La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jorge Fernández Díaz | Periodista y novelista, publica "La herida"

"Mi padre, asturiano, descubrió que quería ser escritor, dedujo que era un vago y me dio por perdido"

"Cada usuario de las redes cree que es periodista y actúa sin conocimiento, sin códigos, sin rigor y sin escrúpulos"

Jorge Fernández Díaz La Nación

-Una facilita para empezar. Ser periodista hoy, ¿por qué y para qué?

-Para lo mismo de siempre, para investigar y controlar al poder. Y para contar historias; de ser posible, con un arte narrativo que las haga perdurar. También para discutir los argumentos circulantes, que están llenos de supersticiones, mentiras y malentendidos.

Jorge Fernández Díaz llegará mañana a España para una breve pero intensa gira. El motivo: presentar su novela "La herida", un "thriller" sobre el espía Remil que arranca en el Vaticano y viaja a la Patagonia en una intriga que desvela los entresijos de la corrupción y el poder. En Argentina sus ventas han superado a Dan Brown. Fernández Díaz (Buenos Aires, 1960) invirtió cincuenta horas en entrevistar a su madre asturiana. El resultado fue "Mamá", un libro extraordinario que hace una década conmovió a miles de lectores aquí y allá.

-"Todos fuimos heridos alguna vez". ¿Cuál es la herida fundamental de Jorge Fernández Díaz?

-Mi padre asturiano, Marcial, era camarero de un bar. Cuando descubrió que yo quería ser escritor, dedujo que yo quería ser vago. Y me dio por perdido. Yo tenía 15 años, y estuvimos alejados durante nueve años: sólo podíamos decirnos frases de ocasión. Cuando tenía 25 años, yo ya escribía una novela por entregas en un periódico de la tarde, y Marcial me llamó (algo que nunca hacía) para saber cómo iba a continuar la historia, que yo había cortado de manera dramática siguiendo la técnica de los viejos folletines. Marcial quería darles a sus clientes, que me leían religiosamente, la exclusiva. Se me saltaron las lágrimas y disimulé para que no se diera cuenta. Le respondí y me fui a llorar al baño. A partir de ese momento, nos amnistiamos mutuamente. La literatura, que nos había separado, nos volvió a unir. Yo cargué durante años con esa sensación: Marcial me había dado por perdido y me profetizaba la ruina. Le transferí ese conflicto, esa herida fundamental, a Remil. Su jefe, Cálgaris, lo da por perdido, y él trata de demostrarle durante toda la novela que está equivocado.

-Hágase una pregunta que le cueste responder.

-¿Te curaste de esa herida fundamental, Fernández? No. Lucho contra ese fantasma, pero no creo haberme curado. Ni siquiera con el éxito de mis libros. Hace un tiempo soñé que yo estaba desempleado y que marchaba junto con otros menesterosos por la calle, y que de repente me tocaban el hombro. Era Marcial, el viejo asturiano, que me decía al oído: "Te lo dije, Jorge. Te lo dije, pero no mi hiciste caso".

-¿Prefiere la literatura que abre o que cierra heridas?

-Soy un lector voraz y desprejuiciado, frecuento todas las literaturas. Pero como escritor intento contar lo que el periodismo no me permite, cruzar esa línea y narrar las ambigüedades morales de la realidad.

-Una vez dijo: "La historia es un analgésico contra el triste presente". ¿Qué le produce dolor de cabeza cuando ve las noticias?

-La demagogia, la facilidad con que ¬creemos en lo que queremos creer, nuestra compulsión por la decadencia. Uf, tantas cosas. Lo políticamente correcto convertido en una nueva y sutil tiranía. El populismo de siempre, presentado con envoltorios nuevos.

-Es usted periodista desde 1981. ¿Se arrepiente?

-No, aunque te confieso que he llevado las dos vocaciones -periodista y escritor de ficciones- como un eterno bígamo tironeado por dos mujeres exigentes que se disputaban mi tiempo y mis energías. Finalmente, hace unos quince años pude por fin lograr que ambas vocaciones confluyeran. Fue cuando logré escribir reportajes como si fueran cuentos, artículos como si fueran ensayos, y novelas como si fueran reportajes de misterio. Decía Hemingway que el periodismo era un buen oficio para el escritor si éste era capaz de dejarlo a tiempo. Yo no supe. Y entonces el novelista está impregnado de periodismo. Y el periodismo está escrito con exigencia literaria. Ya ves: soy un bígamo feliz, pero esforzado.

