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Nicaragua contiene la respiración

El pretendido mensaje de amor de la sobrina nieta de Sandino se esfuma por la represión policial a los estudiantes

Descenso del volcán Cerro Negro INTUR

Una candente corriente de pesimismo recorre Nicaragua, convertida hoy en un polvorín revolucionario encharcado por el devaluado presidente Daniel Ortega, a quien el pueblo no deja de reconocer su decisivo pasado guerrillero, y sobre todo por su omnipresente y polémica esposa, con la que se casó por la Iglesia en 2005, y vicepresidenta, Rosario Murillo, aureolada sobrina nieta de Augusto César Sandino, activista, políglota y poetisa que ha llenado la nación de coloridos y esotéricos árboles de la vida con un pretendido mensaje de amor, arruinado por las brutales cargas policiales contra los estudiantes, saldadas con al menos 110 muertos desde abril.

La represión fue especialmente despiadada el 30 de mayo, cuando quince personas murieron en la marcha organizada por las madres de las víctimas de esta revuelta en la Carretera de Masaya de Managua.

"Confiamos en la habilidad del padre Silvio Báez para resolver pacíficamente esta revolución ", invoca Harold Sandino, miembro de la sexta generación del líder nacionalista, anticuario y exconcejal de la colonial Granada, una bulliciosa y hermosa ciudad, hoy huérfana de turistas, donde fue quemada a plena luz del día la bandera negra y roja del Frente Nacional de Liberación Sandinista (FNLS) para reemplazarla por la tradicional blanca y azul de la nación.

Luz y taquígrafos

El padre Báez, obispo auxiliar de Managua, ha tendido la mano en nombre de la Iglesia católica para abrir un diálogo con luz y taquígrafos y tratar de evitar un fracaso como el ocurrido en Venezuela, donde los jóvenes sufren en las calles el apaleamiento de las fuerzas bolivarianas de Nicolás Maduro.

El país de los volcanes y los lagos que atesora el 70 por ciento del agua dulce de Centroamérica contiene desde el pasado 19 de abril la respiración por una crisis política y social que ha dividido peligrosamente a la sociedad y ha tocado de muerte su incipiente industria turística. Estados Unidos, su principal emisor de visitantes, ya ha desaconsejado con un nivel de alerta tres los viajes a la patria de Rubén Darío, padre del Modernismo, y del nacionalista y líder revolucionario nicaragüense Sandino, que venció a los invasores norteamericanos en la primera mitad del siglo XX. Asesinado por el traidor Anastasio Somoza, al que apoyaron los estadounidenses en 1934, su memoria inspiró una segunda revolución en los años 70 contra el dictador Anastasio Somoza Debayle, último miembro de la dinastía somocista, dirigida por Daniel Ortega, presidente nicaragüense que junto a su esposa se enfrenta ahora a los 73 años y enfermo a una decidida revuelta de jóvenes.

La policía nacional ha reprimido violentamente las manifestaciones convocadas por los universitarios contrarios a un decreto presidencial que pretendía rebajar las ya raquíticas pensiones de los jubilados. Ante la virulencia callejera el Gobierno se vio obligado a retirar la ordenanza sin lograr la calma en una población traumatizada por la cruel guerra civil que libró en la década de 1970.

"Ese decreto fue la gota que colmó el vaso y acabó con la paciencia de los pacíficos nicas," aseguran en cualquier plaza de Managua, una urbe de dos millones de habitantes que vive constantemente bajo la amenaza de la incandescente lava del volcán Masaya, a escasa media hora de distancia en coche y desde donde se puede observar la denominada por los conquistadores españoles en el siglo XVI "boca del infierno" del cráter Santiago, que emite continuamente ingentes cantidades de gas de dióxido de azufre.

Una cruz rehabilitada de hace cinco siglos en una de las lomas del volcán trata de exorcizar al diablo que los católicos pensaron que se escondía en su interior.

Los nicas están acostumbrados a convivir con la cordillera de inquietantes volcanes que atraviesa este país bañado por dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, de poco más de seis millones de habitantes en 130.000 kilómetros cuadrados.

Éxitos del comandante

El indiscutible éxito del comandante Ortega, que logró el poder en 1979 hasta 1990 para vivir después un paréntesis liberal y retomar las riendas de la nación en 2007, ha consistido en blindar a su país contra las sanguinarias maras que aterrorizan Honduras, Guatemala y El Salvador y garantizar la educación y la sanidad a sus agradecidos compatriotas que hoy le reprochan sin fisuras la desmedida reacción policial contra las protestas de los jóvenes estudiantes.

Poco a poco se van esfumando los sueños sandinistas en la joven y católica Nicaragua, que ha vivido hasta la llegada del turismo de las exportaciones de café, tabaco, ron, azúcar, arroz y carne de vacuno. "En Estelí se realizan hasta 300 marcas Premium de puros", explican orgullosos en la fábrica de tabaco Plasencia, fundada en 1898 en Cuba y trasladada en 1968 tras la revolución de los barbudos de Castro primero a Miami y México para asentarse luego en el nicaragüense Valle Jalapa, al noroeste del país. El sandinismo volvió a expropiar la empresa en 1982 y los Plasencia huyeron a Honduras para regresar en 1992 al fértil valle de Estelí, bastión aún de la revolución, tras recuperar parte de sus tierras no muy lejos de Matagalpa donde aún se honra con un museo a Carlos Fonseca Amador, uno de los fundadores del primer FNLS y considerado un héroe nacional de la patria.

