En busca de la dignidad

Hay películas cuyo valor no puede medirse únicamente por criterios cinematográficos. Hace nueve años viajé a Marrakech con un grupo de estudiantes universitarios. Durante el día, las calles eran luminosas y los turistas nos arracimábamos en la plaza de Jemaa El-Fna, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, para comprar baratijas o hacernos tatuajes de henna. Pero por la noche, afloraba la desvergüenza y salía a relucir la miseria escondida, en las horas de luz, bajo las alfombras, las sedas y las camisetas de fútbol de imitación: era el momento del turismo sexual.

Esa otra realidad inundaba cada rincón de la urbe sin contemplaciones. Nos hospedábamos en un hotel de cuatro estrellas bien situado y con las neveras repletas de cerveza local. Un grupo de turistas angloparlantes colonizaban el lugar a última hora de la tarde. Eran cinco o seis. Una noche, bebía con ellos una muchacha, no más de 16 o 17 años. En pleno éxtasis ebrio, se la rifaron en medio del local. Unas mesas más allá, otra turista, una mujer, regateaba con un marroquí de mediana edad, que creíamos su guía. Tras acordar una cantidad y acabar las bebidas, se fueron abrazados, se supone, a una habitación.

"Todas las putas acaban en Marrakech", dice, en medio de Much Loved, el personaje principal del filme, la sensual e inestable Noha. Y es cierto. Es difícil, conociendo la realidad de la situación que denuncia Much Loved, analizar con frialdad la película. Máxime tras conocer la historia del filme, prohibido en Marruecos por el tema que trata y cuya protagonista, Loubna Abidar, que da vida a la propia Noha, abandonó el país tras ser atacada salvajemente, hace apenas unas semanas, en las calles de Casablanca. El conocimiento de todos estos hechos invita a simpatizar con la película, con su director y su reparto, quizás incluso a sobrevalorar el filme.

Pese a todo, pese a la imposibilidad de trazar una crítica ecuánime ante una película como Much Loved, sí se deben reseñar algunos evidentes aciertos. El primero, el tono elegido por su director, Nabil Ayouch, que acierta al restar dramatismo a una historia que invitaba al exhibicionismo emocional. Como muestra queda la relevante escena en la que las prostitutas invitan a comer a un niño que se vende por 100 dirhams a los turistas occidentales.

También es destacable su reparto, bien elegido y que demuestra en cada plano su implicación con la historia. Pero sobre todo, en Much Loved hay que celebrar el valor de afrontar este tema y la decisión de enfocar el plano sobre las meretrices. Mujeres que no sueñan con un Richard Gere que las saque del arrabal. Todo lo más, con preservar la dignidad suficiente tras su viaje al final de la noche y, a lo sumo, montar una peluquería con el oro negro que puedan retener entre las piernas.

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