-En 2002 entrevistó durante cincuenta horas a su madre asturiana y con ese material escribió "Mamá". ¿Qué le debe a ese libro tan asturiano?

-Fue un momento refundacional en mi vida y en mi literatura. El libro se transformó además en un "long seller". La peripecia de Carmina es famosa en la Argentina, y han querido muchas veces hacer películas con ella. Pero mamá no ha querido; teme que malformen y maltraten la intimidad de la familia. La experiencia de bucear en la vida de tus propios padres y de contar su épica personal reafirmó la idea de que soy tan argentino como asturiano. Soy de Almurfe, muy cerca de Belmonte de Miranda. Y de Barcia, muy cerca de Luarca. En "El puñal" hay una persecución que sucede en distintos lugares de Asturias. Esa patria siempre viaja conmigo.

-¿Y qué le sugiere?

-Mi segunda casa, mi familia, mi identidad. María del Escalón, mi abuela; José de Sindo, mi genial abuelo maldito. Las viejas melodías, los verdes. Un cierto modo de ser que yo aprendí en un patio de Buenos Aires, siendo muy niño. Mira, hay un túnel secreto que une a Oviedo con el barrio porteño de Palermo. No me pidas detalles. Tómalo como una posverdad del corazón.

-Valore movimientos contra el acoso sexual como MeToo. ¿Ve algún riesgo de llegar a una caza de brujas o excesos puritanos, como denuncian algunas voces?

-Estamos viviendo un momento histórico, y no puedo sino celebrarlo. Pero las sociedades suelen ser pendulares y caer en excesos cuando se mueven. El debate, digamos, entre las actrices de Hollywood y las francesas me parece necesario. Hay un avance muy satisfactorio, un cambio cultural y, a la vez, muchas estupideces y gente que riza el rizo.

-¿La estructura mental del hombre está obligada a cambiar en su relación con la mujer?

-Sí, claro. Ése es el gran cambio que se ha dado en Occidente. Las mujeres nos pasarán por arriba, amigo. Son más inteligentes y emocionales, y están ganando cargos claves en las empresas y en la política. Los hombres corren de atrás; las compañías tienen que organizarles cursos de inteligencia emocional para que prosperen. La mujer es lectora, intuitiva, empática, valiente. Y su fulgurante éxito ha modificado las relaciones amorosas. Es un tornado.

-Si los abusos se dan en todos los sectores, ¿por qué salen a la luz sobre todo los del espectáculo?

-Porque tienen voz, y se las escucha en todo el mundo. Pero hoy una mujer denuncia por Twitter un abuso en la oficina y eso se viraliza, y el tío puede empezar a pasarlo mal. Esto, claro está, es privativo de las clases medias. Donde reina la miseria, no sólo existen callados abusos, allí cunden violaciones y vejámenes machistas todo el tiempo, y esas mujeres no tienen voz, ni tienen Twitter ni saben cómo defenderse de esa injusticia.

-Donald Trump. ¿Podría definirlo en un titular contundente?

-No tengo una respuesta lo suficientemente creativa, sólo se me ocurren clichés insultantes.

-¿Le ve futuro al periodismo en papel? ¿Qué aconsejaría a un periódico o revista para sobrevivir al tsunami digital?

-Sí, sobrevivirá. Pero sólo si pone empeño en la calidad de su trabajo. Nadie pagará por fast food. Pero sí por una buena cena, elaborada con los mejores productos. Se habla poco en las reuniones internacionales del oficio acerca del periodismo como obra de arte. Y no ha desaparecido, ni desaparecerá nunca ese lector que paladea una historia bien contada mientras desayuna o toma un café. Ese lector pagará por calidad. Necesita historias que lo hagan soñar y entender. Y lo va a seguir necesitando en el futuro, no importa si al final las lee en el papel o en el teléfono.

-¿Las "fake news" son un mal de nuestro tiempo o siempre existieron?

-Siempre existieron, pero la tecnología las visibilizó y las multiplicó hasta el infinito. Ése el problema de internet: cada usuario de las redes cree que es periodista, y actúa sin conocimiento, sin códigos, sin rigor y sin escrúpulos. La web está llena de cosas maravillosas y de gente corriente que aporta luminosidad e inteligencia. Pero también de estúpidos, ignorantes y malvados. El río viene revuelto. Durante cientos de años, sospechábamos que el mundo contaba con una considerable cantidad de imbéciles. Ahora tenemos cada día la certificación de esa sospecha.

-¿Se puede pescar algo valioso en las redes sociales, no obstante?

