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Oviedo, bastión de la zarzuela

Profesionales y musicólogos reivindican la importancia del festival de teatro lírico, que convierte a la ciudad en el segundo foco en importancia del país

Representación en Oviedo de "La del manojo de rosas" (versión de Sagi).

La calle más conocida de Madrid, acaso de España, debe su nombre a una zarzuela. Un cuarto de siglo antes de que empezaran las obras del prodigioso enlace entre la calle de Alcalá y la plaza San Marcial (hoy conocida como plaza de España), se estrenaba en el Teatro Felipe de la capital "La Gran Vía", zarzuela en un acto de Federico Chueca y Joaquín Valverde. Para ese 2 de julio de 1886 en el que la zarzuela vio la luz, todo Madrid llevaba varios años debatiendo sobre la magna reforma urbana, una "vía ancha" cuyo primer proyecto, obra de Carlos Velasco, se había presentado ese mismo año. Chueca, Valverde y el libretista Felipe Pérez, siempre al quite, recogieron el sentir ciudadano sobre esa revolución urbana para hacer una pieza clave del "género chico". Y su creación, más efectiva y exitosa que cualquier campaña promocional, asentó entre los ciudadanos la idea de esa "gran vía" que habría de cruzar, antes o después, aquel Madrid de manolos y chulapos.

La zarzuela siempre ha sabido conectar con el público popular. Es una constante en la cultura española, la más castiza de nuestras creaciones líricas, el género patrio por antonomasia. Pero el avance imparable de la modernidad, ejemplificado en esa misma Gran Vía que habría de abrir Madrid al mundo, minó las bases de este deleite escénico. En sus momentos más bajos, en los años ochenta del pasado siglo, dos grandes focos propiciaron una renovación que ha asegurado la supervivencia del género. Uno, obvio, era el Teatro de la Zarzuela, en Madrid. El otro, inesperado, estaba en Oviedo. Una plaza que hoy es un baluarte del género, un bastión creativo y académico.

Estudiosos y artistas coinciden en remarcar un hito en la renovación del género: el estreno de la versión de "La del manojo de rosas", con montaje de Emilio Sagi, en el Teatro de la Zarzuela, en 1989. "Fue una obra clave que marcó un punto de inflexión radical en la forma de abordar escénicamente la zarzuela. Y al frente estaba un ovetense", reivindica Cosme Marina, director artístico del Festival de Zarzuela de Oviedo.

"Es cierto que los críticos y los musicólogos dicen que ese momento que yo estreno en Madrid esa zarzuela de Pablo Sorozábal marca un poco el cambio, aunque yo creo que empieza antes, cuando José Luis Alonso, que era un director de escena fantástico, empieza a hacer montajes de zarzuela. Yo simplemente seguí esa línea", afirma Emilio Sagi. En su caso, además, el gusto por la zarzuela le viene por la vía genética: "Mi abuelo, Emilio Sagi-Barba; mi tío, Luis Sagi-Vela, al que conocí con seis años cantando 'Molinos de viento', del maestro Luna; incluso mi padre, Enrique Sagi-Barba, todos vivieron por y para la zarzuela. Y en Oviedo, que es una ciudad en la que todo lo musical se consume de una manera estupenda, se llenaba el teatro de arriba a abajo. Por eso creo que la creación del Festival Lírico fue una gran idea de Gabino de Lorenzo".

Además de esta conexión familiar, la orientación de Sagi hacia la zarzuela tiene otro punto de anclaje importante: su formación entronca con el trabajo de toda una generación de investigadores que, bajo la dirección de Emilio Casares, iniciaron la recuperación y puesta en valor del género. "Había un problema de partida, que era que en el siglo XIX no se editaban las partituras. Nosotros, Casares Ramón Sobrino y yo, también con Sagi, empezamos a editar las partituras. Es un proceso largo, una colaboración continuada", detalla María Encina Cortizo, Catedrática de Musicología de la Universidad de Oviedo. Esta recuperación de patrimonio no se quedó en el ámbito académico: las partituras recuperadas por los investigadores de la Universidad de Oviedo acabarían llegando a las tablas. Un caso: "El juramento", de Joaquín Gaztambide con libreto de Luis de Olona, recuperada por Ramón Sobrino. Una zarzuela estrenada en 1858 y que el público no pudo disfrutar durante un siglo, hasta que se reestrenó en el año 2000. "No se representaba desde finales del siglo XIX. Emilio Sagi hizo un montaje para el Teatro de la Zarzuela, y tuvo muchísimo éxito", recuerda Cortizo.

