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Del camello al Ferrari

Los Emiratos Árabes han construido en mitad del desierto una nueva Nueva York y levantan unos equipamientos de ensueño para la Expo de Dubai de 2020

Dubai, desde el Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, de 828 metros de altura. F. D.

Del camello al Ferrari. Con esta lapidaria frase me resumía el simpático Mohamed, de origen egipcio, bajo el tórrido sol del desierto arábigo, la vertiginosa evolución vivida por Dubai y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) durante el último medio siglo al convertirse en uno de los países más ricos del mundo por ser el primer productor de petróleo del Golfo Pérsico.

La forma de hablar de Mohamed, al exaltar las bondades de su país, en el que el Estado proporciona a todos los nativos educación y sanidad gratuitas, un trabajo digno, una casa, un coche -e incluso disfrutan de un Ministerio de la Felicidad-, me recordó la manera de expresarse de un guía cubano que algunos años atrás también me exaltaba en La Habana las maravillas del Estado caribeño de Fidel Castro con sus conciudadanos. Al final, deduje que las cunas del capitalismo y del comunismo parece que utilizan el mismo lenguaje.

Desde su fundación en 1971 como nación soberana, integrando a siete emiratos árabes que se liberaron del protectorado británico, los EAU han pasado de ser beduinos del desierto y extractores de perlas a dominar el mundo financiero debido a la explotación de sus grandes reservas de petróleo que descubrieron en 1958 en Abu Dabi y en 1966 en Dubai.

Desde esas fechas, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han vivido una profunda transformación económica y social al pasar de ser una región empobrecida de pequeños territorios gobernados por jeques (misma raíz lingüística que jefes) a un estado moderno con altos estándares de vida, es decir, unos nuevos ricos gracias a los petrodólares. Como el dinero llama al dinero, han diversificado su dependencia económica del petróleo, que suponía el 75% de su PIB en la década de los ochenta, reduciéndolo a un 30% en la actualidad. Han captado empresas multinacionales que desarrollan sus negocios en las diferentes zonas francas, libres de impuestos, que ofrece el país y han conseguido la diversificación económica del petróleo invirtiendo en infraestructuras, transporte, comercio y turismo captando 12 millones de visitantes en 2017.

En este último medio siglo estos Emiratos, situados entre el golfo de Omán y el Pérsico, han construido en medio del desierto una nueva Nueva York repleta de rascacielos, ganando terreno al mar y sin miedo a los tsunamis, y presumen de batir todos los récords "Guinness". De sus diez millones de habitantes tan sólo un millón es local y el resto son extranjeros. Posee la tasa de migración más alta del mundo y el 90% de su población es urbana y el 80% musulmana. El desequilibrio de género, con casi tres hombres por cada mujer, es el segundo más alto del mundo tras Qatar. Han diseñado unos robots inteligentes, capaces de interactuar con los ciudadanos, que patrullarán las calles de Dubai a partir del 2020, año en que se convertirán en la sede de la Exposición Universal.

Ministerio de la Felicidad

Presumen, asimismo, de que no existe criminalidad y desde 2016 disponen de un Ministerio de la Felicidad que dirige una joven economista de 23 años, cubierta con su velo negro, a la que apoyan en su tarea sesenta directores ejecutivos de la Felicidad. También la Venezuela del Gobierno bolivariano de Maduro creó en 2013 el Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo. Lo dicho, ninguna diferencia entre capitalismo y comunismo, ya que comparten la felicidad y el petróleo. Me pregunté entonces a qué estará esperando Rajoy para implantar este ministerio en nuestro país. ¿Quién creen ustedes que podría ejercer como ministro o ministra? Sin duda, cualquier político que transmitiera mucha felicidad. Desconozco si el "podemista" Pablo Iglesias lo tiene previsto en su programa electoral imitando la iniciativa de su idolatrado Nicolás Maduro, de quien, por cierto, se acaba de publicar en diversos medios de comunicación internacionales que el pasado 18 de marzo ha enviado en un operativo secreto a los EAU dos toneladas de oro en lingotes distribuidos en 57 cajas dentro de un Airbus especial A6-RRJ.

Lo que no me contó Mohamed fue que, durante la crisis financiera de 2008, la capacidad de crédito de los Emiratos Árabes Unidos se limitó considerablemente con la consiguiente escasez de liquidez. El Dubai World, un conglomerado de empresas estatales bajo el control del Gobierno, tuvo una deuda de 26 billones de dólares y en diciembre de 2009 Abu Dabi ayudó a su emirato hermano Dubai con un rescate de 5 billones de dólares para ganar la confianza de sus acreedores y tranquilizar a los inversores internacionales. Según el gobierno de los EAU, aunque no se lo crean ni ellos mismos, los ingresos del turismo son ya mayores que los del petróleo.

En Abu Dabi han construido la ciudad ecológica de Masdar, urbe exenta de emisiones de carbono, para albergar a cuarenta mil residentes además de los empleados que trabajan en sus mil quinientas empresas ecológicas, la mayoría de ellas de energía solar.

