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CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA | Arqueóloga, catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Madrid

"Recibí amenazas por excavar las termas de Gijón"

"Me hubiera gustado trabajar más restos romanos en Asturias, porque haberlos, haylos; más de los que algunos querrían"

La arqueóloga junto a la Reina Sofía, en la inauguración de la exposición "Astures", en 1995.

Carmen Fernández Ochoa (Navia, 1948), catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, es un referente en las investigaciones sobre la presencia romana en la península Ibérica. En Asturias ha sido responsable de las grandes excavaciones de Gijón y de la puesta en marcha del Museo Arqueológico de Asturias. Tras cuarenta y cuatro años en la Universidad madrileña, esta semana impartió su última clase, separada de las aulas por jubilación. Pero es un adiós con asterisco porque, advierte, nada la separará de la investigación. Convertida en emérita, pero con varios frentes abiertos aún en distintas excavaciones, repasa su trayectoria para LA NUEVA ESPAÑA. En esta primera entrega de sus "Memorias", Fernández Ochoa habla de su formación en Oviedo y Santiago de Compostela, de los inicios de su carrera en la Universidad y de sus excavaciones en Gijón. Un relato en el que a menudo utiliza la primera persona del plural porque, insiste, la investigación en arqueología es un trabajo en equipo.

Alberto Balil. "Nací en Navia, y el Bachiller lo hice en las Dominicas de Oviedo. Allí hice también primero de carrera, pero acabé en Santiago de Compostela porque tenía una hermana allí. Me doctoré con Alberto Balil, que tenía a varios discípulos en el Seminario de Arqueología del Noroeste. Éramos un grupo muy interesado en la arqueología. De toda aquella panda, yo era la única asturiana. Así que todos se dedicaron a estudiar cosas de Galicia, pero a mí me dijo: 'Tú, Asturias'".

Sánchez-Albornoz. "Pasaba que Claudio Sánchez-Albornoz le había dicho a Balil que había que estudiar el Asturias romano. Entonces se conocía mucho la arqueología romana en Galicia, pero de la asturiana no se sabía nada. Había algo de epigrafía, pero del poblamiento se conocía lo castreño y poco más. Mi primera excavación, en todo caso, fue en Galicia: en el Castro de Penarrubia, en Lugo. Luego ya fui ayudante en Ciudad Real, en 1980. Y en el 81 fue cuando empecé a excavar en Asturias: la muralla de Gijón".

Universidad. "Yo empecé aquella excavación en junio de 1981, nada más acabar las clases. Por aquel entonces ya estaba en la Universidad Autónoma de Madrid. Había pasado que Alberto Balil se había trasladado de Santiago a Valladolid y en aquel departamento no había sitio para nadie, estaban todas las plazas cubiertas. Así que sus discípulos nos dispersamos. Salió una plaza en la Universidad Autónoma y me presenté. La gané y empecé a dar clases, hace ya cuarenta y cuatro años".

Carrera. "Cuando entré en la Universidad tenía una plaza de ayudante y cobraba 8.000 pesetas al mes, que era nada. Era muy precario: una persona con un sueldo bueno, en aquellos años, cobraba unas 100.000 pesetas. Pero de aquélla, hablamos del año 1975, era la forma de entrar. Mi familia me ayudó mucho, hasta me compraron un coche para que pudiera hacer prospecciones, porque con aquel sueldo ¿adónde iba? Me moví con aquel coche por toda Asturias, en dos veranos hice 7.000 kilómetros buscando 'romanos' por toda la región. Con aquellas 8.000 pesetas no te daba para nada, no llegábamos ni al salario mínimo. Cobrábamos menos que los maestros y los profesores de Secundaria. Aun recuerdo cómo lo celebramos cuando llegamos a las 30.000 pesetas. La verdad es que mejoramos muchísimo con la llegada del PSOE al poder, con aquella ley que aprobó el ministro José María Maravall, la Ley de Reforma Universitaria (LRU). Pero en suma, la carrera universitaria era una carrera de resistencia, de fondo, y te tenían que ayudar en casa. Creo que hay cosas que no han cambiado".

Muralla. "El de la muralla romana de Gijón fue un hallazgo casual. El origen de todo es que iban a construir donde está la muralla. Tiraron una casa del siglo XVI y debajo apareció un muro. Intentaron tirarlo, pero no pudieron: se rompió la pala. Isidoro Cortina, que era el jefe de Policía, mandó parar la obra, porque vio que eran restos antiguos. 'Aquí no se puede tocar', les dijo. Pasaba también que Manolo Fernández Miranda había firmado un convenio para hacer excavaciones en Gijón, así que me llamaron: 'Tienes que venir corriendo porque salió una cosa que no sabemos lo que es'. Y empecé a excavar la muralla de Gijón por ese hallazgo casual, y gracias a que se había roto la pala".

