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Salud

No soy tu negro

Los biólogos luchan desde hace años contra el concepto de raza, que no tiene base científica para clasificar a los seres humanos

No soy tu negro

"Hamilton" es un musical que cuenta la vida de Alexander Hamilton, uno de los fundadores de los Estados Unidos, en el que se entretejen con una armonía admirable distintos estilos musicales populares. Domina el hip hop: se abre con un rap. Y usa este estilo para representar las discusiones políticas, lo mismo que los raperos se enfrentan en justas de rimas. Esa frescura, esa capacidad para incorporar géneros callejeros, concuerda con la de los espectadores que celebran con risas los chistes y bromas y con lágrimas las emociones. Me decía una persona al salir: y fíjate que casi todos los actores eran negros, Washington, Adams, todos negros.

El color de la piel es demasiado evidente, marca de forma indeleble. Lo decía James Baldwin en el documental, magnífico, "I'm not your negro". Su héroe, en la adolescencia, era el presidente Kennedy. Sin embargo, el color de la piel impedía que Baldwin se encarnara en Kennedy lo mismo que a nosotros nos choca que Washington lo represente un negro. Es demasiado llamativo: encasilla.

Hace muchos años que los biólogos luchan contra el concepto de raza por considerar que no tiene base científica para clasificar a los seres humanos. Desde el punto de vista genético, puede haber más diferencias entre dos blancos que entre un blanco y un negro. Suponiendo que esa clasificación sea reproducible: ¿qué es ser negro? ¿Se define por los ancestros, por un conjunto de rasgos, sólo por el color de la piel? En "La mancha humana", de Philip Roth, el protagonista es un negro blanco que oculta su origen pero teme que se descubra en la descendencia. La negritud es una mancha.

Un equipo de científicos acaba de desentrañar el ADN de un esqueleto británico encontrado en una cueva. Tiene 10.000 años. Ahora sabemos que estos primeros habitantes de las islas tenían la piel obscura y ojos claros. Parece que así era la mayoría de los europeos hasta hace 6.000 o 7.000 años. Entonces desde el Este llegaron humanos con piel más clara. Cómo éstos prevalecieron no se sabe. Como no se sabe por qué en África, donde hace 150.000 años convivían "Homo sapiens" con piel clara y oscura, los últimos se hicieron mayoritarios. Lo que sí sabemos es que son escasas las correlaciones entre el color de la piel y otros rasgos, como no sean los que se produce por una selección. Por ejemplo, los europeos, no por ser blancos, toleramos mejor la leche de adultos que personas de otras latitudes. Ocurre porque alguien de este ámbito geográfico sufrió una mutación para digerirla y a los que la transmitió les resultó biológicamente beneficioso, quizá porque podían beber leche. O los africanos, no por ser negros, tienen con más frecuencia anemia falciforme, porque una mutación deformó los glóbulos rojos y posiblemente les diera una ventaja para resistir la malaria. Pero leche y malaria había por todos lados.

Se han asociado el carácter y el coeficiente de inteligencia con las razas. Una asociación que sólo puede existir si hay una base genética para el carácter o la personalidad y la inteligencia. Los que la defienden dicen, basados fundamentalmente en estudios de gemelos idénticos separados a las primeras semanas o meses del nacimiento, que el 50% de lo que somos es genético.

Incluso si fuera así, si los genes determinaran el 50% de nuestras capacidades, no hay ninguna razón para que esos genes, no identificados, se asocien a los que determinan el color de la piel. Pudiera ocurrir si como la lactasa se hubieran seleccionado genes de rasgos de personalidad en regiones geográficas donde predomina un color de piel.

Acaba de exhibirse el retrato de Obama para la galería de presidentes. El pintor Wiley es un afroamericano que reivindica el papel de los negros en el mundo actual. En el Brooklyn Museum cuelga un cuadro en el que el Napoleón de David, cabalgando el mismo corcel con el mismo manto al viento, es un negro vestido a la moda del siglo XXI que convertido en Napoleón señala el paso de los Alpes.

El que no es negro (o cualquier otro ciudadano marginado) no se puede imaginar los obstáculos que tiene que superar en una sociedad dominada por blancos. Obstáculos que reducen sus oportunidades y los arroja a los guetos, confirmando así que tienen tendencia a ser más vagos, más violentos, más delincuentes, más promiscuos.

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