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Intoxicar a millones de ciudadanos por menos de lo que cuesta un avión de combate

Las noticias falsas o "fake news" corren como la pólvora en internet. Las mentiras vestidas de "información" tienen mucho que ver en el descrédito en que están cayendo las redes sociales. Las plataformas han propiciado, a través del uso de perfiles falsos gestionados por robots digitales (conocidos como "bots"), que las máquinas engañen a millones de personas. La conclusión es clara: difundir un rumor en internet no resulta difícil.

Renée DiRiestra, experta en teorías de conspiración y miembro del Centro de Tecnología Humana, lo explica así: existen sitios web donde se crean noticias falsas (algo así como "periódicos falsos") y se colocan en las redes sociales. Allí los "bots" o "usuarios fantasmas" las mueven hasta alcanzar una gran masa de usuarios y medios de comunicación reales. En Twitter, por ejemplo, hay unos 50 millones de usuarios falsos. Muchos de ellos se dedican a multiplicar enlaces falsos en segundos. Son rápidos y están programados para mencionar a medios de comunicación o periodistas en un intento de aumentar su alcance. Cuando un medio desmiente una noticia falsa, ya ha sido leída por millones de personas. Es una técnica sofisticada y barata. Las estimaciones del DiResta apuntan a que la propaganda rusa durante las elecciones presidenciales de 2016, llegó a millones de votantes por una suma inferior a la que costaría comprar un caza F-35.

Para terminar de cerrar el círculo de la mentira, los algoritmos tienen un papel fundamental. Ellos potencian la distribución de los mensajes negativos sobre los positivos porque generan más reacciones en los usuarios. El resultado son redes sociales pobladas de "bots" que difunden noticias falsas y un algoritmo que premia el contenido sensacionalista.

En una sociedad en la que sus ciudadanos utilizan cada vez más las redes sociales para informarse (en concreto un 65 por ciento lo hacen, según el informe 'Navegantes en la red' de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación), el factor humano y el sentido común hacen más falta que nunca.

"El ser humano está más predispuesto a creer que a desconfiar porque ello le da más seguridad", asegura el historiador Michael Shermer, conocido por sus tratados sobre la aceptación de las noticias falsas. En un artículo para "The Huffington Post", Shermer declaró que la gente siente vulnerada su propia identidad cuando observa evidencias contrarias a lo que cree, por lo que termina por aceptar lo que ve o lee. Philip Fernbach, científico cognitivo de la Universidad de Colorado, apunta en este sentido que la mente humana no está entrenada para discernir entre realidad y ficción. "La ignorancia es su estado natural", sostiene. Una afirmación que explica con un ejemplo: todo el mundo sabe que la Tierra gira alrededor del sol, pero no conocen los cálculos astronómicos que llevan a esa conclusión.

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