Pintor

Diáfano y con una buena representación artística

Tuve la oportunidad de ver el edificio en una visita a artistas que organizó el Museo antes de estar finalizado y colocadas las obras. En ese momento, me sorprendió gratamente, me gustó mucho, me asombró el aspecto espacial, sacar de ese solar desconocido un espacio tan grande. En la segunda ocasión, ya fui a ver la colección, era una visita de día, con sol, y me sorprendió favorablemente la función de los lucernarios, porque la luz natural se combina con la de las salas y este es un aspecto que me gusta en los museos donde lo veo. Seguramente, muchas de las obras que se exponen se crearon con luz natural y piensas en su origen; por otra parte, el cambio de luz, según la hora o el sol, hace que las propias obras sean un poco distintas. El museo en general es un edificio muy diáfano y, al margen de que el arquitecto haya dejado su impronta en el espacio central, con el atrio, parece hecho para que las obras luzcan.

Se gana mucho espacio y eso hace que gran parte de las obras que antes se exponían en el otro edificio, sobre todo las de formato grande, respiren. Incluso hay más para ver. Me sorprendieron dos salas, las dedicadas a Aurelio Suárez y a Luis Fernández, dos artistas muy importantes que tienen espacio singular y muy proporcionado al tamaño de su trabajo. También me gustó la dedicada a Navascués, en un espacio un poco difícil pero propio, que se llena de sus esculturas. Nicanor Piñole, un pintor que me gusta mucho, no está bien representado, pero no creo que sea tanto un problema de la exposición como de que el museo no tiene una serie de piezas clave, echo de menos que no haya tres o cuatro piezas fundamentales del pintor. De mi generación para atrás, el arte está más que dignamente representado.

Al comentar con Alfonso Palacio, el director, algunas ausencias del arte actual, me dijo que el espacio será rotatorio, para mostrar a artistas que teniendo obra en el museo todavía no se exhiben.

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