Profesora de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo

El culto a las reliquias de Oviedo

Reflexiones a propósito del simposio internacional "Las reliquias de la Catedral. Panorama general desde una perspectiva crítica"

Entre los días 2 y 4 de septiembre se celebró en Oviedo el simposio internacional "Las reliquias de la catedral de Oviedo. Panorama general desde una perspectiva crítica", organizado por Francisco Javier Fernández Conde y yo misma. El encuentro se concibió como una reunión muy especializada y por ello se dirigía, además de a los intervinientes, a estudiantes de posgrado y medievalistas, no porque no deseáramos la asistencia de público general si no porque nos parecía que poco interés podrían tener para éste las técnicas discusiones que, era de suponer, se desarrollarían durante esas tres jornadas.

Por esa razón, y dado que los historiadores no solemos producir precisamente material que apasione a las masas, a todos nos asombró extraordinariamente la repercusión mediática del simposio. Por supuesto, agradezco a los medios de comunicación la atención que nos prestaron pero me gustaría también realizar algunas observaciones que mejoren la comprensión general de los objetivos del encuentro.

Los que no nos hayan acompañado durante las sesiones de trabajo en la recoleta sala del Museo Arqueológico de Asturias que nos acogió, y hayan seguido su curso únicamente por la prensa, tendrán probablemente la impresión de que los congresistas dedicamos la mayor parte del tiempo a argumentar acerca de la autenticidad del Santo Sudario de Oviedo. Nada más lejos de la realidad. Por una parte, no hay medievalista que discuta que se trata de un objeto de producción tardía, probablemente altomedieval, de modo que poco motivo de debate podríamos encontrar a ese propósito. Pero, además, la perspectiva crítica del título no se refería a la autenticidad o falsedad de las reliquias, sino a los problemas que presentan las fuentes concernientes a las de Oviedo. Espero no desilusionar al lector al explicar que las ponencias y debates se concentraron en los problemas filológicos, históricos y de transmisión de algunas fuentes relevantes relativas a estos valiosos objetos. Con resultados muy satisfactorios por cierto, puedo afirmar con agrado. De todo el volumen de trabajo, sólo una intervención se dedicó a la cuestión del sudario de Oviedo, competentemente guiada por el sólido trabajo histórico del profesor Nicolotti.

En Europa se conservan un buen número de relicarios que custodian restos sagrados, una sacralidad no conferida por su supuesta autenticidad, sino por el valor adquirido dentro de la tradición y de la historia y, sobre todo, por las generaciones de fieles que han puesto sus esperanzas, su dolor, su miedo y su alegría a los pies de los sacra pignora.

Hace unos años, aprovechando que me encontraba realizando una estancia de investigación en París, me acerqué a la ciudad de Sens para visitar la bella catedral y su tesoro, donde se custodian los paramentos litúrgicos atribuidos, ignoro con qué fundamento, a Thomas Becket. Contemplándolos en la vitrina que los contiene, en ningún momento me preocupó su autenticidad. Sólo pensé, emocionada, en lo ajeno que se encontraría el obispo de Canterbury, durante su estancia en Sens, al destino martirial que le esperaba pocos años más tarde en su propia catedral. Es esa capacidad evocadora la que otorga su terrible fuerza, todavía hoy, a las reliquias de los santos. Otra cosa no hace más que renovar las exigencias autentificadoras de Tomás. El apóstol, esta vez.

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