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El libro hace muy bien su papel

La industria editora tradicional resiste - el empuje del mundo digital con nuevos sellos especializados y con librerías que buscan la conexión personal con el lector

El libro en papel resiste. La industria editorial ha cambiado de manera crucial desde los rutilantes años finales del pasado siglo, pero ni el formato digital ni las múltiples amenazas on-line han logrado liquidar la posición preeminente de los volúmenes físicos. Así lo constata el informe "El sector del libro en España", del Observatorio de la Lectura y el Libro y que en su última actualización, este verano, compendia las cifras entre 2002 y el cierre de 2015, los últimos datos consolidados, para analizar las tendencias en el mundo editorial y la venta de libros. Sus conclusiones son esperanzadoras: tras varios años de descenso progresivo, tanto la edición de libros como las ventas y la facturación se han incrementado en los dos últimos años. Un cambio de tendencia. El único problema es que en Asturias no se percibe ese beneficio: como mucho, editores y libreros aprecian una estabilización, a la baja, en las ventas.

En lo referente a la edición, las cifras confirman esas sensaciones. En 2015 se editaron en España 79.397 libros, un 0,2% más que el año anterior. Entre ellos, el 71,6%, 57.117 volúmenes, se publicaron en papel, lo que supone a su vez un incremento anual del 0,4%. De todos estos libros, se vendió el 69%, para una facturación global de 2.257,1 millones de euros (un 2,8% más que en 2014).

En Asturias, en cambio, el volumen de ediciones descendió un 15%, pasando de 768 a 648 libros. Pero los editores ponen esa circunstancia en relación a la nueva realidad editorial de la región, en la que se está formando un prometedor tejido independiente. "Creo que ahora mismo en Asturias hay una realidad editorial muy prometedora y asentada, con el surgimiento de pequeñas editoriales especializadas que cuidan mucho los libros y están conectando con los lectores. Tenemos casos como Satori, una referencia en su ámbito, o como Hoja de Lata, que ha estado en la Feria del Libro de Guadalajara. Eso es un síntoma", sostiene Fernando Menéndez, del Club de Editores al Margen.

Este colectivo, nacido el año pasado, agrupa seis editoriales independientes que tratan de dinamizar el sector editorial en la región: las citadas Satori y Hoja de Lata, más Aventuras Literarias, Malasangre, Uve Books y Pez de Plata. Sus referentes, explica Menéndez, son iniciativas editoriales como Libros del Asteroide o Impedimenta, que se distinguen por lanzar publicaciones que no entran en el radar de las grandes editoriales, y por sus cuidadísimas ediciones: "Se la jugaron y la cosa no les ha ido mal. Como ellos, respetamos nuestro catálogo, y también la edición. Y el lector aprecia que cada libro que sale de una de nuestras editoriales es un ejemplar único, que tiene todo un proceso detrás, pero que no es un proceso industrial, como en el caso de las grandes editoriales".

"Está claro que estamos en un momento de auge de las pequeñas editoriales, sobre todo dirigidas a un objetivo de nicho. En Asturias están floreciendo editoriales de todo tipo, desde las dedicadas a la literatura fantástica hasta las que publican estudios históricos", reflexiona Iván Alonso, de Ediciones Nobel. Esta casa, fundada en 1989, mantiene una línea de publicaciones muy asentada, con especial preferencia por los ensayos de prestigio y las obras sobre gastronomía y rutas por Asturias. "Apreciamos un crecimiento, apoyado en una demanda, de ese tipo de publicaciones", precisan desde la editorial.

Esta especialización ha traído aparejada una contención en el volumen de las tiradas, que se reducen de manera sostenida en los últimos años. En 2015, la media se situó en 2.810 volúmenes, registrando descensos muy acusados en sectores como el cómic o los diccionarios y enciclopedias, con descensos por encima del 16% en cada caso. Una dinámica que afecta incluso a las grandes editoriales. Una muestra: la tirada media del libro de bolsillo, muy trabajada desde estas casas, se redujo en un 23,5% en un año, pasando de 5.310 libros a apenas 4.060.

