Crítica / Música

Auroras boreales

Milanov condujo un Sibelius dramático, visual y muy sugerente

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) regresa al Auditorio de Oviedo, para retomar su temporada de abono. Con su director titular al frente, Rossen Milanov, abrió un tríptico de programas bajo el título unificador de "Auroras Boreales", que en esta primera parada, en Avilés y Oviedo, tuvo especial significado, por tratarse de creaciones, cada una en su estilo y época, que realmente nos transportan a mundos alejados, como de ensueño.

"Cielo de invierno" es el centro de la trilogía "Orion" (2002), de la compositora Kaija Saariaho (1952), que nos presentó la OSPA. La orquesta se transforma en un ente estático, que sugiere el paso a la constelación del dios protagonista. Logró con naturalidad este efecto, que se apoya en la ampliación de los armónicos de los instrumentos. Así, las melodías se engarzaron como a partir de una sonoridad común, alejada, mientras "la música se asemeja a una masa sonora, donde el timbre y la tesitura son los encargados de articular el avance de la obra". Así lo explicaba Daniel Moro en el programa.

Ludmil Angelov se desenvuelve con naturalidad, con paso firme, en el lenguaje pianístico de Chopin, uniendo mecanismo y expresión en una interpretación refinada del "Concierto nº 1 en mi menor, Op. 11", donde la romanza alcanzó las cotas más elevadas. Es fácil dejarse llevar por esas melodías amplias, mientras se densifica la parte del piano, con una orquesta que prácticamente se ciñe al apoyo. En las propinas escuchamos de nuevo lo mejor de Angelov, quizá con un sonido más particular, en el "Nocturno en do sostenido menor" y sobre todo, el "Vals op. 64 nº 2", ambas de Chopin.

Esta semana, Jean Sibelius parece ser protagonista en Oviedo. La OSPA interpretó la "Suite, Op.22, Lemminkäinen" que reúne cuatro "Leyendas" que se basan en el "Kalevala", el poema épico nacional finlandés. Sibelius pintó en música la atmósfera que evocó su lectura, en cuatro poemas sinfónicos que recorren las aventuras del héroe. En esta segunda parte, escuchamos a la OSPA en estado puro.

Milanov condujo un Sibelius dramático, visual y muy sugerente, con una respuesta muy sólida en la orquesta. El primer número, donde el joven héroe llega a la isla dionisiaca, dio ya la medida del concierto, que terminó de conquistarnos. Especialmente por la manera de extenderse esas líneas sonoras, robustas, como con un núcleo ardiente, mientras la cuerda lograba una variedad de colores. Bravo Juan P. Romero al corno inglés en "El cisne de Tuonela", sobre esa armonía de tintes impresionistas, para transportar a lugares de ensueño. Desde luego que el contraste del siguiente número, con la muerte del héroe, avasalló desde el anfiteatro, con el impulso de las turbulencias del agua, mientras asomaron detalles internos muy atrayentes, en medio de la tragedia del héroe. Profundidad en un discurso imponente, también para cerrar con el regreso de Lemminkäinen.

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