LOS GRANDES CLÁSICOS: HESÍODO

Los nombres de los dioses

Contemporáneo de Homero, fue el primer poeta europeo que se ocupó de la naturaleza en sí misma

MI. Finley escribe que los poemas homéricos "están al comienzo de la literatura griega, y por consiguiente de las letras europeas, acompañados de los escritos de Hesíodo, quien vivió en la Grecia central, en Beocia". Antes de Homero y Hesíodo, hubo literatura, pero, como continua Finley, "acerca de la larga historia de los griegos anterior solo quedan restos de tablillas micénicas de los siglos XIV y XIII antes de Cristo y el mudo testimonio de las piedras, la alfarería y los objetos metálicos desenterrados por los arqueólogos". Más allá solo hay silencio, o, si se prefiere, oscuridad. Porque desde sus nebulosos orígenes, el hombre no dejó de contar historias reales o ficticias, con el vago propósito de que permaneciera el eco de su paso sobre la tierra.

Si se discute que un mismo poeta haya escrito "La Iliada" y "La Odisea", dos poemas épicos, más difícil sería aceptar que el mismo poeta compuso el primer poema religioso, la "Teogonia", y un poema didáctico sobre el campo y las labores campesinas, "Los trabajos y los días". Menor atención se le presta el tercer poema atribuido a Hesíodo, "El escudo", descripción del escudo de Heracles inspirada en la del escudo de Aquiles que figura en "La Iliada". Sin embargo, Hesíodo no plantea tantos problemas como Homero, porque se conocen o suponen más datos de su biografía. Era natural de Jonia y vivió en el siglo IX o en el VIII; por tanto, contemporáneo de Homero. En algún momento se traslada a la Grecia continental, estableciéndose en Beocia, donde se dedicó a la labranza, una actividad ajena al mundo homérico.

"Los trabajos y los días" evidencia al labrador experto y "El escudo" el conocimiento del trabajo de los metales. "Teogonia" es un trabajo más erudito que piadoso, cuyas fuentes son las descripciones y menciones de los dioses en los poemas homéricos y las tradiciones sagradas de los santuarios. Su concepto de la divinidad matiza a los dioses como "siempre existentes" en lugar de "eternos" y no existen dioses sino "lo divino". A partir de "lo divino" se establecen atributos que se manifiestan en figuras antropomórficas que configuran al dios. El poema se inicia invocando a las Musas que "habitan la montaña grande y divina del Helicón". Ellas enseñaron a Hesíodo un hermoso canto mientras apacentaba las ovejas al pie de aquel monte, verso que convierte a este poema en el primero en que figura el nombre del autor, en el primer poema firmado, y el primero también en el que se separa al poeta de los reyes, o si se prefiere, la poesía de la política: "A las Musas y al arquero Apolo se debe la existencia de aedos y citaristas, mientras que a Zeus, en cambio, la de los reyes". En cuanto al ámbito de los dioses, en el principio fue el Caos, del que surgieron Erebo y la Noche, y de la Noche nacen el Éter y el Día. Gea engendró a Urano, y entre los hijos de éste se encuentran el Océano y Cronos, "de mente retorcida". Y así van apareciendo los dioses hasta las figuras menores como Circe y Calipso, y los héroes, como Eneas.

"Los trabajos y los días" describe el año del labrador, para ilustración de su hermano Perses, Poeta de la tierra, no desprecia el comercio, cuyos tratos se hacen en el mar. "Es el primer poeta europeo que se ocupa de la Naturaleza en sí misma", apunta Bowra. Los consejos que da son muy precisos: "El mes Laneón (enero, según Plutarco), trae malos días, todos fatales para los bueyes"; "no te sientes a la sombra y deja la casa temprano en la época de la siega"; en verano, "son más ricas las cabras, mejor el vino, más sensuales las mujeres y más débiles los hombres". También capta la psicología del aldeano: el holgazán se aferra a vanas esperanzas y solo es capaz de hacerse continuos reproches.

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