"Creo que la edición para nichos ha venido para quedarse. La especialización es la supervivencia. Esto es algo que les pasa a las editoriales, pero también a las librerías: tienes que proponer una oferta lo más concreta posible, porque no puedes competir con editoriales que sacan a un autor determinado o el best seller del momento. Tienes que buscar un espacio, y eso pasa por la especialización", sostiene Fernando Menéndez. El editor pone un caso muy concreto: el de Satori, especializada en temas japoneses y creada hace una década en Gijón por Marián Bango y Alfonso García: "Cuando empezaron les preguntaban si estaban locos. '¿Dónde vais?', les decían. Pero llevan diez años ya, y son un referente a nivel nacional e internacional en las publicaciones relacionadas con Japón y la cultura japonesa. Hay ligas que sabes que no puedes jugar, pero si te especializas y cuidas tus publicaciones, vas a llegar a un lector determinado. Aún más: vas a conectar con él, porque ese lector, una vez que te ha localizado y ve que tienes una propuesta que le gusta, va a estar pendiente".

Para estas pequeñas editoriales, el libro electrónico no es una amenaza, al menos a corto plazo. En realidad, lo que venden es otro producto, uno especializado en el que importa la calidad del objeto físico. Aunque sí que podría ser factible comercializar algunas de sus publicaciones en formato digital, tampoco hay una demanda excesiva por parte del mercado. "El ebook parece que se ha quedado en el 11% del mercado. Para formación o estudio de idiomas funciona bien, resulta muy útil. En Nobel creemos en la utilidad de los ebooks, funcionan razonablemente bien, aunque no es la mayor parte de nuestras ventas. Pero no debe haber ninguna lucha, no es la competencia para los libros: es como un periódico, que tiene edición en papel y digital", sostiene Iván Alonso.

"El enemigo del libro no es el libro electrónico: es el teléfono móvil. El 99% de la gente que va en autobús o tren está interactuando con el teléfono móvil, escribiendo sus historias en redes sociales. Es de lo que hay que preocuparse para que crezca el índice de lectura, porque es un elemento de distracción muy grande: más que entretener, distrae", afirma Fernando Menéndez.

El informe "El sector del libro en España" constata estas impresiones, aunque con matices. En su gran mayoría, los libros digitales no son más que ediciones adaptadas al formato ebook de los libros físicos. Su cuota de mercado es de poco más de 100 millones, apenas el 5% de la facturación total del sector, pese a que su precio medio es hasta nueve euros y medio inferior al del libro en papel: 12,13 euros frente a 23,74. Pero su crecimiento se aprecia sobre todo en textos universitarios: en ámbitos como el Derecho o la Ciencias Económicas, los libros en papel van a la zaga respecto a los digitales. El matiz a estas apreciaciones procede de que las estadísticas no contemplan los libros editados y distribuidos directamente a través de las grandes plataformas on-line, entre ellas Amazon, un actor dominante en esta materia. Por ello, la penetración real de estas publicaciones no está cuantificada, aunque, en esencia, no deja de ser otro nicho de mercado específico.

Pero si el sector editorial asturiano vive un momento esperanzador, en el sector librero hay más dudas. Principalmente porque en 2017 se ha registrado un cierre traumático como fue el de la librería Ojanguren, en Oviedo, que había nacido en 1856 y bajó la persiana por última vez en septiembre.

Para las librerías, el gran rival son las cadenas, que no dejan de arañar cuota de mercado. En 2015 había en España 3.824 librerías independientes, que facturaban el 34,9% del total de ventas del sector, mientras que las grandes cadenas de librerías aglutinan ya el 17,7% de la facturación global y en un subsector concreto, el de los cómics, ya es dominante. En Asturias, el tejido de librerías se situaba, a principios de 2016, en 127 establecimientos, el 3,3% del total de España. Dicho de otro modo: hay 12 librerías por cada 100.000 habitantes en la región.

