Rosa Martínez Tarazona es una de las investigadoras más veteranas del Incar. Acabó los estudios de Química en 1972, se incorporó al centro para realizar la tesina, posteriormente el trabajo de investigación para la licenciatura y, después, se fue a Inglaterra. "Entré en el CSIC en 1982 aunque la plaza la saqué en 1991", señala sobre los dilatados plazos para avanzar en el órgano estatal. "Es una carrera de fondo", sostiene, "hay que tener un currículo muy potente, pero no sólo las mujeres, todos". Cuando ella salió a realizar lo que hoy sería una estancia posdoctoral en el extranjero, en el año 1986, "no era popular" para las mujeres irse fuera. "Se consideraba raro y más complicado que ahora", añade antes de rememorar cómo el contacto con la familia entonces era a través de una cabina telefónica, adonde acudía una vez a la semana con unas pocas libras en el bolsillo. "Era una renuncia familiar y personal, pero la oportunidad de salir en un momento que no se viajaba fue muy gratificante", concluye.