"La labor de Emilio Casares, Emilio Sagi, Ramón Sobrino, María Encina Cortizo? han sido figuras claves, pero a nivel nacional, en la recuperación musicológica. Lograron rescatar títulos olvidados y poner en circulación muchas partituras que estaban perdidas", destaca Cosme Marina. Esa labor teórica se enmarca además en un ambiente, el ovetense, que durante décadas ha sido un referente en el plano musical. En la ciudad había músicos de gran nivel, operaban dos orquestas como son la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA) y Oviedo Filarmonía, y por toda la región proliferaban, aún lo hacen, las formaciones corales, auténtica cantera de cantantes. Un humus cultural perfecto para convertir a Oviedo en un referente de la lírica.

Ya lo era, de hecho, en el ámbito de la ópera, con una temporada que funciona de forma ininterrumpida desde 1948. En el caso del "género chico", fue 1994 cuando se consolidó un programa anual con pretensiones de continuidad con el nacimiento del Festival de Teatro Lírico Español. Un programa que llega este año a su vigésima quinta edición.

Juan Carlos de la Madrid, historiador y libretista de "La carrera de América", con música de Rubén Díez, profundiza en las claves de este éxito: "Hay muchos ingredientes para explicar la importancia de Oviedo en el ámbito de la zarzuela. Tenemos una temporada que cumple 25 años con un Teatro Campoamor que, a sus 126, está totalmente identificado con el género. Tenemos además la labor reciente de Cosme Marina como director artístico, y antes a Emilio Sagi, que para estos asuntos es la medida de todas las cosas, sin ningún tipo de ambages. Pero es que además tenemos a Óliver Díaz, un músico muy joven, formado en Asturias y que desde aquí se abrió camino hasta llegar a ser director musical del Teatro de la Zarzuela. Hablamos de dos pilares fundamentales del género, tanto en la dirección de escena como en la musical. Hay más: Rubén Díez y Guillermo Martínez, dos músicos asturianos jóvenes que han hecho zarzuelas; también cantantes jóvenes y con proyección como Beatriz Díaz, David Menéndez o Jorge Rodríguez; el coro de la Capilla Polifónica 'Ciudad de Oviedo', que lo sabe todo a la hora de hacer coros, la orquesta Oviedo Filarmonía? Hablamos de una infraestructura estable".

"No hay secretos: Oviedo es el segundo foco de la zarzuela en España, y eso es fruto de una labor muy bien hecha durante mucho tiempo. Esto es el fruto de haber hecho una gran apuesta no sólo por la zarzuela, también por la cultura en general, y de una planificación a largo plazo en la que tiene mucho que ver Cosme Marina, que es un gran conocedor del género y lleva mucho tiempo haciendo las cosas bien", sostiene Óliver Díaz. Desde su puesto como director artístico del Teatro de la Zarzuela, el maestro asturiano, ovetense de cuna y gijonés de crianza, destaca además la apuesta por incorporar a un público joven y, también, nuevos títulos al repertorio de la zarzuela: "Estuve hace poco en Oviedo con 'El cantor de México', y se vendió todo el papel para las dos funciones. Había mucho público joven, en una muestra de que esa apuesta por la cultura acaba permeabilizando no sólo a la gente de una determinada edad. Y es importante que se estimule la creación de nuevas obras para el género, que es algo que también tratamos de hacer en Madrid. Porque al final, la zarzuela siempre ha sido un pulso de la sociedad, donde se veía reflejada, donde se hacía crítica y sátira de lo que pasaba. Y eso tiene cabida también en este momento".

En el caso de Oviedo, la primera piedra de esa renovación llegó el pasado junio con el estreno de "Maharajá", zarzuela escrita por Maxi Rodríguez y con música de Guillermo Martínez. "El estreno de obra nueva era una asignatura pendiente. 'Maharajá' fue un primer intento de romper esa sequía y tuvo una acogida brutal por parte del público. Se vio que, creativamente, la zarzuela también está viva. El género tiene vigencia para seguir haciendo cosas y apostando por cosas nuevas, y eso es básico", reflexiona Cosme Marina.