"El sector del libro tiene una mala salud de hierro. Desde 2007 hemos registrado una caída muy importante de las ventas, aunque ahora estamos en un momento de estabilidad dentro de esa caída. Hay una bajada del número de librerías, y de lectores, que coincide con la crisis global, que está cambiando más de lo que nos parece los hábitos de compra. Si a eso unes el mundo digital, es la tormenta perfecta. Pero lo peor de todo es la pérdida de lectores, que es más difícil de detectar y me preocupa más", explica Rafa Gutiérrez, de la librería La Buena Letra, de Gijón. Como los editores, el librero tiene claro cuál es el verdadero enemigo: el móvil. "Vamos hacia una sociedad en la que es anacrónico leer un libro, incluso un periódico en profundidad. Tenemos poco tiempo para el análisis. El libro te exige estar sólo a eso, ocupa toda tu atención, y ahora parece que tenemos que estar siempre haciendo dos o tres cosas a la vez", reflexiona.

Para combatir la caída de lectores y el auge tecnológico, las librerías trabajan en dos vías: la especialización y la incorporación de actividades. Lo primero les lleva, como a las editoriales, a la búsqueda de nichos de mercado a los que no pueden llegar las grandes cadenas. Lo segundo, a convertirse en más que librerías: son centros culturales.

"Tenemos que dar un paso adelante, no sólo las librerías, todos los pequeños comercios. La irrupción de las plataformas digitales, como Amazon, dan muchas facilidades a los consumidores. El comercio tradicional está en decadencia y tenemos que apostar por otras cosas. Las librerías jugamos en dos ligas: somos agentes culturales y somos comercios. Como agentes, tenemos un doble beneficio que nos presta la sociedad, que es el IVA superreducido, al 4%, y el precio regulado, que impide que una plataforma como Amazon pueda acabar con la competencia tirando los precios. Son privilegios que nos protegen, y que tenemos que devolver de alguna manera. Y nosotros lo hacemos convirtiendo la librería en un foco de actividad en el que se organizan charlas, debates, presentaciones, cuentacuentos?", explica Rafa Gutiérrez.

"La regulación de precios fue nuestra salvación. Un libro determinado cuesta lo mismo en mi librería que en una gran cadena o en Amazon, aunque es un discurso en el que quizá no insistimos lo suficiente. Si no existiese esa medida y si no se recogiese en la ley del Libro de 2007, estaríamos en un caso como el de Inglaterra, en el que tuvieron que cerrar todas las librerías pequeñas. Si llega el caso de que se liberaliza el precio, estamos condenados a desaparecer", afirma Lara Meana, de la librería El Bosque de la Maga Colibrí, en Gijón, abierta hace diez años y especializada en literatura infantil y juvenil.

Al igual que hizo Rafa Gutiérrez en La Buena Letra, Lara Meana ha convertido su librería en un punto de encuentro para los lectores. Organizan charlas, talleres, cuentacuentos, incluso exposiciones. "Intentamos dinamizar, pero de tal manera que no sólo sea conseguir más clientes, sino construir un vínculo con esos lectores, que se fidelicen como clientes. Establecer una relación de confianza que tradicionalmente ha existido, pero que se perdió en un momento dado", sostiene Meana. Hay otra vía de supervivencia para las librerías: la diversificación. La conexión con el sector de la papelería está consolidada desde hace décadas, pero en los últimos años han proliferado otras alianzas, como la que une a las librerías con la hostelería, que se revelan especialmente efectivas. Un caso paradigmático es el de la Librería Treito, en Cangas del Narcea, que lleva 43 años abierta a base de diversificar el producto y, también, de impulsar actividades culturales para sus lectores.

El alma de Treito es Toño Fernández, que tras jubilarse ha pasado el testigo a sus hijos.

"Ahora mismo, mis hijos regentan dos tiendas en Cangas, con seis empleados en total. Estamos trabajando bastante bien, pero no vivimos solamente de lo que es el libro. Sólo con eso quizá podríamos sobrevivir, pero habría que reducir bastante el negocio y no podríamos pagar seis sueldos", explica Fernández. Presentaciones, talleres, actividades infantiles? Treito es un referente cultural en toda la comarca, y un modelo para muchas librerías jóvenes. "Solemos hacer dos presentaciones al mes, más no porque esto es un pueblo. Hace unas semanas se presentó un libro de una chica de Cangas, había 30 personas en la librería y se vendieron más de 70 libros en una semana. Todo eso influye a la hora de vender libros, y si no serían horas muertas. Hay que animar a la gente, llevarla a la tienda para que vea el libro. Ésa es también la función del librero", sentencia Fernández.

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