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Vaquero Palacios inspira a los arquitectos suizos

Treinta alumnos de la Universidad de Mendrisio llegan a Asturias para adentrarse en la obra del arquitecto, pintor y escultor ovetense, a quien consideran un ejemplo perfecto de arte integrado en el patrimonio industrial

Una turbina en el interior de la central de Belmonte. MIKI LÓPEZ

El arquitecto, pintor y escultor ovetense Joaquín Vaquero Palacios sigue siendo referente para muchos estudiantes y futuros arquitectos veinte años después de su muerte. Y su obra, reflejo de que la arquitectura y el arte amalgaman bien, es también ejemplo más allá de nuestras fronteras, no sólo las regionales, también las nacionales.

Así, el pasado jueves, un grupo de treinta alumnos de la Universidad suiza de Mendrisio que cursan el segundo curso de Arquitectura visitaron la obra de Vaquero Palacios en Asturias e hicieron dos paradas: la primera en la central hidroeléctrica de Miranda, en Selviella, y la segunda, en la central hidráulica de Proaza. Su profesor, el arquitecto extremeño José María Sánchez, guía a los alumnos por el pasillo tubular que da acceso a la sala de turbinas, a la vez que les explica que la obra de Vaquero Palacios es una muestra para que puedan entrar en contacto con "el orden territorial, para que todos os podáis adentrar en el contexto, más allá de lo que encontramos en los libros. Vaquero Palacios fue un gran arquitecto que era capaz de definir también la parte estética", les apunta el profesor.

Los alumnos, emocionados con la visita, reconocen que la obra de Vaquero Palacios les impresiona, y es que, aunque hasta ahora su nombre no les resultaba familiar, han sabido apreciar en la obra del ovetense la perfecta combinación de lo "necesario y lo artístico", tal y como ellos mismos apuntan, con el casco de EDP, empresa titular de esta instalación, apretándoles en el cogote mientras miran hacía arriba.

Diego Heras, uno de los estudiantes que pasea por la central con un perfecto bigote pelirrojo que se ha dejado crecer a lo Dalí, en un afeitado impecable digno de un futuro arquitecto, señala que lo que más le ha sorprendido de la central de Selviella es "que, a pesar de estar bajo tierra, no es un lugar que te asfixie; al contrario, apetece entrar a conocerlo". "El peso de la tierra que hay encima no pesa aquí dentro", apunta su compañera de clase Ana Rafaela Echeverría, que estudia en Suiza aunque es natural de Quito y agradece los rayos de sol que se dejaron ver en Asturias el jueves por la mañana. En la Universidad de Mendrisio los estudiantes de Arquitectura realizan un viaje cada semestre, que coincide con la temática que se trata en las clases. Este año están haciendo un recorrido por el territorio habitado del Atlántico y el Cantábrico, y tras una primera fase que se desarrolló en Galicia, su segunda parada ha sido en Asturias para conocer la obra de Vaquero Palacios.

Son precisamente las centrales que producen energía un foco de atención para el profesor extremeño, al que le gusta que toda la obra que visiten sus alumnos "forme parte de la estructura territorial". Y, sin duda, estas centrales la tienen.

Ginevra Martinelli, de Bérgamo y estudiante también de Arquitectura en esta Universidad suiza, dice que para ella Vaquero Palacios ya no era un desconocido, y quizá sea por eso que casi pide la palabra para decir que "todos sus trabajos combinan a la perfección la utilidad para el ser humano con lo hermoso, con lo bonito. Sus diseños invitan a entrar y supongo que la gente que trabaje aquí dentro lo hará más feliz, porque el arte y la arquitectura van unidos", señala la estudiante.

Vaquero Palacios fue un arquitecto obsesionado con la definición de la parte estética. Y es precisamente este ejemplo el que Sánchez quiere que se instale en las cabezas de sus estudiantes. "Los arquitectos tienen que reivindicar su profesión multidisciplinar", asegura el profesor, que de paso aprovecha para apuntar un dato importante. Los arquitectos españoles están muy valorados en Suiza, donde pueden encontrar un nicho de mercado para colocarse, mientras que en España la profesión aún sufre tras la crisis que paralizó casi por completo la construcción en el país.

La obra de Vaquero Palacios, que construyó cinco centrales en Asturias, es hoy todo un referente de la arquitectura moderna en la región. Sus obras se ubican en Grandas de Salime, Miranda, Proaza, Aboño y Tanes. Centrales que son obras de arte y que van mucho más allá de un lugar en donde se produce energía. Tal es el valor que tiene la obra del arquitecto asturiano que el Museo ICO de Madrid expone hasta el próximo 6 de mayo una muestra de su obra bajo el nombre "Joaquín Vaquero Palacios. La belleza de lo descomunal, Asturias 1945-1980".

Con los cascos ya devueltos al personal de EDP, los estudiantes suizos salen admirando la entrada de la central donde Vaquero Palacios dejó un mensaje grabado sobre la piedra: Luz, calor, Prometeo.

Que la arquitectura y el arte no dejen nunca de quererse. Así lo hizo Vaquero Palacios, así se lo transmitió a su hijo, también arquitecto y artista plástico, Joaquín Vaquero Turcios, con el que colaboró en parte de sus obras en distintos emplazamientos industriales. Con los mismo ojos que Turcios miró a su padre, así lo admiran los futuros arquitectos suizos que ven en este "artista total" asturiano un referente para sus futuros proyectos. El valor de la arquitectura grande que abraza al arte. Lugares donde apetece entrar, donde no falta luz a pesar de estar bajo tierra, donde se respira a gusto y que, como dice la estudiante Echeverría, "son sitios que nos han marcado para siempre. Ahora sabemos por dónde pueden caminar nuestros proyectos".

Vaquero Palacios ya ha marcado el sendero de los futuros arquitectos suizos.

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