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Los 200.000 asturianos expulsados de la era digital

Una parte importante de la población, en especial en el mundo rural, acusa en sus negocios y vidas cotidianas la falta de una conexión a internet estable y de alta capacidad

Alumnos del colegio de Cerredo, en Degaña, buscando información en internet en unos ordenadores que muchas veces no funcionan.

Ciento noventa y cinco mil asturianos viven sin conexión de banda ancha. Sí, en pleno siglo XXI y sin que ninguna compañía les ofrezca soluciones, ni a medio ni a largo plazo.

Zonas rurales en donde los que se empeñan en vivir o en sacar adelante sus negocios además de luchar contra las malas comunicaciones por carretera tienen que hacerlo también contra las pésimas conexiones en internet. De poco vale sacar el móvil por la ventana o subirse a un árbol o al hórreo, el Principado está plagado de zonas de las que se denominan "blancas", donde no hay conexión de banda ancha (ADSL de más de 2 Mbps, megabits por segundo) ni se la espera. Según el último informe sobre cobertura de banda ancha en España, que publica la Secretaría de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital, el 78% de los hogares asturianos tiene acceso a banda ancha o línea ADSL, cuando la media nacional se sitúa en el 90%. O lo que es lo mismo, el 22% de Asturias no tiene ADSL.

Esta semana, el día 17, se celebró el Día Mundial de Internet, mientras la zona rural sigue clamando por una red de banda ancha que les permita trabajar en las mismas condiciones que los que tienen sus negocios en la zona central. El plan "Satelital", que ofrecerá internet a través de banda por satélite a más de 190.000 personas en Asturias de las que hoy no disponen de ADSL, fue anunciado el mes pasado para disminuir la brecha digital, y ofrecerá acceso a internet por satélite de 30 Mbps a todos los pueblos de Asturias, y los que no dispongan de banda ancha de un mínimo de 10 megabits dispondrán de una ayuda de 400 euros para dar de alta este servicio. Mientras el anuncio se cumple, éstos son algunos de los asturianos que siguen fuera de conexión.

La nieve desconecta

En Degaña la conexión a internet va y viene, y los cortes de suministro son recurrentes, pudiendo durar horas o incluso días. A nadie le extraña ya. La situación se ha convertido casi en cotidiana, pero eso no quiere decir que los habitantes del concejo no reclamen una línea ADSL en condiciones. La red se cae y deja sin comunicación al Ayuntamiento, al centro de salud, al colegio, bancos, comercios y también a particulares. Son muchos años sufriendo con un servicio pésimo de conexión a la red.

En el colegio José María Suárez de Cerredo tener internet no es sólo necesario para los trámites administrativos diarios, es una herramienta educativa más y forma parte del aula con las pizarras digitales. Sin embargo, a diferencia de otros centros escolares, en el de Cerredo los profesores deben llegar a clase con un "plan B" por si se cae la conexión. Y pasa.

"El día que falla internet se paraliza el centro, aunque ya estamos acostumbrados y tenemos recursos", explica la directora, Almudena Domínguez. Los profesores son previsores y si tienen programado mostrar un vídeo o una información de una página web a los alumnos se lo descargan directamente para no tener que depender de la estabilidad de la red; si el ejercicio consiste en buscar información y en ese momento falla internet, la biblioteca y los libros se convierten en una alternativa que nunca falla.

En invierno, en época de nevadas, es el momento en el que la red más se cae. Y no sólo la línea ADSL, también la del teléfono fijo. El cableado falla cuando el tiempo aprieta. Es entonces cuando los móviles personales de los docentes se convierten también en herramientas de trabajo. "Con las nevadas, si hay que avisar del cierre del centro tengo que utilizar mi teléfono para ponerme en contacto con las familias y con la Consejería", señala Domínguez. En la actualidad, en el colegio se está instalando una parabólica para recibir señal de internet a través de satélite, con lo que esperan que para el próximo curso se solucionen los problemas existentes en la actualidad. "La línea está obsoleta y nos afecta en el colegio y también en casa, en el pueblo, deberían actualizarla porque al final la gente decide vivir en un sitio también por los servicios que tiene", subraya la directora del colegio. Informa Demelsa ÁLVAREZ.

Dos líneas para trabajar

Tras pasar por un carrusel de compañías telefónicas sin lograr un resultado satisfactorio, la empresa chacinera familiar de la que es socia Manuela Rodríguez parece haber encontrado un servicio "aceptable" en cuanto a velocidad de conexión y costes. Y es que a Sampol, en Boal, un pueblo asomado a las aguas del río Navia, a internet le cuesta un mundo llegar. "Desde que empezamos, hace ahora diez años, siempre tuvimos una conexión deficiente, y pasamos por varias empresas hasta lograr un servicio con unas condiciones mínimas", relata Rodríguez. La operación ha obligado a la empresa a contratar una nueva línea, con un nuevo número, con todos los inconvenientes que eso supone en cuanto al contacto con los clientes y proveedores. Por ello, y mientras dure este "proceso de transición", deben hacer frente a dos facturas mensuales, con precios "no negociables" por parte de las compañías.

