Profesor de Economía de la Universidad de Oviedo

La ciencia económica al servicio de la pobreza

La investigación aplicada a la microeconomía del desarrollo produce pequeñas mejoras y optimiza gasto

La concesión del Premio "Princesa de Asturias" de Ciencias Sociales a Esther Duflo, profesora del MIT y directora del Laboratorio de Acción contra la Pobreza "Abdul LatifJameel" (J-PAL), representa una oportunidad para llamar la atención sobre el problema de la pobreza en el mundo y, lo que es más importante, sobre sus posibles soluciones. Además, también es una ocasión para divulgar aportaciones útiles que se están haciendo desde la economía -disciplina tan denostada, por otra parte, con motivo de la crisis.

Los medios de comunicación ya han subrayado los méritos que han hecho a Duflo merecedora del premio. Pero, para entender el éxito de esta economista, hay que pensar en dos aspectos clave de su carrera. Primero, Duflo, persona dotada de una extraordinaria capacidad y con una formación económica del más alto nivel, optó en su día por trabajar en la academia y, sobre todo, por dedicar todo su potencial a investigar sobre temas que tradicionalmente habían interesado poco a la profesión, como son la economía del desarrollo y la lucha contra la pobreza. En segundo lugar, Duflo adopta un método de investigación riguroso, como es el análisis experimental, y lo aplica a estudiar los efectos prácticos de las políticas contra la pobreza, tratando de discernir cuáles funcionan y en qué medida lo hacen. Así, ha impulsado el progreso de la economía del desarrollo desde lo que conocíamos como las teorías del desarrollo hacia una rama cada vez más productiva, la microeconomía empírica del desarrollo. Dicho de otro modo, mientras algunos economistas denuncian el fracaso de las políticas de desarrollo y promueven dejar actuar al mercado; y mientras otros defienden, por el contrario, que los gobiernos deben intensificar las ayudas al desarrollo e intervenir más activamente contra la pobreza, Duflo no hace ni una cosa ni la otra, sino que se dedica a analizar qué políticas funcionan en la práctica.

El método experimental, bien conocido por la economía de la salud y por la psicología, consiste en seleccionar al azar a personas beneficiarias de una medida -como, por ejemplo, la obtención de microcréditos para emprendedores- y en comparar su trayectoria con la de otras de un grupo de control, que no habrían accedido a la medida en cuestión. La selección aleatoria de ambos grupos lleva a que la incidencia de otros factores influyentes en los resultados potenciales -como, por ejemplo, la capacidad emprendedora, el sector del negocio o la evolución de la economía- sea equilibrada entre los dos grupos. Ello facilita el análisis de los efectos de la medida, al ser ésta la única diferencia entre el grupo de tratamiento y el grupo de control.

A pesar de su aparente sencillez, la aplicación de este método a políticas sociales resulta muy complicada -y no solamente por la logística que requiere-. A veces las consideraciones éticas relativas a la exclusión del grupo de control del acceso al tratamiento se imponen y gobiernos, instituciones o investigadores renuncian a este tipo de proyectos. Pero también puede ocurrir que a los gobiernos no les interese aclarar los verdaderos efectos de las políticas, algo que es más probable en países o entornos en los que predomina el nepotismo y el trato de favor en el acceso a los bienes públicos.

La fórmula de Duflo para impulsar el análisis experimental ha consistido, primero, en buscar organizaciones colaboradoras en los países en desarrollo que estén interesadas en descubrir los verdaderos efectos de las políticas. En segundo lugar, sus trabajos han estudiado programas nuevos en los que la selección aleatoria mejora las opciones del grupo experimental sin reducir las del grupo de control. Con estos ingredientes, más un trabajo econométrico riguroso, Duflo ha estudiado los efectos de numerosas políticas de desarrollo, como medidas educativas (la subvención de uniformes escolares en Kenia o el aumento de las horas de docencia en la India) o medidas de desarrollo agrícola (ayudas para la compra de fertilizantes en Kenia), entre otras muchas.

Retomando el ejemplo de los microcréditos, varios de los trabajos más recientes de Duflo y sus colaboradores han estudiado los efectos de lo que se venía considerando una política de desarrollo muy exitosa. La popularización de las microfinanzas entre los pobres, la mejora de la inclusión financiera y la baja morosidad en los microcréditos, unido todo ello a la facilidad para encontrar testimonios personales, han convertido a los microcréditos en productos estrella. Sin embargo, el análisis experimental pone de manifiesto que los efectos de los microcréditos no siempre son positivos y, cuando lo son, el tamaño de dichos efectos es modesto. Además, parece que los efectos más ventajosos se producen en aspectos relativos a los negocios de los prestatarios, pero no tanto en el bienestar de sus familias. Así, si las mejoras no se trasladan a las familias, se perpetuará la pobreza y, muy especialmente, la desigualdad entre los distintos miembros del hogar. Como resultado de estas investigaciones, Duflo y el J-PAL han puesto sobre la mesa la agenda de investigación sobre microfinanzas para los próximos años, con el objetivo general de averiguar qué factores, de oferta y de demanda, pueden explicar y favorecer los resultados positivos de los microcréditos.

En definitiva, el enfoque de Duflo trata de descubrir pequeñas mejoras en la lucha contra la pobreza que permitan gastar mejor, a la vez que señala el camino para la investigación aplicada en la microeconomía del desarrollo. Para la economía y principalmente para los pobres, es un trabajo que cabe celebrar.

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