Después de colaborar con diferentes bodegas francesas y un stage en Australia, Pierre Marie Luneau Papin retorna a casa para comandar el viñedo y la elaboración familiar. Con mano firme está dirigiendo los destinos de la bodega, la cual ya sufrió una metamorfosis increíble bajo los mandos de su padre. En tan sólo dos generaciones, el domaine cambió profundamente de fisonomía y hoy elaboran modélicos vinos en la mítica apelación cercana a Nantes, en plena desembocadura del rio Loira al océano Atlántico.

Emociones son los argumentos que recorren tu cuerpo cuando degustas un vino de los Papin. Vinos que envejecen increíblemente bien, basados en una antigua tradición de la zona. Un perfecto terroir escuda a esas uvas que nacen de viñas plantadas en antiquísimos suelos poblados de fósiles marinos de cuando esas tierras, hace millones de años, estaban cubiertas por el mar. La propiedad dispone de casi 50 parcelas de distintas tipologías. En una de ellas, La Butte de La Roche, de ligera pendiente que sirve para evacuar el agua al pantano y que fue adquirida recientemente centra grandes esfuerzos Pierre Marie para poder elaborar con sus frutos, un vino que marque el inicio de una nueva época.

Tratamientos justos, vendimias manuales y filosofía Bio es la ruta por la que marcha el vino en sus primeros pasos. Luego un fino y estilista trabajo en bodega, sin fermentaciones malolacticas que resten esa estupenda acidez que ayuda a envejecer y una paciente estancia entre lías durante un periodo que oscila entre once y dieciocho meses, constituyen la espina dorsal de un vino que se va a pasear henchido de orgullo por las mejores barras y anaqueles de los restaurantes y comercios mundiales.

Terre de Pierre, el vino que sale de La Butte de La Roche, es increíblemente bueno. Excelente ejemplar para empezar a adorar los grandes muscadets de la región. Sería muy recomendable hacerse con unas cuantas botellas y olvidarlas en nuestra bodega privada. Con el tiempo, el vino se hará más grande aún.