Esta conexión deficiente a la red fue durante años un quebradero de cabeza para estos emprendedores en el medio rural. "Hasta tal punto que si queríamos enviar un correo que contuviese algún archivo nos veíamos obligados a desplazarnos a Boal, a quince minutos, para hacer uso del telecentro", cuenta Manuela Rodríguez. Otra solución era hacer las indicaciones por teléfono a una persona de confianza para que desde un lugar con mejor conexión enviase el correo electrónico. En esta empresa tienen claro que para consolidarse y crecer es "básico" disponer de una conexión de calidad. "A la hora de ampliar el negocio, por ejemplo, con una tienda online, o para realizar labores de difusión del producto, lo vemos imprescindible", apunta Rodríguez.

Estar ubicados en pleno valle del Navia es otro factor a considerar: "En este entorno la población está muy envejecida, y hay poca gente, lo que te merma todas las posibilidades de que las empresas inviertan para mejorar la conexión. Los costes son los mismos que en la zona urbana o en la costa, pero el servicio mucho peor, y lo debemos pelear mucho más", asegura Manuela Rodríguez.

En esa línea, desde Boal se ha lanzado un manifiesto, al que se han adherido colectivos de Grandas de Salime, Illano, Pesoz y Villayón, para reclamar una conexión de calidad a internet para toda la cuenca del Navia. "Las medidas contra el despoblamiento deben de dejar de ser meras ideas y convertirse en auténticas acciones de mejora", reza el manifiesto, al que apoyan 2.500 firmas. Informa Gustavo GARCÍA.

Clientes que se pierden

"La poca rapidez es el principal problema que tiene internet en estas zonas. Te tiras toda la mañana para hacer cuatro gestiones. Es algo que le dices a la gente de la ciudad y no lo entiende", dice la empresaria turística santirseña Yolanda Alzu. Pese a los problemas, establecimientos como el suyo -gestiona el complejo de agroturismo Amaído en la capital de San Tirso de Abres- no se pueden permitir actualmente vivir de espaldas a la red, pues por ahí entra la mayor parte de las reservas y, a la vez, es una demanda de los clientes durante sus estancias.

Alzu ha probado varios sistemas para disponer de red en su establecimiento, pero finalmente ha optado por internet por satélite. "Es más rápido, aunque no es completo del todo y da problemas cuando hay muchos clientes conectados o cuando los niños juegan en red online", apunta. No obstante, el principal problema es la caída del sistema, algo que teme porque es entonces cuando se pueden producir reservas fantasmas.

"Si se cae el sistema cuando el cliente hace la reserva, puede ocurrir que quede en tierra de nadie", apunta. Sabe bien de lo que habla, pues le ocurrió hasta en dos ocasiones. La última hace dos veranos cuando se encontró en plena temporada alta con dos habitaciones reservadas que desconocía y el alojamiento completo. "La mala cobertura de internet dificulta el trabajo y también es un problema de cara al cliente, ya que hay personas que trabajan online y necesitan internet en sus estancias", añade, al tiempo que confía en que algún día llegue la fibra óptica al concejo. Informa Tania CASCUDO.

Cabranes, la excepción

Pocos concejos con un carácter tan rural pueden presumir de tener una conexión a internet como la que tiene Cabranes. Es la excepción a la norma. Especialmente su capital, Santolaya, que disfruta desde hace más de diez años de la velocidad de la fibra óptica, la misma a la que tiene acceso cualquier urbanita.

Así lo asegura Patricia Pardo, de Casa Suárez, un bar-tienda de los de toda la vida con la diferencia de que disfruta de una zona wifi impecable. "Mucha gente pasa por aquí cuando tiene que hacer trabajos o mandar cosas; vienen con el ordenador o el móvil, se conectan y está", señala. Hasta tal punto se han acostumbrado a esta potencia de conexión que "hubo un día que se estropeó la wifi y fue tremendo, no sabíamos qué hacer". La fibra se implantó aprovechando la reparación de la carretera entre Villaviciosa e Infiesto, y ahora está a punto de llegar también a la otra localidad importante del concejo: Torazu. Y, en cualquier caso, los vecinos del resto de pueblos hacen uso de la red cooperativa Sestaferia.net, a través de la cual tienen garantizada una conexión a la red nada desdeñable. Informa Manuel NOVAL MORO.

El medio rural reclama poder estar en red con las mismas facilidades que cuenta las ciudades. Tener una buena conexión a internet es básico para poder emprender. No más zonas blancas para poder salir a flote. Todos quieren ser Cabranes.

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