En Dubai afirman sin ninguna humildad que allí no habrá tsunamis y que el hombre ha ganado claramente la batalla al mar con la construcción de islas artificiales como la famosa Palmera de "Palms Islands" y sus lujosas y exclusivas residencias para multimillonarios (Maradona vive en una) o la "Yas Island" de Abu Dabi con sus gigantescos parques temáticos de atracciones como el Ferrari World, el mayor del mundo, el Warner Bros World, el Museo del Louvre sobre el mar y el Circuito de Fórmula 1. Hasta disponen de una Pequeña Venecia. Que no sea por falta de dinero.

Han construido también, ganando terreno al mar, el Burj al-Arab, el único hotel del mundo de siete estrellas que dispone de helipuerto propio y playa privada. Tienen el acuario más grande del mundo integrado dentro del Dubai Mall, el mayor centro comercial de mundo con miles de tiendas, situado junto a la torre Burj Khalifa que es el edificio más alto del mundo con sus 828 metros de altura cuya obra supuso una inversión superior a los veinte mil millones de dólares y cuyo ascensor se eleva a nueve metros por segundo. Además disponen del complejo de nieve "indoor" más grande del planeta, el Dubailand, con cinco pistas de esquí, funicular y teleférico en sus veintidós mil metros cuadrados cubiertos a una temperatura de cinco grados bajo cero cuando en el exterior se sobrepasan los cuarenta. No hay récord "Guinness" que se les resista.

La mezquita de Abu Dabi con doce hectáreas de superficie alberga la mayor alfombra del mundo, de 5.627 metros cuadrados, que pesa solamente 47 toneladas (35 de lana y 12 de algodón) y fue construida a mano por mil doscientas mujeres iraníes, dicen, que durante dos años. Su valor estimado es de 545 millones de dólares. Cada lámpara que decora dicha mezquita pesa tan sólo 10 toneladas.

La experiencia de compartir ascensor en solitario hasta la planta cuarenta y cinco del hotel, rodeado por una decena de sonrientes y simpáticas jóvenes dubaitíes, vestidas todas ellas con largas túnicas negras y con sus burkas ocultando sus rostros mientras cuelgan de sus hombros unos bolsos de marcas de lujo de varios miles de dólares y que desprendían un exquisito olor de perfume caro, me ha servido para sentir que el extraño allí era yo vestido de pantalón corto. No me atreví a pedirles un "selfie" de recuerdo.

En el aeropuerto de Dubai, con un tránsito anual de ochenta y ocho millones de pasajeros, mientras un grupo de musulmanes rezaban descalzos en su mezquita interior, una joven azafata de Fly Emirates se perfumaba, a la carrera y con toda naturalidad de forma gratuita, de un frasco de Dior en una tienda camino de su puerta de embarque.

En Abu Dabi acaban de construir, con una inversión de 35.700 millones de dólares, un nuevo aeropuerto que simula a las dunas del desierto, diseñado por el prestigioso arquitecto Norman Foster, que superará en capacidad al de Dubai para acoger a los millones de visitantes que prevén acoger en 2020 con motivo de la Exposición Universal y se convertirá en el mayor aeródromo del mundo.

Asimismo, han construido una planta desalinizadora que transforma el agua del mar en potable, produce energía eléctrica para iluminar casi todo el país y a su vez le convierte en el mayor exportador de sal del mundo. El puerto de Jebel Ali está entre los diez del mundo con mayor tráfico de contenedores y ya disponen desde 2015 de una agencia espacial que tiene previsto llegar a Marte en 2020. El fútbol es el deporte más popular, por encima del criquet y del automovilismo con la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 de Abu Dabi. Tampoco podemos olvidarnos de las carreras de caballos y de la cetrería, cuyos halcones suelen viajar en primera clase en los aviones de Fly Emirates.

En este Dubai con Metro sin conductor y con quinientos miembros en su Familia Real, circulan a media tarde cientos de autobuses sin aire acondicionado, repletos de miles de uniformados trabajadores de la construcción vestidos de azul que regresan a sus zonas de residencia, que nunca son mostradas a los turistas. Miles de camiones, grúas y palas excavadoras se divisan desde lo más alto de los iluminados rascacielos rodeados de coloridas flores en este país en el que escasea el agua, en el que han plantado millones de árboles y que organiza para los turistas divertidas excursiones en todoterrenos por las dunas del desierto, paseos por un bazar repleto de tiendas de oro y muestran sus lujosas avenidas con clínicas internacionales de cirugía estética.

Por otra parte, Amnistía Internacional dice tener pruebas de que en este país existen limitaciones de libertad, de expresión, de reunión, explotación de trabajadores inmigrantes, además de la discriminación de las mujeres con escasa protección contra la violencia sexual. Nos venden que si uno quiere ser feliz parece que tiene que ir a Dubai, para eso dispone de un Ministerio de la Felicidad. No hay como salir fuera para valorar más lo de casa.

Como me decía un paisano de mi pueblo "Entre Manolín y Manolón está Manolo". Por lo tanto, no hay nada mejor que ser de clase media y disfrutar de poder vivir en Asturias sin camello y sin Ferrari.

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