Sólo hombres solos

Una fábula amable aunque fallida

El cineasta Thomas McCarthy está construyendo una filmografía interesantísima, con películas tan estupendas como "The station agent", que además sirvió de lanzamiento al genial Peter Dinklage, o "The visitor", que además confirmó el talentazo de Richard Jenkins. Con la más irregular "Win win" y con esta "Con la magia en los zapatos", se confirma la obsesión de McCarthy por hablar de hombres solos, sus circunstancias y cómo las afrontan. En este caso, utiliza un recurso mágico: un zapatero mediocre (Adam Sandler) descubre que, poniéndose otros zapatos, es capaz de convertirse en otras personas. De esta manera, razonan el cineasta y su coguionista Paul Sado, podrá empatizar (y enseñar al espectador cómo se empatiza) con los quehaceres de los demás.

La estructura de su fábula anda siempre con Frank Capra en el horizonte, pero no acaba de alcanzarlo por mucho que todos los implicados se esfuercen en ello. Adam Sandler lo intenta, como lo consiguió en la magnífica "Punch-drunk love" de Paul Thomas Anderson, pero no acaba de convencer en su interpretación de un pobre hombre que va asumiendo lo que realmente es. Distinta es la labor del gran Fritz Weaver, que termina convirtiéndose en lo más destacable de la película. Aunque probablemente sea la cinta más floja de su filmografía, "Con la magia en los zapatos" sí busca cosas, a pesar de que no consiga encontrarlas. Sigue McCarthy interesado en contarnos historias sobre estos hombres solitarios, decepcionados con la vida, que se ven envueltos en algo más grande y, asegura el cineasta, cambian para mejor porque se puede (y se debe).

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