Hallazgos. "El convenio de Manolo Fernández Miranda se había firmado en primavera, hacia el mes de abril o así, justo antes de empezar las excavaciones de la muralla, que comenzaron en junio. Había un proyecto que contemplaba excavar en Veranes, La Campa y Cimadevilla. Aquélla de la muralla fue una excavación importante y que supuso un avance importante. Todo el mundo decía que la muralla iba por donde está la cerca del colegio Santo Ángel. Pero nos pusimos a excavar y vimos que en realidad cruzaba Campo Valdés e iba a morir a la mar. Esto cambiaba mucho las cosas porque la muralla, contra lo que se había dicho, iba hacia afuera, por detrás de San Pedro, y dejaba dentro las termas".

Amenazas. "Estando ya Tini Areces de alcalde, nos propuso mirar cómo estaban las termas. Empezamos a recuperar las cosas que se habían sacado en 1903, cuando se excavaron por primera vez las termas, y comenzaron las protestas, porque se decía que íbamos a tapar la iglesia de San Pedro. No había proyecto de tapar la iglesia ni nada por el estilo, pero se mezclaron muchas cosas, se metió la oposición contra el alcalde? nos hacían una cacerolada todos los días delante de las excavaciones, y a mí me amenazaron de muerte. Estuve tres meses sin ir a Gijón. Fue una etapa dura, pero ahí seguimos, excavando hasta que se cansaron y la gente se dio cuenta de que no se pretendía tapar nada".

Proyecto. "En aquellos años había un proyecto muy claro de lo que se quería hacer en Gijón. Se pretendía poner en valor la historia de la ciudad, que en ese momento estaba en pleno cambio de industrial a turística. Y una ciudad turística ha de tener algo que enseñar. Las cosas que estaban saliendo en Gijón se tenían que patrimonializar, se les tenía que dar su importancia. Eso fue lo que se hizo con las termas y las murallas, e intentamos que la gente tuviera un paseo de una a la otra. Pero eso no se suele hacer en Asturias. Tenemos un caso como el de Las Regueras, que debe de ser muy importante. Siempre lo hemos sabido, pero necesita un proyecto como Dios manda, y con perspectiva de hacer excavaciones continuadas seis o siete años. Sería muy importante para esa zona de Asturias, pero tiene que hacerse con una continuidad y con un proyecto en la cabeza".

Veranes. "En 1995, cuando habíamos terminado de trabajar en las termas, inauguramos la gran exposición 'Astures', que era la culminación de todo y vino a inaugurarla la Reina. El año siguiente estuvo todo un poco en impasse, estábamos de descanso. Pero en 1997 Tini Areces me propuso un nuevo proyecto: '¿Qué vamos a hacer con Veranes?'. Lo había estado excavando Laura Olmo, que lo dejó, y estaba en barbecho. Hicimos un proyecto conjunto con la Universidad de Oviedo y empezó una nueva fase de mi vida, un proyecto en el que estuve doce años y la musealización. Después hemos sacado el hórreo, y ahora estamos con la cocina de Veranes. A ver si tenemos suerte de que nos llegue alguna subvención y haya un poco más de compromiso con la continuidad de los estudios, porque lo que quiero ahora es sacar adelante cosas pendientes".

Tabacalera. "La excavación de Tabacalera fue una imposición, porque toda Cimadevilla está declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Cuando se fueron de Tabacalera, en 2002, se pensó en hacer algo allí, un centro cultural o algo. Pero la condición previa era que se hicieran unas excavaciones, sólo el 10%, que es lo que exige la ley. Cuando estábamos terminando, en el interior, salió el gran depósito romano para disgusto de algunos que no querían que saliera porque no querían gastar más dinero. Pasa además que los arqueólogos tenemos mala fama porque trabajamos lentamente, pero es que la arqueología no puede ser rápida: si queremos que sea buena, tiene que ser lenta. Otra cosa es que vayamos arrasando, que eso es rapidísimo. Pero volviendo a Tabacalera, creo que fue una intervención modélica, en la que pudimos reconocer todo lo que había desde época romana hasta 2002. Y la llevó un gran equipo, con gente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas como Almudena Orejas, que es la que lo lleva ahora, o la gente de Geomática del campus de Mieres de la Universidad de Oviedo, como José Antonio Suárez, que tuvo un papel fundamental".

Las Murias. "Cuando pienso en qué excavaciones me quedaron pendientes, qué cosas me hubiera gustado excavar, recuerdo Soto del Barco. Allí hay una villa muy guapa, se llama Las Murias de Ponte, había una buena posibilidad ahí. Lo intentamos hace unos años, con José Antonio Suárez también, pero no cuajó. Me hubiera gustado trabajar más restos romanos en Asturias, porque haberlos, haylos. Hay muchos más 'romanos' de lo que algunos querrían".

Segunda entrega mañana, lunes:

"Areces se comprometió a fondo con la arqueología asturiana"

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