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La biotecnología, un nuevo futuro para la economía asturiana

El sector biotecnológico, que ya tiene 39 empresas, crece con nuevas compañías que reutilizan sangre animal o fabrican sensores contra el deterioro muscular

Rafael Permuy, CEO de Microviable Therapeutics. Marcos León

Para el empresario Joaquín Monte, el futuro de la ganadería en Asturias pasa irremediablemente por el matadero. No está haciendo una metáfora pesimista de su día a día. Enfundado en un polo negro y unos vaqueros, cuesta imaginarlo trabajando en una cuadra. Aún así, lo sabe todo sobre las reses y eso que su empresa no hace frente a las mensualidades produciendo leche o carne. En realidad, no tiene ni una cabeza de ganado en propiedad. La materia prima que su empresa, Protein Biotechnologies, codicia es la sangre de los animales sacrificados en los mataderos. Con ella, esta incipiente empresa tecnológica gijonesa se las ingenia para producir sueros para vacunas e, incluso, proyecta desarrollar proteínas para enriquecer alimentos de consumo humano. La compañía de Joaquín Monte y su innovador producto es un ejemplo de una nueva economía que surge en Asturias: el sector biotecnológico.

"La biotecnología y la salud representan un campo importante para nuestro futuro", sentencia Cristina Fanjul, directora del CEEI, la entidad del Principado especializada en fomentar la creación de empresas en sectores innovadores. "Ya hemos asesorado 122 proyectos, de los cuales 39 son empresas funcionales. La financiación lograda para esos proyectos asciende a 7,2 millones de euros". El CEEI, con apoyo de Banco Sabadell, acaba de galardonar a la empresa de Joaquín Montes, dentro del primer certamen "Venture On the Roads", como la propuesta más innovadora de Asturias. Otras tres empresas nacientes, todas del sector biotecnológico y sanitario, quedaron finalistas.

"Lo que antes se percibía como un desecho, la sangre, para nosotros es un recurso con el que generar valiosos productos", explica Joaquín Monte desde la diáfana sala de juntas de la empresa de embutidos El Hórreo, en Siero, con la que colaboran. "Es un concepto de economía circular: nada se puede desperdiciar", prosigue antes de describir las cuatro ramas sobre las que se articula Protein Biotechnologies: Protein Farma -enfocada al suero para vacunas-, Protein Feed -destinada a enriquecer alimentos para ganado-, Protein Food -similar a la anterior, pero pensada para alimentos orientados al consumo humano- y Protein Agro, de fertilizantes para cultivos.

"A principios de 2018, Protein Farma entrará en fase industrial", relata en tono tranquilo Joaquín Monte y, omitiendo los datos más técnicos, enuncia que "con la sangre, producimos sueros para laboratorios farmacéuticos que fabrican vacunas. De alguna manera, hacemos comida para los bichitos que van en las vacunas para entrenar el sistema inmunológico", resume mientras sonríe detrás de sus gafas de montura libre. "El resto de líneas de negocio todavía necesita más tiempo, aunque ya han superado las fases de laboratorio. Protein Agro es como hacer pociones mágicas para plantas. Crecen una barbaridad", apunta sin ser capaz de ocultar la emoción en una cara ocupada por unas largas patillas.

En Protein Biotechnologies, que recibió una subvención el IDEPA, trabajan por el momento otras dos personas a mayores de Joaquín Monte: Moisés Camblor, de El Entrego, y un operario en la planta de producción de Tineo, ubicada allí porque el matadero tinetense es uno de los que colaboran con la empresa. "Sin embargo, esta idea puede dar muchísimos puestos de trabajo porque se puede replicar en cualquier parte del mundo donde haya un matadero", apunta el responsable de la compañía. Su esfuerzo ha cristalizado en dos patentes registradas por la Universidad de Oviedo que, en pocos meses, esperan que sirvan como cabeza de playa para el desembarco definitivo en el mercado.

