagógico para construir conciencia de nación"

En la aproximación desde la sociología, Servando Cano enumerará los elementos constitutivos del nacionalismo actual para argumentar que ni la estructura social, ni la lengua y la cultura, ni la actitud del poder han proporcionado en su versión asturiana el sustrato que el nacionalismo excluyente habría necesitado para germinar. Si se explica, el sociólogo y escritor desmenuza la pulsión nacionalista como una ideología distinta de las tradicionales, de la liberal, la comunista o la socialista, fundada no sobre las relaciones entre los individuos, la sociedad y el Estado, sino sobre "el sentimiento de pertenecer a una colectividad y su transformación en fuente de poder".

Asturias, por su cultura obrera y su configuración social, "ha estado siempre muy lejos de este planteamiento y más próxima a las ideologías clásicas". Además, sabiendo que en la construcción de la identidad importan sobre todo los ladrillos de la lengua y la cultura, Cano se teme, añade, "que en Asturias el bable sigue siendo en cierta medida un elemento residual", un pilar muy débil en una edificación identitaria a la que tampoco aquí el poder ha querido contribuir nunca jugando el papel de relectura y mistificación del relato del pasado al que se ha entregado en Cataluña.

Aquí no ha habido nunca, a su juicio, "un proyecto pedagógico para construir esa conciencia de nación en la que se fundamenta el nacionalismo de oposición excluyente. En Cataluña, sin embargo, "tengo la impresión de que en buena medida ha sido el poder, o la política, lo que ha creado el problema socavando un escenario de convivencia social" mediante el abono de "la dialéctica amigo-enemigo", de eso que en boca de algunos autores se llama el "exterior constitutivo". El final es un paisaje que el escritor, ganando terreno al sociólogo, observa parecido al que dejan "los topos después de la lluvia. Un campo minado, lleno de toperas".

Chechu Rubiera | Exciclista

"Los nacionalismos tienen un componente económico importante"

Se diría que "los asturianos estamos muy a gusto donde estamos". Chechu Rubiera, exciclista profesional, encuentra una prueba en la identificación masiva e inquebrantable con los éxitos del deporte español sin desarraigo ni incompatibilidades con la identidad o el apego a lo propio. "Estamos en posición de equilibrio", remata. "¿Por qué en otros sitios no? Difícil". Aventura el deportista "un componente económico importante". "Regiones económicamente muy potentes, como Cataluña o el País Vasco", son un terreno muy bien abonado para que germine "ese razonamiento demagógico de los que dicen pagar mucho y recibir poco". Aunque sólo sea por la estructura de la economía asturiana y su notable dependencia de las pensiones, avanza Rubiera, ese ingrediente "en Asturias nunca lo tendremos". "Ni lo tenemos ni lo comprendemos, porque en esa solidaridad enemiga del egoísmo se basa precisamente el Estado de bienestar que tenemos".

El caso es que no hay nada nuevo, o nada que cualquiera que haya viajado no haya podido ver antes. El deportista gijonés ha vuelto a verse corriendo en bici en Italia, viendo pancartas que piden libertad para la Padania. "Yo no sabía lo que era hasta que me enteré de que se trataba de la reivindicación de una parte de la gente que vivía en el Norte y que quería independizarse del Sur lleno de vagos. También Alemania razona a veces de esta forma demagógica respecto al sur de Europa", pero lo suyo, aquí como en la bici, vuelve a ser el "equilibrio".

Ricardo Menéndez Salmón | Escritor

"El asturiano es consciente de su identidad, pero desconfía de politizarla"

El escritor Ricardo Menéndez Salmón hace frente a una paradoja con otra. "Nuestro escaso apego al nacionalismo tiene que ver, paradójicamente, con nuestro acusado regionalismo. O lo que es lo mismo, con los distintos mitos reelaborados del covadonguismo, desde el de ´cuna de España´ hasta el del irredentismo de la Asturias dinamitera". Asume el novelista que "el asturiano es muy consciente de lo peculiar de su identidad, de sus tradiciones e incluso de su lengua, pero ha desconfiado siempre de politizar esta percepción. Quizá porque cuando esta tentación ha existido ha dado lugar a un país de gaita y bable, desde las agrupaciones de izquierda, o al Frankenstein que en 2011 creó la irrupción de Foro Asturias, con los autoproclamados creyentes de una ´personalidad étnica asturiana´ echándose en brazos de Francisco Álvarez-Cascos".

Nacho Vegas | Músico

"Se necesitan políticas soberanistas que nos den capacidad de decisión"

El músico gijonés Nacho Vegas acude al pasado próximo y a la gestión política de la Transición, en su versión "al papel desastroso que la FSA-PSOE ha jugado históricamente en la Asturias del régimen del 78". Se compara y concluye que "otros territorios con fuertes identidades nacionales poseen también un fuerte tejido industrial" y además "una patronal asociada a un partido nacionalista de derechas en el poder -PNV o la antigua CiU- y una izquierda contrahegemónica más o menos cohesionada, soberanista e internacionalista". En Asturias, mientras tanto, "la reconversión hizo muchísimo daño. En los 80 y los 90 no sólo se destruyó tejido laboral, dejando a la FSA como fuerza hegemónica, sino también tejido social y cultural, con la gente joven yéndose fuera a buscar trabajo y creando un vacío que dejó huérfana a la clase trabajadora, con una izquierda muy atomizada y con el respaldo de sindicatos minoritarios como la CSI, que eran los que mantenían el tipo ante cada derrota que se le infligió a la clase obrera".

Ahí identifica el cantautor el germen de este fenómeno según el cual "los sentimientos identitarios de nación quedaron relegados más al plano emocional que al político. Desde un punto de vista cultural y lingüístico", avanza, "el tándem Emilio Alarcos-Gustavo Bueno siempre tuvo mucho poder, fue como una especie de siniestro lobby intelectual y de nuevo el PSOE tragó con ello negándole la oficialidad a la lengua asturiana". Termina Vegas apostándolo todo a la convicción de que "la realidad asturiana, la política, la social y la cultural, es particular y se precisan políticas soberanistas que nos den capacidad de decisión a los asturianos, porque ninguna fuerza del cambio nos va arreglar nada si todo se dicta desde Madrid".

Emilio Sagi | Director de escena

"Me parecería raro pensar en abandonar algo de lo que has sido el origen"

El "nunca me lo he planteado" del director de escena ovetense Emilio Sagi encierra ya en sí mismo una explicación sobre la conciencia colectiva de que la compatibilidad de lo asturiano y lo español aquí se da por supuesta. "Y soy muy asturiano", precisa antes de seguir. Pero si "el Reino de Asturias es el embrión de lo que va a ser España", si "todo empieza aquí", no hay caso. "Me parecería muy raro pensar en abandonar algo de lo que has sido el origen", más si ese algo es "un gran país". En el retrato del escenógrafo, no obstante, lo que podría ser el germen nacionalista existe, porque Sagi reconoce a su alrededor un sentimiento de pertenencia "fuerte. Al menos tan fuerte como cualquiera y no sólo del paisaje y la cultura, también del paisanaje. Somos muy proclives a hacer grupo: los Centros Asturianos también son centros culturales y sociales muy importantes".

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