Cada día millones de nuestras células se dividen para generar otras nuevas, replicándose el ADN y pasando la copia a la nueva célula. Este proceso de copia no está exento de errores y una acumulación de los mismos acaba derivando en enfermedades como el cáncer. Si miramos al exterior la situación no es tampoco demasiado halagüeña. El ADN sufre constantes agresiones en forma de radiación solar, hábitos de vida inadecuados...
Bajo ese desolador panorama la vida en la Tierra resultaría inviable, tal como señalaba T. Lindahl. Junto con P. Modrich y A. Sancar descubrieron diferentes sistemas moleculares que constantemente reparan el material genético, evitando así un caos celular total y haciendo posible la vida. Ello les ha valido el Premio Nobel de Química 2015.
