Crítica / Música

Una escolanía virreinal

Sobresalió por temática y dedicación el villancico "Pues mi rey ha nacido"

Finalizó el XI Ciclo de Música Sacra "Maestro de la Roza", patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA, quedando convocado el XII para el próximo año en un emocionante homenaje de la Escolanía San Salvador a quien fuera su maestro, don Alfredo. Dirigida para la ocasión por uno de los mayores expertos en el barroco musical del antiguo virreinato del Perú, Gabriel Garrido, el concierto giró entorno al repertorio sacro no litúrgico de Juan de Araujo (1648-1712) que cuando hablamos del ámbito musical hispano del barroco, es tanto como decir al villancico.

Máxima expresión de la impronta popular de la música española durante los siglos XVII y XVIII, e interpretados en todas las festividades, los villancicos adquirirán dimensiones formales cercanas a la "catanta" italiana, con su alternancia de coros, solistas, arias y recitativos acentuando su valor narrativo y función catequética. Buen ejemplo del género, que comenzará su declive a finales del XVIII, suscitado por los excesos celebrativos con los que eran acogidos, fueron los compuestos por Juan de Araujo para la Catedral de Sucre en la actual Bolivia. El policoralismo, fruto de la exuberancia del barroco, ávido de contrastes y efectos sonoros, fue la base sobre la que el compositor de origen español creó la mayoría de sus obras. Así, la Escolanía San Salvador se dividió en dos coros que alternaron con los cuatro solistas, los continuos y complejas imitaciones de los vertiginosos ritmos de danza, que dotan de una especial frescura a las composiciones de Araujo. Sobresalieron por temática y dedicación el villancico "Pues mi rey ha nacido", en el que Gabriel Garrido realizó un acertado trabajo con las dinámicas, "Los coflades de la estleya" del género "negrillo", llamado así por las onomatopeyas tipo "columbé, columbé" utilizadas a imitación del habla de los africanos, que habían sido llevados como esclavos a las colonias, o la "Nueva guerra de los campos", que sigue la tradición de las "Ensaladas" de Mateo Flecha el Viejo, con su alternancia de estilos construida sobre la idea de la batalla entre el bien y el mal.

Junto al excelente trabajo realizado por Elisa García, directora de la Escolanía San Salvador, la colaboración de las voces solistas merece un comentario aparte. Destacó la soprano Maite de la Cal por su amplitud de registro y timbre seguro y, la también soprano, Elena Martín, por su elegante sonido y acertado agudo. El dúo de "Recordad, jilguerillos" fue un ejemplo de la adecuación de sus voces a este repertorio. La contralto Teresa García, cuyo grave irrumpe con fuerza en el registro de tenor, fue el contrapunto a la voz cálida y de dicción impecable de Marcos García, barítono con una gran musicalidad y flexibilidad interpretativa.

Siguiendo a Santa Teresa y al lema de este ciclo que se cierra: "Nada te turbe, Escolanía".

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