andres montes

Monarquía y premios

Los distinguidos con el Nobel reciben el galardón de manos de un rey, circunstancia que en nada empaña su prestigio. De la misma manera, los premios que acaparan esta semana trascienden ya a la institución que les da nombre y a quien los entrega físicamente. Hay un reconocimiento a valores universales, como el saber o la solidaridad, que están al margen de las formas de estado. Eso es algo que olvidan quienes focalizan en la realeza la crítica a los "Princesa de Asturias". Frente a ellos, los nuevos defensores cavan trincheras para resistir el cerco airado y replican con un despliegue de mojigatería monárquica de lo más dañino: son malos tiempos para todo lo que se pretende intocable. Antes de que la refriega lo arrase todo, menos campañas y más ideas para poner a resguardo el patrimonio intelectual y humano de los premios. Quizá convenga empezar por el estricto terreno de lo simbólico, con una renovación de la ceremonia de entrega para ponerla al día y que deje de ser un blanco fácil.

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