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El origen de la bandera de España a través de un hidalgo del Principado

Carlos III eligió "la rojigualda" en 1785 para la Real Armada de entre doce modelos que le mostró Antonio Valdés y Fernández Bazán, hijo de un asturiano

Un retrato de Antonio Valdés y Fernández Bazán siendo ministro de Marina. MUSEO NAVAL DE MADRID

El 13 de octubre de 1843, el año en el que Isabel II fue declarada mayor de edad (con 13 años), Joaquín María López, entonces presidente del Consejo de Ministros (provisional), y el general Francisco Serrano, como ministro de la Guerra, firmaron, en nombre de la reina, el Real Decreto por el que se establecía la bandera nacional de España a tenor de la bicolor (encarnada y amarilla/roja y gualda) que ondeaba en los barcos de la Real Armada desde 1785.

Como se puede leer en el texto del Real Decreto, la medida obedecía a que "la unidad de la monarquía española y la actual organización del ejército y demás dependencias del Estado exigen imperiosamente desaparezcan todas las diferencias que hasta ahora han subsistido sin otro fundamento que el recuerdo de esa división local, perdida desde bien lejanos tiempos".

Este año se cumple, por tanto, el 175.º aniversario de "la rojigualda" y el Instituto de Historia y Cultura Militar organizó una exposición itinerante de banderas históricas (desde los Reyes Católicos hasta nuestros días), que se podrá visitar en Barcelona, Cartagena (Murcia), La Coruña y Valencia. No figura en la relación Asturias, aunque la actual bandera nacional tenga origen asturiano a través de Antonio Valdés y Fernández Bazán, miembro, por parte de su padre, Fernando Valdés y Quirós, de dos viejos linajes del Principado.

La historia de "la rojigualda" comenzó 58 años antes del Real Decreto de 1843, cuando el bisabuelo de Isabel II, el rey Carlos III, "para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la bandera nacional de que usa mi Armada naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras naciones", dispuso el 28 de mayo de 1785, en Aranjuez, una de las residencias reales, "que en adelante usen mis buques de guerra de bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla...".

Fue el encargado de cumplir la orden del monarca Borbón el entonces secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, Antonio Valdés y Fernández Bazán, quien había presentado al rey doce propuestas para que eligiera los colores de la nueva bandera de la Real Armada.

El 11 de septiembre de 2005, en las páginas de este suplemento, la historiadora Micaela Valdés y Ozores, que hizo su tesis doctoral sobre su antepasado Antonio Valdés y Fernández Bazán, explicó el motivo que condujo a Carlos III a adoptar los colores encarnado y amarillo: "La bandera blanca de los Borbones causaba confusión en las batallas y Carlos III ordena confeccionar una nueva. Antonio Valdés le presenta varios diseños y el rey elige la roja y amarilla, que se impone en la Armada y, posteriormente, Isabel II dispone que sea la bandera nacional".

En los años siguientes a 1785 la bandera ya ondeaba también en las plazas y castillos marítimos y en otras dependencias de la Real Armada como los arsenales, astilleros, cuarteles, etcétera, y a partir del Real Decreto de 13 de octubre de 1843 el uso de "la rojigualda" se generalizó. Otro Real Decreto de 1908, en el reinado de Alfonso XIII, nieto de Isabel II, dispuso que la bandera española ondease los días de fiesta nacional en todos los edificios públicos.

Antonio Valdés y Fernández Bazán (Burgos, 1744-Madrid, 1816) nació en la capital castellana a causa de que su padre, Fernando Valdés y Quirós (Cangas de Tineo, 1705-Madrid, 1760), era "corregidor en propiedad de Burgos" desde 1742, cargo que ya había ocupado su abuelo paterno, José Valdés Sierra y Llano.

La madre de Antonio Valdés fue Rafaela Fernández Bazán y de Ocio, descendiente de sendos linajes riojanos de las villas de Fuenmayor (Bazán) y de Casalarreina (Ocio). En el año 1988, en Fuenmayor, frente al palacio de la familia Fernández Bazán, se erigió una estatua de bronce de Antonio Valdés y Fernández Bazán con capa, sombrero de tres picos, espada y bastón.

A la edad de 13 años sentó plaza de guardiamarina en Cádiz. En 1761 ya era alférez de fragata y con los años llegaría a ser jefe de escuadra y el cuarto capitán general de la Real Armada. El 2 de marzo de 1783 obtuvo el empleo de secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina (el equivalente a ministro de Marina).

También desempeñó los empleos de secretario de Estado y Despacho Universal de Indias y consejero de Estado. Fue nombrado caballero de la Real Orden del Toisón de Oro y de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta y con el rey Carlos IV gentilhombre de Cámara.

En 1930, el historiador y académico de la Historia Ismael García Rámila (Burgos, 1889-1979) publicó "Un burgalés ilustre: el baylio, ministro, capitán general de la Armada, caballero de San Juan y del Toisón, excelentísimo señor don Frey Antonio Valdés y Bazán" y en 1932 un apéndice de la obra, en el que destaca del marino su "espíritu emprendedor y abierto a toda idea de progreso", en línea con los tiempos que le tocó vivir, los de la Ilustración. Por ello, escribió García Rámila, "fue seguramente el primer hombre de Estado que comprendió las inmensas ventajas que a la industria y marina nacionales podría reportar el empleo del carbón mineral, la extracción del cual puede decirse que hasta él fue en España cosa desconocida".

Y para favorecer el desarrollo de esta industria extractiva Antonio Valdés dictó una Real Orden de 28 de marzo de 1789 "por la que se ordenaba al propio Jovellanos, de cuyo entusiasmo y capacidad tenía el Ministro bien repetidas pruebas, que pasando personalmente a Asturias y recogiendo cuantos datos creyese pertinentes al objeto de su delegación, los expusiese todos, como así lo hizo", relató García Rámila en el apéndice de su biografía de Antonio Valdés. Así comenzó la industria extractiva del carbón en Asturias.

Pero el ministro burgalés hijo de asturiano también tuvo un papel fundamental en la gran creación docente de Gaspar Melchor de Jovellanos en su villa natal de Gijón: el Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía. Cuenta el historiador García Rámila: "El 8 de julio de 1787 se dicta, a instancias de Valdés, y refrendado por él como Ministro de Marina, un Real Decreto por el que se ordenaba el establecimiento de escuelas de Náutica en todos los puertos del reino habilitados para el comercio de Indias. La villa de Gijón, centro marítimo de importancia ya por aquellas fechas, en cumplimiento y al amparo de lo ordenado por la disposición Real, había solicitado (...) el establecimiento en ella de uno de dichos centros (...) Valdés primero, y el Consejo de Estado finalmente, aprueban y dan fuerza de ley a la proposición de Jovellanos por Real Cédula de 24 de agosto de 1792, naciendo así la fundación docente de dichosa recordación que se llamó Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía".

El 7 de enero de 1794 fue el acto de inauguración y no faltó el reconocimiento a Antonio Valdés y Fernández Bazán. "En una de las puertas del edificio destinado a Instituto -escribió Ismael García Rámila-, se veía la cifra del apellido Valdés dentro de una corona de olivo, y debajo se levantaba sobre diversos trofeos militares y navales un ara en que ardía el fuego de la gratitud, y en su frente se leía esta cariñosa dedicatoria: 'A la gloria del Ministro patriota protector del Instituto, su promotor, su director, sus alumnos' ".

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