"Para que la zarzuela siga viva tiene que ir a nuevos títulos. En Oviedo se ha hecho, y muy dignamente, como también se hace con las zarzuelas tradicionales. Es un género que a veces se maltrató, y ahora se hace todo lo contrario", afirma la soprano Beatriz Díaz, que protagonizó "Maharajá".

"La apuesta por obras de nueva creación y versiones de clásicos son un paso muy importante para acercar el género a nuevos públicos", sostiene Maxi Rodríguez, que ha participado también en la presente temporada con una versión de "La verbena de la paloma", el clásico de Tomás Bretón con libreto de Ricardo de la Vega. Un título cuyo estreno se ha vivido con intensidad en la ciudad. "Una señora se acercó a regañarme porque le habían dicho que yo era del tripartito", relata Rodríguez, "le dije: 'No se preocupe, mujer, que en unos meses me vuelvo a dirigir a Euskadi y tampoco soy del PNV'. Menos mal que luego se deshizo en elogios: 'La verdad es que no te puedo reñir, chico, porque me lo pasé fenómeno. Toda la obra me recordó a esos viajes que hacemos a Benidorm, el montaje es fabuloso y mis nietos y yo nos lo pasamos genial'. Esa abuela alejándose satisfecha junto a sus nietos es una imagen muy estimulante para el futuro: diferentes generaciones acudiendo juntas a un genuino entretenimiento musical que, para pervivir, se ha de renovar".

El tenor Juan Noval-Moro, que participó también en "Maharajá", reivindica también esa apuesta por la renovación, que cree que es otra de las claves para garantizar el futuro del género. Algo que ejemplifica, precisamente, con esa versión de "La verbena de la paloma" que Maxi Rodríguez ambientó en Benidorm: "Lo importante es ser audaz y poner en práctica ideas, si no acabas en lo rancio, que es de lo que hay que huir como la peste. Prefiero una producción audaz, a la que abucheen pero que plantee una reflexión, al cartón-piedra de siempre. Porque ya sabes que hay gente que si va a ver, digamos, 'La traviata', pues espera 'La traviata' de siempre, que es como un vídeo. Esto es como la lectura: formar el gusto de una generación por la literatura no es sólo animar a leer lo que ya se escribió hace décadas, sino también animar a disfrutar de cosas nuevas, y a crearlas".

La base teórica que aportan los musicólogos, la continuidad, una estructura estable, la formación continua de nuevos artistas y profesionales, y ese punto de audacia al programar son, pues, las claves que explican el lugar preeminente que ha llegado a ocupar el festival de zarzuela de Oviedo. Unos valores que han permitido a la ciudad consolidarse como el segundo gran foco del teatro lírico español, y además incorporar a nuevas generaciones de público. El único pero es la reducción del número de funciones. "El festival de zarzuela tiene un éxito tremendo, pero hay dinero público para hacer más de dos funciones. Pasar de seis funciones que llegó a haber a las dos que hay ahora, es una gran diferencia, y a veces no merece la pena el esfuerzo que lleva hacer una zarzuela para sólo dos funciones. Se podría haber pasado a cuatro, no sé por qué tan pocas, ni creo que antes se invitara mucho, como se dijo: se invitaba lo que se tenía que invitar. Hay público para llevar más funciones", sostiene Emilio Sagi.

Aparte de esta reducción de funciones, la otra sombra en el horizonte viene, curiosamente, de Madrid. La anunciada fusión del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela, más que una oportunidad, es vista desde Oviedo como un peligro, ya que la estrecha relación lírica entre las capitales de Asturias y España es una garantía de calidad. "Hay que esperar a que se aclara cómo va a quedar todo el nuevo ente que se va a formar. Una vez que todo esté clarificado, Oviedo tiene que ver cómo queda su relación, aunque no tendría que haber grandes cambios: ha sido muy beneficiosa para ambas partes. Madrid puede sacar fuera sus obras y Oviedo se conecta con producciones de primer nivel", sostiene Cosme Marina.

Pero ni siquiera ese controvertido proceso parece suponer un peligro para una relación, la de Oviedo con el "género chico", que está más que consolidada. "Asturias, para la zarzuela, es algo más que un argumento. Si hay zarzuela en España hoy es por Madrid y por Oviedo. Y en nuestro caso, la costa tiene mucho que ver: creo que la de Asturias es una zarzuela de marisco", sentencia Juan Carlos de la Madrid.

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