Pablo Álvarez

Entre malos y tontos

A quién expulsaría antes de su lado: a un malo o a un tonto? A pocos dilemas tan profundos ha de enfrentarse a diario la humanidad. El malo puede ser gracioso, listo, resultón, pero tarde o temprano aflora su talante ético, y entonces procede adoptar una decisión sobre nuestra relación con él. Por su parte, el tonto es, por definición, un sujeto difícil de gestionar. Puede ser, por ejemplo, un buen tipo, un individuo entrañable, pero tarde o temprano aflora su estulticia, y entonces procede tomar decisiones. El malo es problemático; el tonto, muy problemático, sobre todo cuando uno se resiste a alejarse de él porque, por ejemplo, le da pena. Viene esto a cuenta del tal Guillermo Zapata, concejal del Ayuntamiento de Madrid acusado de tuits antisemitas y ofensivos para las víctimas del terrorismo. Mejor que el juez le haya retirado la imputación. Llenar las cárceles de tontos nos saldría carísimo. Ahora bien, tenerlos de concejales...

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