El sandinismo oficial culpa del reciente sangriento alboroto a los liberales y a la facción reformista del propio sandinismo (MRS) liderada desde el exilio por personajes ilustres como el hoy exitoso escritor Sergio Ramírez, Premio "Cervantes" de este año, disidencia que estaría financiada según la versión oficial por Estados Unidos.

Entre Estelí y Matagalpa el paisaje está dominado por los cafetales, alguno de ellos como el de "Selva Negra", gestionados por los descendientes de alemanes que llegaron al país en busca de oro y plata en los siglos XVIII y XIX.

El ánimo de los nicas había llegado a caldearse en abril cuando ardió la Reserva Indio-Maíz del departamento de Rivas que puso en jaque a numerosas comunidades indígenas de la zona. Los jóvenes marcharon en bloque contra lo que consideraron una respuesta negligente de las autoridades que ordenaron cargar contra ellos. "Los universitarios nos han despertado", aplaude desde el convento de San Francisco de Granada Fernando López, arquitecto y miembro del Movimiento Renovador Sandinista (MRS ) que se gana la vida guiando por dos dólares la hora a los turistas en esta ciudad surgida tras la erupción hace miles de años del majestuoso volcán Mombacho, plantado en la espectacular cuenca del Lago Cocibolca.

Los "chorotegas"

Tras la explosión volcánica se formaron 365 isletas donde los ricos y famosos de todo el mundo construyen sus mansiones cerca de los santuarios y lugares sagrados que habitaron los precolombinos "chorotegas". Fundada en diciembre de 1524 por Hernández de Córdoba que da nombre a la moneda nacional, el córdoba, Granada libró una cruenta guerra contra el norteamericano William Walker, autoproclamado presidente en 1856. Tras ser derrocado, Walker incendió la ciudad que quedó arrasada en noviembre de ese año.

El descontento actual, prosigue López, comenzó a fraguarse con el anuncio del megaproyecto para la construcción del Canal de Nicaragua, con la ambición de hacer la competencia al de Panamá, "una quimera", del presidente Ortega que cedió por 90 años la concesión del proyecto al empresario chino Wang Jing. Esa ruta interoceánica que uniría el Pacífico con el Caribe sigue parada, amenaza la supervivencia de los pescadores locales y pondría en riego la salubridad del agua del Gran Lago de Nicaragua, una inmensa reserva de 10.500 kilómetros cuadrados donde emerge la isla volcánica de Ometepe, residencia de 40.000 personas en las faldas de los volcanes Maderas y Concepción.

Al igual que Granada, León, la primera capital de Nicaragua y bastión sandinista, pide cambios a Ortega, cansada de la represión y el autoritarismo en el país más pobre de la región, después de Haití. La intelectual y colonial León presume de su catedral y del museo dedicado a Rubén Darío, el maestro del Modernismo que con escasos estudios se erigió en un príncipe de las letras castellanas y ejerció de embajador de Nicaragua en España con la misión de representar a su país en la celebración del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América.

"La soberbia del Gobierno los dos días posteriores al alzamiento pacífico de los estudiantes ha acabado con la paciencia de la gente", reflexiona Carlos Aldana, funcionario de uno de los municipios de Nicaragua.

En un desánimo creciente resisten también los habitantes de San Juan de Rivas, la "capital de la diversión", a la que llegó en 1522 el conquistador español Gil González Dávila. Dos años después recalaría en esta región del Pacífico Francisco Hernández de Córdoba enviado por el gobernador de Castilla Pedrarías Dávila para fundar Granada y Santiago de los Caballeros de León, a orillas del lago Xolotlán. Curiosamente Hernández de Córdoba murió decapitado por orden de Pedrarías Dávila en León en 1526.

Vivir al día

Vestigios del opulento pasado de la familia Somoza sobreviven en esta bahía llena de playas y hermosas casas de madera en las que se instalaba Hope Somoza, esposa del último dictador somocista que murió asesinado junto a su amante en Paraguay.

"Aquí en Nicaragua vivimos todos al día, sin poder ahorrar", se lamenta amargamente Harold Sandino en la plaza de la catedral de Granada mientras degusta el típico "vigorón", una masa de yuca cocida con chicharrón y ensalada de mimbro servida en hojas de chagüite. El sandinismo cuenta aún con un amplio respaldo de la población, sobre todo de los mayores, pero su desprestigio se ha acelerado por la desproporcionada represión policial de los estudiantes ordenada por Ortega mientras presenciaba en La Habana el traspaso de poderes de su camarada Raúl Castro. El final de esta revuelta aún está por escribir.

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