-Hay cosas muy valiosas allí; se ha vuelto una herramienta necesaria para el periodismo. Hay diamantes en el chiquero.

-Tengo 18 años. Quiero ser periodista. Disuádame o anímeme.

-Sé periodista, pero no por el dinero ni por la fama. Si lo haces por eso, nunca serás bueno. Sé periodista porque no hay cosa mejor en este mundo, y procura leer todo lo que esté a tu alcance y vivir con los ojos, como pedía Hemingway.

-Martillo, bisturí o guante de seda. ¿Qué prefiere para el periodismo?

-Depende, cada herramienta en su momento y armoniosamente.

-¿Le interesa la bondad como periodista o escritor?

-Sí, me interesa. La bondad, literariamente hablando, es cursi. Pero si un escritor no sabe transitarla, está haciendo mal su trabajo. El periodista que abandona la ternura es un mal periodista.

-¿Veremos desaparecer algún día a Facebook como a My Scape? ¿Lo moderno se queda obsoleto?

-La velocidad de las mutaciones tecnológicas es apabullante. Algunas cosas pasarán, otras resistirán hasta el final. Se decía que la televisión mataría a la radio, que el cine destruiría a la tele, que el vídeo y luego el CD pulverizarían al cine. Nada de todo eso sucedió. Aunque cada uno de esos medios sintió las sucesivas crisis, logró reinventarse y sobrevivir.

-Envíele a un whatsapp micro a Macri, el presidente argentino.

-No se le ocurra fracasar, presidente. No se lo perdonaré nunca. Porque si falla, retornará el populismo autoritario y se quedará para siempre

-Argentina. ¿Estado de salud?

-Recién salido del quirófano. Convaleciente y con pronóstico reservado.

-¿La corrupción política tiene solución o es como el cambio climático?

-Es intrínseca a la política. Es un herpes. Puede ser combatido y controlado, puede parecer incluso que desaparece. Pero sigue ahí. Siempre puede venir alguien y reactivarlo.

-¿El poder manipula por naturaleza?

-No sólo el poder. La manipulación no es únicamente vertical. El éxito de la posverdad no sólo se debe a que un Gobierno echa a rodar una mentira, sino también a que circulan falsedades creadas por ciudadanos corrientes o por grupos en las mismas redes y en algunos cenáculos. Falsedades convenientes que no vienen de arriba, sino que se mueven de manera horizontal y que son contagiosas.

-¿Sabe algo de alguien que no se atrevería a contar ni en una novela?

-Sé muchísimas cosas de muchísimas personas. Los periodistas publicamos sólo el 20% de lo que conocemos. El resto no lo podemos probar. A mí las novelas me permiten trasponer esa frontera y contar con la ficción algunas cosas que sé de algunos hijos de puta que conozco.

-Jueces, sindicalistas, empresarios, narcos, funcionarios€ ¿Salvamos a alguien de la quema?

-A ningún sector. Y no te olvides, por favor, de los medios de comunicación.

-¿Cómo se ve desde allá lo que pasa acá en Cataluña?

-Un delirio, una pena, un síntoma.

-Yo digo Papa Francisco y usted me dice€

-Un hombre que finge simpleza y que es un político habilidoso y de una complejidad impresionante. Su visión del mundo está anclada en años 60. Sigue minuciosamente la política argentina, y se mete en sus internas. Creo que no soñaba con ser el Papa, sino con ser Perón.

-El nombre de su protagonista, Remil, viene de "ser un hijo de remil putas". ¿Es de fiar esa gente?

-Pues fíjate, es un tipo poco recomendable, pero tiene códigos. Yo muchas veces me tomo cafés con Remiles. Creo que, a pesar de todo, a algunos de ellos les confiaría mi vida. A otros cantamañanas con buenas intenciones no se la confiaría, estoy seguro de que me traicionarían a la mínima de cambio.

-¿Qué hay de usted en él?

-Es el canalla delicioso que todos llevamos dentro. Te cuento algo. Arturo Pérez-Reverte anunció que Falcó terminará sus días en Buenos Aires, que se alojará en el exclusivo hotel Alvear y que se encontrará a comer en la Recoleta con Remil y Cálgaris, los camaradas del oficio que aparecen en "La herida". En esos mismos lugares, durante 25 años, Arturo y yo nos hemos encontrado a hablar de novelas, de películas, de héroes infames y cansados, y de tantas cosas€

-Leo: "Los mediocres siempre tienen miedo de ser reemplazados". ¿Se ha topado con muchos?

-No sabes con cuántos.

Compartir el artículo

stats