Microviable Therapeutics es otra de las empresas que concurrieron al certamen impulsado por el Sabadell y el CEEI. Su modelo de negocio se basa en la microbiota intestinal: las bacterias que habitan en los intestinos. El estudio de estos microorganismos tiene cada vez más peso en Estados Unidos, ya que la ciencia ha dirimido que su alteración está relacionada con enfermedades digestivas, entre otras dolencias. Sin embargo, analizar la microbiota tiene un problema de base: las bacterias mueren al contacto con el oxígeno, por lo que las muestras son poco aprovechables. "Hemos diseñado un sistema que es un catalizador. Un recipiente donde se aísla el oxígeno y la microbiota permanece inalterada", apunta Joaquín Permuy, gerente de la compañía, mientras señala con su dedo el vaso donde se toma su café para hacer referencia al tamaño del bote. "Nadie más en el mundo sabe cómo hacerlo, excepto nosotros", afirma el gijonés recostándose sobre su silla. Su estrategia va más allá y pretende conformar un banco de microbiotas, como una especie de contingente ante una eventual necesidad. "Por ejemplo, la quimioterapia destroza la microbiota. Imagine que el usuario pudiera minimizar los daños porque anteriormente guardó una muestra que después se trasplantará", explica. El resultado apunta a éxito: "Tampoco hay posibilidad de rechazo, porque son sus microorganismos, ni tenemos las complicaciones éticas de un banco de células madre", finaliza Permuy.

Microviable Therapeutics está formada por dos personas, aunque recibe apoyo de investigadores titulares en el CSIC, y su origen hay que buscarlo en el IPLA (Instituto de Productos Lácteos de Asturias). Fundada en noviembre de 2015, ha recibido ayuda pública del Ayuntamiento de Gijón, del IDEPA y del Proyecto Horizonte Pyme, dependiente del Ministerio de Economía.

Otra empresa emergente del sector biotecnológico asturiano es Muscle Tecnologhy. Con sede en Gijón, esta empresa aspira a prevenir el deterioro de la calidad muscular al envejecer (sarcopenia) con un dispositivo acoplado al teléfono móvil. Ana Coto es la presidenta de la compañía desde su fundación el pasado mes de junio. Profesora de Biología en la Universidad de Oviedo, su línea de investigación está orientada a la sarcopenia desde hace casi una década. "Asturias es de las comunidades más envejecidas de España, y nuestro país tiene un número significativamente más alto de personas mayores que el resto de la Unión Europea, por lo que nuestro trabajo puede resultar tremendamente útil, porque además la sarcopenia se puede retrasar si se pilla a tiempo con dieta y un poco de ejercicio", detalla.

Para desarrollar el dispositivo, Coto se fijó en la metodología NIR (espectroscopia del infrarrojo cercano, por sus siglas en inglés), que utilizan en instituciones como el SERIDA, del Principado, para medir la calidad de los alimentos. En concreto, la bióloga estaba estrechamente vinculada a controles cárnicos. "Sospechaba que el mismo proceso podía servir para detectar la pérdida de calidad muscular, la gente se lo tomaba un poco a broma, pero yo sabía que, en esencia, un filete de vaca y un músculo humano son casi lo mismo", explica Coto entre risas. "Efectivamente, así fue" sigue, casi encogiéndose de hombros. De momento, esa certeza es lo más tangible que tienen. "El dispositivo actual tiene un gran tamaño porque está diseñado para ganado, y estamos pensando cómo miniaturizarlo para que sea del tamaño de un móvil". Con apenas meses de vida, sus integrantes están haciéndose a la vida empresarial, que compaginan con sus otros trabajos.

Las ideas de combinan biología y nueva tecnología brotan en este nuevo ámbito económico regional. Orientada al ámbito de la salud y el deporte, la compañía Human Analytics gestiona la plataforma Sphoda. Se trata de una especie de web donde el usuario puede colgar los resultados recogidos al hacer ejercicio. Éstos se complementan con las directrices de otros actores del mundo del deporte, como el entrenador personal o el nutricionista. "A toda esa cantidad de datos, hay que darle un sentido y eso es lo que hace Sphoda, que puede deducir tus picos de rendimiento o cuando estás en riesgo de lesionarte", resume Javier Gómez, ingeniero de profesión, y cabeza visible de esta empresa con sede en Gijón.

"El 77 por ciento de la población nunca realiza una prueba de esfuerzo, simplemente sale a correr y cuando ve que progresa empieza a disfrutar, pero no sabe si lo está haciendo de manera adecuada", apunta Gómez. "Con técnicas de Big Data recogemos todos los datos derivados del entrenamiento deportivo y los traducimos en información que el usuario puede interpretar para seguir pautas más eficientes", explica mientras muestra unas gráficas de rendimiento en su portátil.

En definitiva, cuatro ejemplos de nuevas compañías que aspiran a revolucionar el mercado desde la biotecnología y la investigación en salud. Suenan un poco a futuro, pero pretenden ser ya el presente de Asturias.

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