La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Salud

Propósitos de Año Nuevo

Para vivir un 2018 saludable, tres objetivos clave: dejar de fumar, adoptar la dieta mediterránea y hacer ejercicio

Propósitos de Año Nuevo

"A partir de enero me pondré a dieta", se dice uno mismo mientras disfruta de lo que considera la última transgresión del año. Tres son las principales causas de que no cumplamos con los propósitos enunciados. En primer lugar, que las razones para elegir el cambio no surjan de nosotros mismos, sino de fuerzas externas como la sociedad, amigos, modas etcétera; en segundo lugar, que los objetivos sean demasiado ambiguos y no hayamos definido marcadores de progresión y éxito; finalmente, que aspiremos a cambios imposibles. Por eso, la recomendación universal es que los objetivos sean lo más específicos posible, por ejemplo, perder 10 kilos; medibles, en este caso es fácil; conseguibles, no lo sería perder 60 kilos con dieta y ejercicio; que realmente le importen a uno: relevantes, y con un horizonte temporal definido: perder 10 kilos en 6 meses.

Pero la experiencia demuestra que esto no basta. Además de estar motivado para alcanzar un objetivo mediante cambios posibles en el estilo de vida, hay que buscar formas de mantener ese esfuerzo. Para ello hay dos consejos: no embarcarse demasiado en pensamiento positivo y ser condescendiente con uno mismo.

Mientras se ha demostrado que el pensamiento positivo es bueno para diseñar el proyecto, el exceso puede ser un inconveniente. Como dice Gabriele Oettingen, profesora de Psicología de la Universidad de Nueva York: "Cuanto más fantasee y sueñe acerca del éxito futuro, menos se esforzará". La regla es ser positivo y realista. En segundo lugar, se debe aceptar que es muy posible que uno no siempre cumpla con el programa, que el fumador tenga recaídas, que una semana no haga ejercicio o que se salte la dieta. No importa. Tras esa caída uno se debe levantar con el ánimo dispuesto a seguir.

Y qué propósitos sería bueno que se hiciera para el nuevo año. Respecto a la salud, es bien fácil. En primer lugar, si es fumador, dejarlo. Eso es lo más importante. Si bien el porcentaje de fumadores está declinando, aún hay demasiados. Y más inquietante es que muchos jóvenes se adentran en el hábito.

El trinomio dieta, ejercicio, obesidad sería el segundo gran objetivo para mejorar la salud. Sabemos con bastante certeza que la adherencia a la denominada dieta mediterránea es un buen seguro de salud. Cuanto más se cumpla, menos riesgo de muerte en general y menos incidencia y mortalidad por cáncer y enfermedad cardiovascular. Cumple el que come abundante fruta, vegetales, legumbres, cereales y pescado y el que come poca carne y lácteos. Y mejora su puntuación si consume alcohol con moderación.

La relación entre dieta y cáncer está llena de mitos. En realidad se sabe mucho menos de lo que aparece en la prensa y en los libros de divulgación. Hay bastante seguridad sobre el efecto dañino de las carnes procesadas, tipo embutido, hamburguesas industriales, etcétera, en el cáncer de intestino grueso; la carne roja también es perjudicial para este cáncer. En cuanto al efecto protector de frutas y verduras, aunque aparece en muchos estudios, su magnitud es moderada y no suficientemente consistente. Sea como sea, la dieta mediterránea cumple con ello. Debo decir que no hay alimentos mágicos, que ni la soja, ni el té verde, ni la vitamina D protegen. Es verdad que hay estudios que muestran cierta capacidad preventiva, pero muchos otros no.

La obesidad se asocia a un buen número de cánceres con incrementos moderados. La teoría es que la grasa produce hormonas, especialmente estrógenos e insulina. La primera se asocia a cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas y a cáncer de matriz. La insulina, que es una hormona multifuncional, estimula la división y crecimiento celular incrementando el riesgo de cáncer. También lo aumenta la inflamación que produce el exceso de grasa, inflamación y en consecuencia el crecimiento y división celular. Asociados a la obesidad, especialmente la abdominal, además de los mencionados, están el cáncer de esófago, estómago, páncreas, hígado, vesícula biliar, próstata, ovario, mieloma múltiple, meningioma y tiroides.

Es difícil perder peso, pero más difícil es mantenerlo una vez llegado al objetivo. Parece ser que el organismo acostumbrado al peso original actúa como si estuviera en riesgo y hace un esfuerzo para conservar energía e incrementar el apetito. En pocas semanas se gana lo perdido con tanto trabajo. Una buena ayuda para evitarlo es hacer ejercicio, mucho ejercicio si se partía de mucho sobrepeso. Además, el ejercicio en sí mismo es una fuente de salud y bienestar. Los beneficios cardiovasculares son bien conocidos. Y, quizá porque reduce los niveles de insulina y estrógenos, protege contra el cáncer de mama, de útero y también de colon.

Compartir el artículo

stats