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Candás, adoración por un pez que tanta hambre quitó

Vendedoras de sardinas a mediados del pasado siglo en Candás.

El historiador Manuel Ramón Rodríguez, más conocido como "Monchu", sabe mucho de la sardina y del arraigo que este pescado tiene en Candás. Actualmente, esa cultura marinera vinculada a la sardina sigue todavía viva pese a que hace décadas que ninguna embarcación del concejo sale a faenar a la captura de ese pescado. El festival de la sardina que cada 1 de agosto llena el paseo de San Antonio, y que años atrás hacía lo propio en el muelle, rememora aquel pasado sardinero, que muchos vecinos tienen grabado a fuego en su memoria. Las muyeres de la paxa, esas mujeres que transportaban el pescado en un gran cesto sobre sus cabezas, también han desaparecido de la imagen típica de Candás. Eso sí, el vestido típico de esas mujeres, a las que todo el mundo llamaba sardineras -pese a portar todo tipo de pescado-, aún se mantiene en pie en toda celebración que se precie en la villa marinera. Las actrices del grupo teatral "Les Ayalgues" también suelen portar ese traje típico con su manta candasina sobre los hombros y las faldas anchas y por debajo de las rodillas. Y no son las únicas, ya que buena parte de las mujeres utiliza el mismo atuendo en los festejos locales de la capital de Carreño. "La tradición y vinculación de Candás con la sardina data de la Edad Media, era una de las pesquerías más tradicionales", destaca el historiador candasín, que relata además cómo en el siglo XIX varias fábricas de salazón de sardinas comenzaron a instalarse en la villa marinera y paralelamente se desarrolló la industria conservera a orillas del Cantábrico. Candás fue un importante puerto sardinero, como también lo fueron Cudillero, Lastres y Gijón en el pasado siglo.

La sardina formó parte importante de la dieta carreñense durante años y años, en gran medida gracias a la distribución que las muyeres de la paxa hacían por las zonas rurales. "Hay documentación en el siglo XVIII de la presencia de sardineras candasinas en Oviedo", indica el historiador local, basándose en un escrito hallado en el Catastro del Marqués de la Ensenada. Esas sardineras aprovecharon también la puesta en funcionamiento del ferrocarril en el concejo para ampliar sus zonas de venta durante no pocos años.

La pesca ha quedado en un segundo término, eso sí, la cultura sardinera pervive entre los candasinos y carreñenses. Tras décadas y décadas, la sardina aún forma parte de la idiosincrasia de la villa marinera. Los documentos datados a finales del siglo XIX hablan de un cambio tecnológico en la pesca. Se modificaron las artes y se pasó de utilizar mallas, redes u otras técnicas como el cerco, el cupo y el boliche. "Llegó a haber problemas de orden público vinculados con la sardina", relata Rodríguez, que incide también en que las traineras fueron unas embarcaciones ideales para la pesca de la sardina con cerco.

Dado el tirón que el pescado tenía en la villa de Candás, los vecinos y hosteleros idearon un festival en los años setenta que fortalecería ese vínculo, al menos, una vez al año. Eran tiempos en los que la pesca de la sardina seguía siendo un revulsivo para las economías familiares del concejo. Año a año ese impulso pesquero fue a menos, no así el festival, que reúne cada edición a miles de personas que quieren degustar el amado pescado candasín. Desde hace años la sardina que se degusta en el certamen del paseo San Antonio no es candasina, y los comensales lo saben. Eso sí, si no es se hace porque Candás sí mantiene a la sardina en un pedestal. Ayudó en tiempos de hambrunas y con el paso de los años se ha convertido en un fenómeno festivo. Ahora tiene que venir de otros mares.

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